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"Me gustan las actividades diferentes para enriquecer al público"

Por Fran Cano - Agosto 08, 2021
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Francisco Toro Ceballos (Alcalá la Real, 1960) no tiene redes sociales ni tarjeta bancaria. Este hombre, muy alto y de tamaño imponente, está a punto de cumplir las cuatro décadas de técnico en el Ayuntamiento de la que siempre ha sido su ciudad. Toro sólo se ha separado de La Mota en momentos muy puntuales: la cita con la Universidad de Jaén y el servicio militar en La Palma (Tenerife).

La entrevista con Lacontradejaén es un lugar mágico y cargado de historia para el técnico, la Biblioteca Municipal que fundó y dirigió Carmen Juan Lovera, una de sus referencias culturales más pronunciadas, como lo es Domingo Murcia, el cronista de Alcalá la Real. Francisco Toro valora la dicha de un puesto que le ha permitido conocer desde a grandes novelistas y poetas como a empresarios de la cultura y catedráticos. Toro dice que nunca hay que dejar de oír el ruido de la calle. Es decir, bien vale la pena tratar con cariño a la gente venga de donde venga.

—Pasó Etnosur en Alcalá la Real y estamos en los Festivales de Agosto. ¿Cómo está siendo impulsar la cultura en tiempos de la pandemia?

—Casi con toda la normalidad. En el Ayuntamiento de Alcalá la Real el concejal de Cultura lo tuvo claro desde el principio, apostamos por la cultura segura. Por eso en Etnosur hicimos una conferencia con Chema Cantón, que es un hombre que viene de las orquestas, que tan mal lo han pasado. Queríamos seguir apostando por la cultura segura, con todas las medidas. Creo que nuestro Ayuntamiento es el único que ha mantenido la programación salvo los tres meses del confinamiento general. A partir de ahí empezamos a programar y nos hemos adaptado a la normativa de aforo. Apostamos por mantener la programación fundamentalmente porque la vida continúa.

—Uno de los argumentos para seguir con espectáculos de ocio y de cultura es el económico: dar trabajo a quienes más han sufrido la crisis, pensando incluso más en los operarios que en los artistas. ¿Está de acuerdo?

—Sí, sí. Fue la principal opción que tuvimos, porque hay mucha gente que vive de los espectáculos, desde taquilleros hasta operarios pasando por la gente de iluminación y de sonido, que no ha trabajado en un año y medio. En Etnosur la mayoría de los grupos que vinieron fue su primer concierto en un año y medio.

—¿Cree que la gente valora el esfuerzo que supone organizar eventos con las medidas de seguridad?

—Hay disparidad de opiniones, como ha demostrado el festival Etnosur. Hay gente que lo ha atacado porque cree que no se debería haber hecho, y nosotros defendemos, me refiero al Ayuntamiento, que había que hacerlo con todas las medidas de seguridad. Personalmente, también soy de esta segunda opinión. Aunque, claro, yo me debo a lo que decidan mi concejal y el alcalde.

—¿Qué le dicen los alcalaínos por la calle acerca de Etnosur y de lo que va de Festivales de Agosto?

—Con los festivales no hay ningún problema porque se han mantenido siempre. El año pasado también hubo, porque así se decidió. Son 68 festivales ininterrumpidos. En 2020 ya sacamos espectáculos a la calle. Ahora bien, si traes danza contemporánea o un show de tres dimensiones, hay que hacerlo en el teatro. Si se de la opción de traer una obra como la de Alberto Conejero y Chema del Barco, con la compañía Lo Claro, que es jiennense, apostamos por ellos sin duda. Pero como digo, hay que hacerlo en el teatro. No se puede hacer en la Plaza del Ayuntamiento. Hay que seguir haciendo actividades con todas las medidas de seguridad.

