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El primero del primero

Por Antonio Pulido Casas - Diciembre 23, 2018
El primero del primero
El jugador Fali.

Hace unos años se produjo la remodelación del Pavelló Municipal de Santa Coloma de Gramanet en el que era preciso hacer unos arreglos en la cubierta. En las alturas colgaba una camiseta blanca, con el 6 y el nombre de Fali a la espalda, que durante más de 15 años se había mantenido en un lugar presidencial de las instalaciones. Al finalizar las obras se habían subsanado los desperfectos, pero nunca más se supo de aquella zamarreta que desapareció sin que ningún "paleta" haya reclamado la autoría del hurto. Ni se le espera.

El Industrias García, residente en esa pista, se ha convertido en un símbolo de Santa Coloma y en un salvavidas para muchos jóvenes de sus calles, los cuales se mezclaban con un ambiente problemático en las décadas de los 60 y 70, "cuando se construían pisos antes que alcantarillas", según recuerda Vicenç García, fundador del club y responsable de la supervivencia del mismo desde que en 1975 se constituyera la entidad "para lavar la imagen de la ciudad, que sólo aparecía en la prensa por sucesos negativos". Años antes, en 1969, García creó la empresa homónima, y decidió, como amante del deporte que es, conformar un equipo de una disciplina incipiente como el fútbol sala para "matar el gusanillo". Los campeonatos Meyland fueron la primera piedra de toque a los que se enfrentó la institución, que no tardarían en dar el salto a finales de los 70 a la Tercera División que ya organizaba la Federación Catalana de Fútbol.

Vicenç García cuenta su estrategia: "Por mi vinculación con el mundo del deporte, incluso llegué a jugar partidos amistosos con el Espanyol y entrené a un equipo alevín del FC Barcelona, conocía algunos jugadores de fútbol tierra de la zona. Les propuse entrar a trabajar en la empresa con la condición de que compitieran en el club". Y no al contrario, han leído bien. Rafael Durán, ese tal Fali, fue uno de ellos. Llego a la empresa en 1980, con apenas una veintena de años, y desde entonces permanece como empleado de forma ininterrumpida. No tenía ningún contacto con el fútbol sala. Cero. Y acabó con su nombre amarrado a la historia del club decano en España. Fue el primero de los primeros.

"Mi hermano trabajaba en la empresa y me animaba para que fuera a jugar a distintos pueblos. Después de venir de la mili me incorporé a la fábrica, aunque ya había participado en algunos partidos", rememora Fali, casi 40 años después, mientras mantiene el mismo puesto de trabajo en una ciudad en la que todo el mundo le conoce como si fuera uno más en Santa Coloma. El Industrias, como todo el que gatea, comenzó desde las categorías más bajas y durante varias temporadas logró ascensos consecutivos hasta que en 1987 alcanzó la División de Honor, con Fali como figura esencial de un equipo que destilaba lo que respiraba: barrio. Otra figura, algo más pequeña, estaba bajo los palos. Vicenç García tuvo que dar un paso al frente cuando a ninguno de los trabajadores les atraía la idea de detener balones. El "presi" ya tenía experiencia en su infancia, cuando el larguero lo delimitaban el "alta, alta" sobre dos mochilas. Y no les fue mal la combinación, pues García presenció todas las promociones de su equipo hasta Honor y allí, después de dejarlo donde merecía, se retiró.

 Plantel del Industrias García. Fali, el segundo por la izquierda en la fila de abajo.
Plantel del Industrias García. Fali, el segundo por la izquierda en la fila de abajo.

Pero el Industrias siguió de la mano —y los pies— de Fali hasta convertirse en el primer jugador internacional del club catalán y representarlo en el I Mundial FIFA, celebrado en los Países Bajos. No fue necesario pedir días libres en el trabajo, si es que alguien se lo preguntaba, y sólo le pusieron una única condición: "Pásatelo bien". Para entonces el fútbol sala había calado sobremanera y el Pavelló Municipal rebosaba afición durante los partidos. "Esa progresión provocó mucha afluencia. La gente se integraba, animaba y lo pasaba bien. Me han querido y me he sentido muy querido", admite el exjugador. Sin embargo, él mismo rehúye de los focos: "Nunca me ha gustado vivir de esa figura, era uno más en el equipo, y con la ayuda de todos he estado un poco más arriba. Notaba esa expectación. Éramos un grupo de amigos".

