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"La fama es que te reconozcan por lo que haces"

Por Fran Cano - Marzo 24, 2019
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Juani Jódar Molina (Canena, 1996) estuvo una semana en el conocido concurso Fama: a bailar. El paso por La Escuela le ha valido para saber qué quiere hacer justo ahora, cuando las cámaras ya no están ahí, apuntándola. "Quiero darme mi tiempo para crear algo propio", cuenta a este diario en una terraza de Navas de Tolosa.

La joven de 23 años habla con sentido de pertenencia de Canena, el pueblo en el que siempre aguarda una pandilla multitudinaria para celebrar cada regreso. ¿Qué artista será Juani Jódar? Está por ver. La suya es una historia de tomar decisiones con valentía y sabiendo que cada 'sí' y cada 'no' abre y cierra puertas. Parece que se le da bien elegir. Las dudas, mejor a un lado. Que no molesten. Como la fama.

—¿Cómo lleva el regreso a la vida real?

—Bien, porque como ha sido poco tiempo mi vida no ha cambiado mucho. Es cierto que mi proyección en el mundo de la danza ha tenido más visibilidad, pero tampoco ha supuesto mucho cambio. He vuelto, y ves el asunto de las redes, pero lo he vivido con normalidad.

—¿Ha tenido esa sensación de burbuja a la que aluden los concursantes de concursos que obligan a estar encerrados?

—A ver, solo he estado una semana. Y por un lado, me ha servido de desconexión positiva: una semana sin móvil, sin contacto con la gente más cercana. Si hubiese durado más, sería de otra manera. Dado el poco tiempo, ha sido un momento para centrarme. Aunque es cierto que es muy intenso. Lo que sí comenté con los compañeros es que en cualquier trabajo acaba la jornada y luego comentas cómo ha ido todo con la familia. Allí es diferente. Ciertas críticas que harías de forma normal, solo comentarios, te los guardas. Lo puedes hacer, pero te expones a que el público te critique.

"NADIE TE OBLIGA A DISCUTIR CON UN CONCURSANTE"

—¿Y qué tal llevó vivir rodeada de cámaras?

—Soy una persona más bien tímida, y pensaba que iba a suponer un choque para mí. Pero tampoco me di cuenta de las cámaras. Mis compañeros me acogieron bien, y me centré más en el trabajo que proponía la Escuela.

—¿Por qué quiso entrar en Fama?

—Esa pregunta me la hicieron allí también. La vida de un artista tiene menos opciones que otro tipo de carreras y de ámbitos profesionales. Pensé en Fama como una plataforma para que me viese la gente y yo podía compartir lo que sé. Es una oportunidad más para eso.

Estefanía Martínez, bailarina jiennense, nos comentó que Fama había visibilizado la danza, pero que ella no se animaría a entrar a un formato televisivo. ¿Le daba miedo perder intimidad?

—Que Fama le da visibilidad a la danza es obvio. Pero el mundo de la danza es muy amplio. Y el programa le da visibilidad a cierta parte, pero otras propuestas no se ven tanto. Insisto, es una plataforma más y muy buena. Y sobre la intimidad, es algo a lo que te expones. La aceptas. Entiendo que influye el cómo sea cada cual. Si entras con pensamientos positivos y vas con ganas de aprender y pasarlo bien, es raro que tengas problemas. Mi experiencia ha sido genial: la gente ha sido muy simpática dentro y fuera de las cámaras. Intimidad pierdes: comes, ensayas y bailas delante de una cámara. Estás compartiendo cosas, pero mi experiencia no ha sido esa, sino de mostrar más personalidad. No tenía miedos discutir o pelarme con alguien; quería vivir la experiencia. Si vas con mentalidad positiva, las cosas te pueden salir mejor. El programa no te arrebata toda la intimidad ni te obliga a discutir con nadie. Según lo que he vivido, se centra en la danza.

"FUERA BAILABA MÁS, PERO DENTRO ES MÁS INTENSO"

—Imagino que se quedó con ganas de seguir más tiempo.

—Sí, la dinámica del programa es así: empiezan 16 concursantes y a partir de ahí entran dos personas cada semana al tiempo que salen otras tantas. Viendo el programa del año pasado ya me di cuenta de que quienes entran después tienen menos posibilidades de quedarse. Porque los 16 primeros están acostumbrados a la forma de trabajar desde el principio. Fuera de la escuela yo bailaba más horas que las de dentro, pero no es tanto las horas como la intensidad con la que se vive ahí dentro.