¿Qué me dicen de Etnosur? Pues igual. Etnosur ha detenido fans y detractores toda la vida. Este año no han salido los detractores que criticaban el tema de la suciedad o de las aglomeraciones. No ha habido la presión vecinal de otras ediciones. Pero, por otro lado, también se han dado las críticas por la ausencia de la acampada, de la música en el Paseo de Los Álamos... No se podía hacer efecto llamada, y alguna gente no lo entiende.

"CARMEN JUAN LOVERA CAMBIÓ MI VIDA"

—Cumplirá 40 años como técnico en el Ayuntamiento de Alcalá la Real en 2022. ¿Qué balance hace?

—Magnífico. Un 10. Cambió toda mi vida, porque me encontré con Carmen Juan Lovera. De niño yo era un gran lector sobre todo de cómics. He sido vago para leer, pero me tragaba todos los cómics que había en la biblioteca. Hasta que perdí un libro. Libro de los exemplos del conde Lucanor, edición de Aguilar. Lo perdí en segundo de Bachillerato y lo encontró mi abuela en una limpieza exhaustiva. Apareció el libro detrás de una alacena. A partir de ahí tuve que entrar a la biblioteca a escondidas. Cuando Carmen no me veía entrábamos con más niños. Y como perdí el libro tenía el carné tachado, de modo que no podía sacar libros. Sí podía leer allí. En el año 1982 me dijeron que tenía que irme con Carmen Juan Lovera a cambiar la biblioteca, cuando pasó al edificio de los Juzgados. El alcalde de entonces me dijo que le ayudara a Carmen por mi fuerza bruta (ríe). Carmen fue un revulsivo en mi vida, porque la descubrí como compañera, como amiga y como maestra.

—Usted empezó en la Biblioteca Municipal. ¿Cómo fueron aquellos inicios?

—Carmen Juan Lovera no quería ser bibliotecaria, sino archivera. Lo que le gustaba era la investigación. Ella era muy huraña con los niños. Sobre todo con los más traviesos. Se merece un homenaje por muchas cosas. Cuando un concejal mío dijo: "Por primera vez se ha hecho una exposición...". Yo le dije que eso era un error. Nunca digas "por primera vez". Porque antes de ti ha vivido gente. En los años 50 aquí hubo un movimiento cultural muy potente, que fue el Centro de Estudios Alonso Alcalá. En un pueblo perdido de Jaén hubo un movimiento cultural impresionante. Entonces yo empecé a tratar con Carmen Juan Lovera e hice la historia del centro. Ella no fue la fundadora, pero sí la dinamizadora de ese centro. En los años 50 ya había un germen cultural en Alcalá la Real impresionante para la época.

Me encargué de la biblioteca y de una cosa que me dio muchas satisfacciones: en el mercadillo ponía libros para que la gente se los llevara como préstamos. Fue un revulsivo impresionante. Eso me permitió traer el primer 'bibliobus' que vino a Andalucía. El segundo fue a Dos Hermanas (Sevilla). Recuerdo todo lo que había que hacer, utilizando tablones de las bodas que me dio el gerente del salón de bodas y celebraciones El Marino, y encima de eso ponía los libros. Y todos los días del mercadillo en los años 80 la gente se llevaba los ejemplares y los traía. No se perdió ni un libro.

"HABLO IGUAL CON UN CATEDRÁTICO Y CON UN VECINO SIN FORMACIÓN"

—Y más tarde, a comienzos de Alcalá la Real, dio el paso al Área de Cultura. En este tiempo ha conocido desde artistas —pienso en los sucesivos ganadores del Arcipreste de Hita— hasta promotores pasando por profesores de la Universidad y concejales. ¿Qué le deja todo ese roce?

—Mire, lo que me deja es que he vivido muchos mundos y en muchas parcelas que si no hubiese sido técnico de Cultura no hubiese vivido. Estuve también 10 años llevando la Biblioteca Municipal. Lo que me ha permitido es tener muchos registros. En un día yo puedo hablar con un feriante, con alguien de la calle, con artistas, con jóvenes poetas y con catedráticos de Cambridge, Harvard y Massachusetts vinculados con el Arciprestre de Hita.