Fali y Vicenç García insisten en pronunciar la palabra familia. En otros tiempos, mucho más rústicos y con presupuestos más escasos, convivían de otra forma. Pasaban fines de semana juntos, como el de la verbena de San Juan, en la que los jugadores dormían en los sofás o en la terraza, y la esposa del presidente cocinaba mejillones con una salsa típica catalana. Fuera de la pista siempre ganaban.

"Mi mejor recuerdo son todos los compañeros que he conocido. No he tenido problemas con nadie, iba contento a entrenar y existía verdadera amistad dentro del equipo. Para mí, ellos son esenciales", refleja Fali, cuyos mayores atributos dentro de la cancha residían en ir al ataque, algo muy colomense. "Si podíamos ganar de 10, ganábamos de 10. Defender un resultado no me gustaba. Disfrutábamos atacando", insiste. Los que le vieron lo definen como un referente, goleador, asistente y líder, especialmente en cuanto a sembrar el camino de ilusión a las nuevas generaciones.

 Fali, como capitán, entrega un trofeo a un integrante del Peñarol de Montevideo.
Fali, como capitán, entrega un trofeo a un integrante del Peñarol de Montevideo.

"Mucha culpa de lo que somos hoy en día se lo debemos a Fali. Fue increíble. Sobresalía, el primer jugador de alto copete. Venía gente de toda Cataluña a verlo, un ejemplo de todo. Gran deportista y una gran persona. Le estoy muy agradecido por todo lo que ha dado y da a mi empresa", afirma el presidente con una correspondencia total, la misma que mostró cuando, después de 12 años de carrera y la responsabilidad de una familia al cargo, Fali dejó el fútbol sala y con él las jornadas desde las 6 de la mañana a las 11 de la noche. Su familia lo necesitaba. Vicenç García observó como referencia todas las camisetas que el FC Barcelona había retirado en sus distintas secciones y decidió ser pionero en el fútbol sala por una causa más que merecida. En 1992, al término del último partido de Fali con el escudo del Industrias García en el pecho, frente a la selección española, se retiró el número 6, que jamás nadie volverá a enfundarse bajos esos colores. "Tomé esa decisión porque se lo merecía", sentencia García, que cumplió sueños gracias al deportista que ese día estaba despidiendo.

No obstante, Fali se reservó una última contribución al club durante la temporada y poco en la que actuó como entrenador. Le habían hablado de un jugador que despuntaba en el Sant Andreu y se percató de que aquel joven, recién entrado en la mayoría de edad, tenía cualidades suficientes para llegar a lo más alto cuando fueron a verlo jugar. No costó mucho invitar a Javi Rodríguez a participar en la historia del equipo.

Duró poco, pero tras él llegaron otros como Óscar Redondo, Dani Salgado o Adolfo, representantes de un estilo imperturbable en Santa Coloma: disfrutar. "Quise quitar a los niños de la calle. Si son 100 o 200, mejor, les enseñamos valores deportivos. Lo que tengo más claro es que, si algún día no puedo ayudar al club como lo estoy haciendo ahora, de lo primero que voy a prescindir será del primer equipo. ¿Por qué? Porque lo que más ilusión me hace es tener a un pequeño que empieza desde el principio y que a la larga llega al máximo nivel. Esto es lo que a mí me llena. Es el premio que tenemos. Sólo con equipos de base podremos dar continuidad a nuestra historia", afirma Vicenç García.

Para que así fuera, hace unas décadas, todos quisieron ser como Fali. El primero de muchos. Con o sin camiseta en el techo.

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