—¿Y ahora qué?

—Cuando me llamaron del programa tras los casting, estaba en el Centro Andaluz de Danza, en Sevilla. Al entrar firmas un contrato que tiene cláusulas relativas a la asistencia. No puedes faltar sin justificaciones. Yo estaba en mi primer año y tenía que regirme a esas normas. Cuando decidí entrar al programa me expuse a que me echaran del centro, independientemente de cuánto durase en Fama. Al salir de La Escuela me he puesto en contacto con los profesores, y no me dan acceso a toda la formación, pero sí a parte de ella, a las clases técnicas. Me voy a ir para allá y voy a darlas, y sigo formándome.

—¿Vuelve con una suerte de régimen especial?

—Sí, allí se está como por bonos. Están los becados, como ya estaba al inicio, que tienen toda la formación. Y luego hay gente que sin audiciones pueden acceder a las clases técnicas. Yo ahora tengo acceso a este tipo de formación.

—Dejó su pueblo muy joven para irse a Granada. ¿Le marcó esa independencia prematura?

—No creo que me marcara. Me fui más joven y dejé a todos mis amigos. Me perdí cosas en mi círculo. Pero lo hice para ganar otras. Una vez que sales fuera de tu pueblo te acostumbras a relacionarte con la gente y a aprender más de la vida. El hecho de estar con mi hermana me ayudó.

—Y Granada no está mal.

—No, claro. Es una ciudad muy bonita. Intimé con la gente con la que estuve. Dentro de lo que cabe, fue una experiencia fácil. Sacrificada, pero fácil.

"ASOCIO CANENA A MI GENTE Y A LA TRANQUILIDAD"

—Háblenos de Canena. ¿Cómo es su pueblo?

—Para mí significa tranquilidad, volver a un lugar acogedor. Lo asocio a ver a mi familia y a descansar. Valoro Canena porque es un pueblo que, pese a ser pequeño, la mayoría de la gente joven hemos estudiado y hemos salido fuera. Cuando nos reunimos hay mucha unidad. Mantenemos costumbres, como vernos en el pub del pueblo.

—¿Sigue teniendo amistades ahí?

—Sí, además somos una pandilla muy grande. Siempre estamos juntos. Eso es algo muy positivo para mí. Hay quien pierde la conexión con su grupo al salir fuera, y por suerte no ha sido mi caso. Somos cerca de 30 amigos que vamos y venimos y siempre estamos juntos.

—¿Le preocupa regresar un día y que haya cada vez menos gente?

—Sí me preocupa. Yo estoy orgullosa de mi pueblo. Estoy contenta de lo que es y de lo que significa. Me da pena que haya pocas oportunidades. Pero eso no pasa solo en Canena sino en cualquier pueblo o ciudad pequeña. Lo iremos viendo en el futuro. Ojalá todos los que hemos estudiado podamos volver y vivir en el municipio.

—¿En algún momento volvería?

—Por ahora no. Lo digo en un futuro más lejano, porque inviertes horas en estudiar y en formarte. Volver al pueblo es un fracaso en ese sentido: tu ambición no se ha cumplido. Ojalá pudiese volver y trabajar en mi ámbito. Pero hay que ser realista.

—¿Le gustaría enseñar danza?

—Como he tenido tantos profesores, sé que hay buenos y regulares. Me gustaría enseñar porque así también aprendes, pero antes de eso haría falta tener una formación muy buena y segura para no tener que cortarle las alas a nadie. No quiero condicionar a alguien por ser una profesora con limitación de conocimientos.

—Vengo de entrevistar a un profesor de Filosofía. ¿Qué es la fama?

—Para mí es un reconocimiento a lo que ha sido la trayectoria de alguien. Yo no entré al concurso para buscar fama, sino para tener una oportunidad más en el mundo del arte, donde hay tan pocas. La fama no es que la gente te conozca, sino que te reconozca.

—¿Mira ahora más el móvil?

—Sí, al salir del programa he mirado mi cuenta, claro (ríe). Y hace ilusión que haya gente que hable bien de ti, pero tampoco quiero ceñirme a eso. Lo he hablado con mi familia: ha sido una semana que me ha servido más para saber qué voy a hacer ahora. Ahora tengo que focalizar mis objetivos.

Fotografías y grabación de la entrevista: Esperanza Calzado.

Edición de vídeo: Fran Cano.

Fotos de la galería: Cedidas.

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