—De este certamen señero habrá conocido a muchísimos autores.

—A todos los grandes, desde Pepe Hierro hasta Antonio Gala. Igual que hablo con ellos hay que hacerlo con la gente que viene a preguntar cualquier asunto. Con la misma sensibilidad y con los mismos códigos. Yo soy muy de decir burradas, y lo hago con un catedrático y con un vecino sin formación de la calle. He tenido la suerte de conocer a muchísima gente de la cultura que sin mi puesto aquí jamás hubiera conocido. Un funcionario de ocho a tres hace siempre el mismo trabajo. Y yo no quiero ser funcionario. Mi mundo es otro. Afortunadamente ha sido así. Cuando estaba en la biblioteca, impulsábamos películas, partidas de ajedrez y demás. No quería una biblioteca muerta. No quería que la gente fuese a estudiar, sino que optaba por una biblioteca como punto de encuentro dinámico.

He tenido la suerte de viajar mucho, de ir a ferias y de ser espectador de una gran cantidad de obras de teatro. Hace poco estuve en el Museo de Cádiz. Y cuando estoy en este tipo de ambientes, no voy como un espectador normal. Mi idea es aprender: me fijo en cómo se cuelga un cuadro, en cómo resuelve la organización tal problema. Y he conocido muchísima gente del ámbito de los títeres y a los grandes de la obra gráfica, como Rafael Canogar, que trabajó en Alcalá durante quince días. Mi suerte es que todos mis concejales me han dejado trabajar. Yo he echado muchas horas. Y si hay que trabajar en fin de semana, pues igual.

—¿De qué trabajo documental disponible en el Archivo Histórico se siente más orgulloso?

—De las colecciones diplomáticas. Yo soy el archivero porque tras la muerte de Carmen Juan Lovera hay un vacío y como no tenemos a la figura específica, me hago cargo del Archivo. Yo quería ser Carmen Juan Lovera en 'chico'. Siempre ha sido mi referencia, como ahora lo es Domingo Murcia, cronista de Alcalá la Real. De mayor quiero ser Domingo Murcia. Va a ser muy difícil ser cronista de Alcalá, porque Domingo ha dejado el listón muy alto.

Quería ser, como le decía, el archivero, pero la plaza que se creó tras la jubilación de Carmen Juan Lovera fue la de técnico de Cultura. Me ha gustado mucho la paleografía. La transcripción de documentos me ha salvado del estrés, porque supone sentarse y descubrir el documento. No me interesa hacer el estudio, sino poner el documento a disposición de la gente para que no tenga que venir al Archivo. Éste me ha permitido, además de conocer a muchas personas interesantes, como ocurre ahora con vecinos que quieren conocer la historia de sus bisabuelos emigrantes.

Hay un caso muy curioso, el de Carmen Cirila, una mujer de la aldea de Ermita Nueva que no tiene formación. Ahora mismo es la que mejor conoce el Archivo de Alcalá la Real. Le ha dedicado muchísimo tiempo. A mí el Archivo me ha dado tranquilidad para transcribir documentos. Imagine siete meses en Jaén de cuatro a ocho de la tarde. Sólo abría el Archivo Diocesano. Logré cuatro volúmenes de toda la documentación sobre Alcalá la Real, que la uní a los pueblos de Castillo de Locubín y de Frailes. Me leí todos los boletines eclesiásticos desde 1880 y tantos, y saqué todas las noticias que había. La gente ya no tiene que 'chuparse' más de un siglo de boletines eclesiásticos.

"ME IDENTIFICO CON LA ALCALÁ CULTURAL Y ABIERTA"

—Ha vivido siempre en Alcalá la Real a excepción de su etapa universitaria en Jaén y del servicio militar en La Palma (Tenerife). ¿Cómo le contaría la ciudad a quien nunca la ha pisado?

