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"El camino espiritual une y no está ligado a las religiones"

Por Fran Cano - Marzo 19, 2023
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"El camino espiritual une y no está ligado a las religiones"

Espíritu Santo Romero Garrido (Frailes, 1963) acaba de organizar su primer retiro estrenando también este tipo de encuentros en el Balneario de Frailes, cada vez más abierto a las actividades en grupo. Profesora de yoga desde hace más de dos décadas, esta mujer afincada en la villa de la Sierra Sur siempre tuvo curiosidad por el desarrollo espiritual y por las filosofías menos convencionales. Lo que ahora es moda y se expande en vídeos cortos en las redes sociales la llevó a ella ser una 'rara avis' allá por los años 90, cuando cogió su coche para hacer miles de kilómetros. Quería entender qué es el yoga y de dónde viene.

Currante en las hostelería, emprendedora en el sector del deporte, Romero mira atrás consciente de que ha cambiado, igual que lo ha hecho el mundo. "Me interesa más ser que hacer", repite en la entrevista con este periódico. La sala multiusos del complejo hotelero y residencial está llena de espejos, inundada por la luz del atardecer. Es el umbral de la primavera de 2023.

—¿Cómo surgió la actividad del reciente retiro en el Balneario de Frailes?

—Básicamente empezó como una idea de convivencia para que las alumnas de yoga que tengo en mi grupo 'online' se conocieran en persona. Desde la pandemia hasta ahora nos hemos estado viendo dos días a la semana a través de las pantallas. Y me apetecía mucho, porque unas son de Priego de Córdoba, otras de Frailes, de Alcaudete, de Alcalá la Real y de Málaga. ¡Había que conocerse! Es necesario entablar una relación.

—¿Cuánto tiempo se tarda en preparar una idea así y qué hay que tener en cuenta?

—La idea surgió en un momento, cuando me di cuenta de que contábamos con el Balneario de Frailes, que es un sitio perfecto. Preparar el retiro me llevó un par de semanas. Cada día me venía una idea e intentaba darle forma. No me resulta muy difícil, porque tengo experiencia, pero sí es necesario ordenar y dar sentido a las actividades. Así pude ensamblar la experiencia y creé un programa que se extendió desde el pasado viernes por la tarde hasta el domingo tras el almuerzo. Algunas participantes ni se querían ir.

—¿Cómo acabaron? ¿Qué le han dicho sobre el encuentro?

—He percibido que la experiencia ha sido perfecta para ellas. Tengo muy buena sensación. Todo ha salido muy bien para las alumnas y para los alumnos. Así me lo han dicho en persona y por WhatsApp. Parece que todo estaba alineado para que saliera bien.

—¿Con qué actitud hay que ir a un retiro?

—Retiros hay de muchos tipos. Algunos son de meditación Vipassana, que supone meditar durante todo el tiempo en una sala con las pautas del maestro. Reina el silencio y apenas hay contacto, sólo para comer. En otros ni siquiera se habla, como muestra la película Come, reza, ama, con Julia Roberts como protagonista. El retiro que yo he diseñado es más 'light', pensado más para principiantes. Hemos hecho actividades variadas, tocando muchos temas, para hacerlo más agradable. La verdad es que 'retiro' es una palabra que suena muy fuerte.

—Hay que ir con mentalidad abierta.

—Sí, sin expectativas. Los alumnos me preguntaban por el programa y yo no lo mostré para evitar dar pistas y que la mente de cada cual bloqueara ideas. No les dije nada a ninguno de los quince participantes.

—Hablando del número. ¿Menos es más para este tipo de encuentros?

—Quince personas es un número perfecto. No quería más, y hay que tener en cuenta que cada persona es un mundo, con diferencias en la edad, en la procedencia y en la profundidad de la práctica. Todo eso iba hacia mí, que era la organizadora. Quince estuvo muy bien. ¿Menos? Sí, si hubiesen sido cinco, igual lo hago.

