"Regalo los libros de Bachiller porque no hay ayudas"

El linarense Carlos Velasco regala sus libros de Segundo de Bachillerato a una estudiante de su ciudad como protesta por la falta de ayudas a los alumnos de enseñanza no obligatoria

Gesto noble (uno más) de Carlos Velasco, joven de Linares que ya mira la Selectividad por el retrovisor. El estudiante ha regalado a otra chica de su ciudad los libros y apuntes que ha empleado en Segundo de Bachillerato. Después de sacar un 9,8, Velasco ha decidido regalar los libros que lo han acompañado en el Bachillerato de Humanidades.

Cuenta a este diario que la idea le vino por un motivo lógico: "Son muy caros, y después de la ESO apenas hay ayudas para los estudiantes", razona. Enseguida le dio vuelo al pensamiento y compartió la propuesta en redes sociales. En Facebook el mensaje ya ha sido difundido por más de 200 usuarios. "Sé que hay gente que los necesita", señala. El revuelo en las comunidades sociales ha permitido que el joven haya encontrado a una persona que, en efecto, precisa la ayuda. "Ya he hablado con ella y sé que en primero se defendió con fotocopias", cuenta. A partir de septiembre, la joven contará con libros de Matemáticas, Historia, Latín, Inglés, Francés, Historia del Arte y Geografía, además de con apuntes de Velasco.

LA SOLIDARIDAD COMO IDEOLOGÍA

No es la primera vez que el linarense, aún con 17 años, demuestra que es un hombre solidario. Para el recuerdo queda aquella ocasión, en mayo del año pasado, cuando regaló 15 entradas para un partido que enfrentó al Linares Deportivo con el Granada B. Entonces se gastó los ahorros en aquella locura. La gente que le escribió por mensaje directo a través de Twitter vio el partido sin pagar nada.

Velasco ha optado por otra de sus pasiones como futuro laboral, el periodismo. "Me encanta escribir e informar a la gente", admite en declaraciones a este diario. Está por ver si cursa el grado en Getafe o en Sevilla, los dos destinos que más le convencen. Sea donde sea, el chico tiene historias que contar. Puede empezar por ser cronista de sí mismo, de sus geniales arrebatos benéficos.