—Hay muchas Alcalás (resopla). La gente que viene a los bares tiene una Alcalá. La gente que viene de juerga, aunque ya hay menos, pues otra Alcalá. Yo tengo la referencia de La Mota y la referencia de mi trabajo y de mi familia. Mi padre se vino de Venta de Los Agramaderos en el año 1955 a Alcalá. Y mi madre y mis abuelos siempre han sido de aquí. Pero es que hay muchas Alcalás. Yo creo que es una ciudad abierta, acogedora y, como dice Domingo Murcia, una ciudad muy fugaz al ser fronteriza, porque 500 años después la frontera sigue marcando. A veces somos abiertos y otras veces, no tanto. Lo sé por mi mujer, que aunque lleva aquí 40 años vino de Tenerife.

En general, es una ciudad abierta y con mucha programación cultural. Mis compañeros de otros pueblos saben que hay una programación estable, variada e innovadora, que apuesta por otras cosas. La gente tiene que conocer más allá de la propuesta genérica de la Diputación de Jaén. Por eso he apostado por iniciativas como el Festival Internacional de Títeres para Adultos de Alcalá la Real 'Titereal' y por artistas como Analía Sisamón. Recuerdo que en Casablanca a la una de la madrugada había títeres para bebés. Había espectáculos magníficos como los que hacían Hugo e Inés, de Perú, o Pep Bou con sus pompas de jabón, antes de ser más conocido. Y el violinista Ara Malikian, que ahora tiene un precio prohibitivo, vino dos veces a los institutos de Alcalá la Real. Más tarde participó en una edición de Etnosur. Me gustaba traer cosas raras. El Brujo también vino dos veces, por cierto.

—Dice que no quiere ser un funcionario al uso. También trabajó de camionero. ¿Alguna vez ha echado de menos un oficio más de calle, lejos de la rutina de la oficina?

—No, no, no. Mi padre era camionero y mi yerno lo es y de ruta. No, le agradezco a mi madre que me inscribiera en unas oposiciones que no eran para mí. Yo no lo sabía. Y le agradezco que me diese la máquina de escribir. Terminé la mili en el año 81, fui furrial de cocheras, me saqué todos los carnés de conducción y estuve de camionero. Pero no lo echo de menos. Yo ya había hecho Magisterio en la antigua Escuela de Peritos. Y el Área de Cultura me ha permitido conocer a Carmen Juan Lovera y estar casi tres décadas con ella, a Enrique Toral, que fue un maestro impresionante y nos cedió un legado cultural increíble. Son mis grandes maestros junto con Manolo Urbano, quien tenía pocos amigos y muchos enemigos. Me da rabia que sus amigos no lo reconozcan. En todos mis libros pongo "a mis maestros, Carmen Juan Lovera, Enrique Toral y Manuel Urbano". Nos morimos y no somos nadie.

—Tiene cuatro hijos. ¿Un padre debe condicionar de alguna manera el futuro laboral o es mejor que se mantenga al margen?

—Cada uno de mis hijos ha elegido. Y ninguno ha hecho lo que yo quería. Es una putada ser padre. Ahora entiendo al mío. Tenemos muchas espinas. Como digo, cada cual ha escogido su vida y sus novios. Yo no quería algunos novios y ahora me alegro. Claro, ves a tu hija echarse novio con quince años y dices 'joder'. O a otra que estudia Biblioteconomía, se va de movilidad y le toca la Universidad que está al lado de donde está su novio militar, soldado raso. Ahora estoy contentísimo con él, pero en aquella época pensé: "Seis mil universidades en el mundo y te toca la 'Carlos III' en Getafe, justo al lado de donde está tu novio trabajando". En fin, en la vida hay que ser honrado y llevarse bien con todo el mundo. Hay que pensar en la gente de a pie. Yo he tratado bien a los conserjes, por ejemplo, porque si quieren te puede molestar en un acto. Igual que con los electricistas. Hay que llevarse bien con todo el mundo.

—Lo dice porque es lo que ha trasladado a sus hijos.

—Eso. A todos mis hijos, y creo que lo han seguido.

Fotografías y vídeo: Fran Cano.

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