—¿Y qué tal el estreno en el Balneario? ¿Es un buen espacio para hacer más encuentros de este u otro tipo?

—Lo veo un lugar magnífico. Contar con esta sala ya es un lujo. En muchos hoteles y en casas de reposo no tienen esta sala con tanta luz y un espacio tan diáfano. En lo que respecta a las habitaciones, son estupendas, amplias y sencillas. Todo estaba súper limpio física y energéticamente. Aquí no hay aún vibraciones raras. Los espacios se impregnan de lo que hagan en ellos las personas. Y el Balneario está nuevo.

—Eso también se nota, ¿no?

—Claro, algunas habitaciones las han estrenado los participantes. Estaban impolutas. Otra cosa muy importante es la comida. Propuse un menú vegetariano. Una chica me dijo: 'Si llego a saberlo, me traigo un salchichón y un chorizo. Pero ahora, que estoy comiendo tan rico, me quedo alucinada de lo bien que se come sin carne ni pescado'. Eso ha sido muy importante. Se ha disfrutado de la comida y han probado cosas que nunca habían probado. El cocinero lo ha hecho perfectamente. Hay otros retiro donde se hace ayuno.

"ME COMPRÉ MI PRIMER MÓVIL PARA IR A UNA ACTIVIDAD DE YOGA"

—Lleva décadas como profesora de yoga. Vayamos al principio, ¿cómo llegó a esta práctica?

—Desde pequeña tuve inquietudes por lo raro. Con seis o siete años ya le pedía a mi padre que comprase la revista Más allá. Era la única que hablaba de cosas más esotéricas o alternativas. En aquella época ya leía mucho y más adelante, cuando trabajé en mi tienda de deportes y tenía tiempo libre, también indagué en autoconocimiento y en filosofía oriental.

Un día, estaba leyendo la revista Integral, a la que estuve suscrita durante más de 20 años, y apareció un retiro de yoga en un pueblo de Valencia. Coincidía con Semana Semana y tenía tiempo para ir. Cogí mi coche, no sabía dónde iba ni qué era el yoga, pero allí fui. Me compré mi primer móvil justo para ir al retiro. No recuerdo el nombre del pueblo, pero era un sitio aislado. Llegué y empecé a ver a gente vestida de blanco, comida vegeteriana... Era un mundo nuevo y diferente. Estaba alucinada. '¡Esto es lo mío!', dije. Es como que la vida te lleva.

—Bueno, usted cogió el coche.

—Claro, pero lo hice sola y sin saber dónde iba. A partir de un anuncio en la revista Integral.

—Muy intuitivo.

—Sí, por eso digo que la vida te lleva y luego tú la sigues o no. La última responsabilidad es nuestra. Me encantó la experiencia. Era un espacio de formación para profesores de yoga y también admitía a gente que podía estar allí una semana haciendo prácticas. Me quedé fascinada con el maestro Soma, Xavier Satrústegui. Es una máquina. Todo lo que hicimos parecía un juego y en realidad eran herramientas para el autoconocimiento. Por ejemplo, un día tocaba correr no sé cuántos kilómetros con un huevo debajo de cada axila. La idea era incentivar la concentración. U otro caso, salir a la calle con una nariz de payaso para estar expuestos y vencer el ridículo. ¿Qué es esa sensación? Un exceso de ego. Ése es realmente el concepto del ego. Todo eran juegos así para descubrir cosas de uno mismo.

—¿Qué me puede decir de la meditación? Está relacionada con el yoga.

—Sí, con el yoga, con el cristianismo y con el budismo. Es la práctica de las prácticas, y todos los grandes maestros nos la han enseñado. Jesucristo, la influencia cultural más fuerte que tenemos en este sentido, se retiraba a meditar. ¿Qué es meditar? No hacer nada (ríe).

—Pero es complejo. La mente se dispara.

