Una exposición a corazón abierto
Carmen Cuesta inaugura en La Fábrica del Arte su muestra Descosidos, en la que "plantea el cuerpo de la mujer como si fuera el lugar donde depositar las heridas de la vida"
Existe un vacío en Carmen Cuesta Capilla (Jaén, 1962) que necesita canalizar a través del dibujo. Emociones que salen directas del corazón y que plasma en la colección de cuadros que cuelgan en las paredes de La Fábrica del Arte, donde expone Descosidos, en la que "plantea el cuerpo donde depositar las heridas de la vida", dice el comisionado de la exposición Francisco Jiménez Rabasco.
Su inauguración congregó a numerosas personalidades de la cultura jienense y contó con la actuación musical de Javier Arnal y Vera Acacio, en una velada cargada de sentimientos encontrados hacia una de las artistas más profundas de la capital. "Es una emancipación de ese dolor a través del cuerpo y de su pintura. Y es que ella entiende su pintura así, como un desahogo, como el medio a través del cual sacamos las cosas que tenemos dentro. Descosidos hace alusión a fragmentos sobre los que se recorre la trayectoria vital de una persona", remata Jiménez Rabasco.
Formada en Bellas Artes, ha dado clases de modelado, dibujo, manualidades y papiroflexia en Málaga. Su práctica artística va desde el modelado hasta el dibujo. Influida por el ambiente creativo de pintores y grabadores que se vivió en Jaén en torno a la Galería Castillo, concibe su creación como un espacio sagrado, de libertad de acción y pensamiento, comunicativo, esencial y nunca definido siempre expresado de forma honesta y directa.
Descosidos, según indica Jiménez Rabasco, es la propuesta de "la niña de la casa del pozo". "Un viaje a la experimentación de todas esas sensaciones que nos hacen sentir vivos, no teniendo por qué ser necesariamente positivas". No en vano la exposición es "una vuelta al disfrute del acto creador, pero también a una forma de sacar del interior esa parte que nos duele y que todas las personas llevamos dentro".
Así, esta muestra es el resultado de entender "la expresión artística como un acto de desahogo, como una liberación que se refleja a modo de teselas que forman parte de nuestro mosaico vital, ya sea para unirlas o para deshacerlas definitivamente".
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