—Ahí está, la llaman la loca de la casa o un mono loco. ¿Por qué? Porque si observas un poco tu mente te das cuenta de que no para, haces una cosa y piensas en otras. Entonces, la meditación es compleja, pero fácil porque está al alcance de cualquiera. Para principiantes hay una herramienta muy poderosa que siempre te acompaña. ¿Puede imaginar cuál es?

—La respiración.

—Efectivamente (risas).

—¿Y cree que ha crecido el interés por prácticas contemplativas tras la pandemia?

—Es cierto que las personas se vieron con mucho tiempo libre y sin saber qué hacer. Era una situación de miedo, incertidumbre y desconcierto. Te quedas en el aire. Había algo dentro que quizá llevó a cuestionarnos cosas, como el sentido de la vida. Estábamos centrados en el trabajo, en salir de marcha y hacer veinte mil cosas, y de repente nos quitan todo. ¿Qué nos queda? Era todo un aburrimiento. A partir de ahí mucha gente investigó, buscó más.

—¿Usted notó que entonces le hicieran sus alumnas más preguntas o que creciese el interés por parte de otra gente?

—La verdad es que no. El cambio en mi caso fue otro. Yo hacía todas mis clases presenciales antes de la pandemia. Después no pude salir y la gente me preguntaba qué íbamos a hacer. Con la ayuda de dos alumnos de Hoya del Salobral (Noalejo) aprendí a instalar y a usar la aplicación Zoom. En aquella época no era tan conocida. Se hizo popular con la pandemia. Al final aprendí a utilizar la 'app' y enseguida les mandé las instrucciones y el enlace para seguir las sesiones. Yo tenía alumnos con 80 años, ayudados por sus nietos. No fue sencillo, y estaban encantados con Zoom. Supuso cierto reencuentro, aunque no fuese físico.

—Yoga y meditación son ideas que apuntan al budismo. Sin embargo, hay gente que se acerca a ellas sin vínculo religioso. Habrá quien piense que el desarrollo espiritual es 'propiedad' de las religiones. ¿Qué opinión tiene?

—Yo diferencio entre desarrollo personal y camino espiritual. Son cosas distintas. El budismo, por otro lado, es más que una religión. Y el camino espiritual no tiene nada que ver con las religiones. Le digo una frase: la religión separa; el camino espiritual une. En el momento en que dices 'yo soy musulmán, cristiano o evangelista' creas división, separas. El camino espiritual une, porque todo es uno, lo mismo y va hacia la esencia del ser. Insisto, el camino espiritual no está enmarcado dentro de la religión, sino justo al contrario. Y une.

—¿Y usted ha cambiado en el plano religioso? ¿O más o menos siempre ha tenido la misma postura?

—A ver, nunca he sido practicante católica, pero claro que he ido a misa por cultura y por donde vivimos. Mi mente abarca mucho más. Puedo encontrar tanta verdad y tanta profundidad en un católico como en un musulmán o en un hinduista. Yo creo mucho en el concepto de que todos somos uno, aunque se venda la idea de que estamos separados. Respiramos el mismo aire. Es algo muy básico. Somos energía girando, que se manifiesta más densa, como una mesa, o el aire, que lo es menos denso. La física cuántica lo explica muy bien. Y creo que llegará un momento en que la ciencia y la conciencia coincidirán.

"TENEMOS QUE POTENCIAR MÁS LA CALIDAD DEL AGUA Y DEL AIRE"

—Hablando de aire y de energía, ¿cómo es vivir en Frailes?

—Estoy encantada de la vida. Cuando me vine a vivir a Frailes, mi marido y yo compramos una casa en las afueras, donde no había nada. Teníamos que dejar el coche en la carretera e ir andando por una vereda. Tampoco alcanza la red de aguas al lugar. E incluso a veces iba a lavar al río. Con el tiempo hicimos el camino y la canalización. Pero aún con esas desventajas, a mí me gustaba la idea de estar desplazada. Y eso que, como sabe, en Frailes 'la aglomeración' es mínima. No podría ahora vivir en una gran ciudad.

—¿Y tuvo alguna vez ese nervio o cosquilleo de vivir en las grandes ciudades? Se lo digo porque a veces quienes vivimos en pueblos creemos que nos estamos perdiendo cosas.

—Esa frase la digo yo ahora, pero al contrario: tengo la sensación de que no me estoy perdiendo nada. En el retiro salió esa idea. Y me llama la atención la necesidad que tiene la gente de salir, viajar y conocer destinos. Yo he viajado mucho; he vivido fuera en una ciudad; he conocido países del extranjero; he viajado sola con mochila, y demás. Tengo mi historia. Ahora, no sé si por los años, no tengo esa inquietud. Y no creo que sea por la edad, porque sé de gente que mantiene ese afán igual que en la juventud. Ahora pienso en menos hacer y más ser. Es lo contrario del bombardeo actual, que sólo nos dice 'hacer, hacer y hacer'.

—Lo de querer una cosa diferente a lo que se tiene, ¿es un juego de la cabeza?

—Totalmente. Por eso no somos felices y estamos en continuo sufrimiento. Siempre quieres más o piensas que estarías mejor en otro sitio. Es una insatisfacción continua. O sales de ese círculo o estás abocado a la insatisfacción eterna. A la infelicidad.

Recuerdo que hace años me gustaba muchísimo la fiesta. Llegaba la Feria de Alcalá la Real y yo hacía de todo. He sido una persona rebelde, diferente. Pero me daba cuenta que después de una fiesta o una feria la gente estaba mal. Quien no estaba resfriado, estaba bajo de ánimos. Y creo entender por qué. Había muchas expectativas, y no se cumplían. Hay mucha gente de fiesta que en realidad está huyendo de sí misma.

—¿Cómo ve el turismo en la Sierra Sur?

—Nosotros fuimos pioneros en turismo rural. La casa nuestra, donde vivimos, se hizo para turismo rural y fue de las primeras. También fue una experiencia bonita. Venía gente de todos sitios. La primera residencia del escritor Michael Jacobs en Frailes fue en mi casa.

—¿Y qué atractivos vendería que quizá no sean tan reconocidos en la comarca?

—Tenemos una sierra que nada tiene que envidiar a la de Cazorla ni a La Alpujarra. Si soy honesta, yo lo agradezco, porque prefiero que haya menos gente. La sierra que tenemos es preciosa y contamos con espacios vírgenes. Deberíamos cuidar más los productos caseros agroalimentarios. Aquí hay cosas muy buenas que no se valoran. Por ejemplo, estaría bien hacer jornadas del espárrago cuando llega su época. Se puede vender muy bien. En la época de las hortalizas, igual. No es lo mismo un tomate de huerta que uno que compras. Hay mucho potencial en ese sentido. También destaco la calidad del aire y la del agua, concretamente en Frailes. Otro factor es la calidez y el carácter acogedor de la gente.

—¿Quiere añadir algo más?

—Que tenemos que cambiar de perspectiva de vida. Hay que ser menos materialistas. Vivimos en una sociedad que te incentiva al consumo y al yo, yo, yo. Es la palabra que más se repite y ese 'yo' no alude a la parte perfecta que todos tenemos, sino al 'yo' pequeñito, ególatra, posesivo, inconformista y que si puede sacar beneficio, aun perjudicando a alguien, va a por ello. Eso tiene que cambiar. Esta sociedad tal y como es ahora tiene los días contados; hay que vibrar de otra manera. Debemos ser más generosos y cooperativos en lugar de competitivos. Tenemos que mirarnos más a los ojos y ayudarnos en lo que podamos. Porque la vida te devuelve con creces lo que le das.

Fotos y vídeo: Fran Cano.

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