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Juan García Carmona, 25 años de la muerte de un cofrade entrañable

Por Javier Cano - Febrero 24, 2021
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Juan García Carmona, 25 años de la muerte de un cofrade entrañable
Juan García Carmona, a la derecha, recibe un diploma de manos de Joaquín Sánchez Estrella, gobernador de La Expiración en 1983, durante un homenaje. Foto cedida por Joaquín Sánchez Estrella.

En el día de su 106 cumpleaños Lacontradejaén evoca hoy, de la mano de uno de sus hijos, al inolvidable jiennense cuya memoria sigue intacta en la ciudad

Si el nombre de la calle en la que se nace tuviera algo que ver con la personalidad de la criatura que llega al mundo en ella, Juan García Carmona (Jaén, 1915-1996) sería un caso evidente de relación causa efecto.

Y es que fue en la jaenerísima calle del Pozo, regada con el sonido constante de las teclas del piano de doña Lola Torres, donde vino a la vida este inolvidable cofrade, todo un pozo de entusiasmo si se trataba de sacar adelante una idea de Pasión o de Gloria hasta transformarla en hermandad, en procesión, en colectivo fraterno. 

Ahí está su mano cofundadora en La Borriquilla, su trabajo incansable en La Expiración, su empuje en El Perdón, su experiencia puesta al servicio de la 'joven' Estrella, su amor a La Clemencia, su participación en La Santa Cena, su labor en La Vera Cruz, su inacabable aliento en la Cofradía de la Virgen de la Capilla... 

 Juan García Carmona, con el traje de estatutos de La Borriquilla, dirige el trono del Señor Entrando en Jerusalén de Jacinto Higueras, en la década de los 60. Foto cedida por José García García.
Juan García Carmona, con el traje de estatutos de La Borriquilla, dirige el trono del Señor Entrando en Jerusalén de Jacinto Higueras, en la década de los 60. Foto cedida por José García García.

Hoy, cuando cumpliría 106 años de existencia y en este 2021 que hace, también, el 25 de su muerte, Lacontradejaén evoca, de la mano de José García García (uno de sus hijos y digno continuador de su legado), a Juan García Carmona:

"Para él, el mundo cofrade significaba una parte muy importante de su vida; no se limitaba a la Semana Santa, a ponerse el caperuz y a salir sino que durante meses, o si se le ocurría alguna idea, estaba involucrado con sus cofradías", recuerda García. 

Carpintero antes que ordenanza municipal, de su taller (instalado en su propia casa, en la castiza calle Cañuelo de Jesús) "salieron la primera cruz de guía, los palos de los gallardetes, el arcón donde se guardaban todos los artefactos..." de La Borriquilla, rememora su hijo. 

 Consumado belenista, a la cofradía de la patrona regaló su monumental belén, plagado de maquetas hechas por él mismo, como muestra en esta foto de 1993. Foto cedida por Joaquín Sánchez Estrella.
Consumado belenista, a la cofradía de la patrona regaló su monumental belén, plagado de maquetas hechas por él mismo, como muestra en esta foto de 1993. Foto cedida por Joaquín Sánchez Estrella.

Emprendedor donde los hubiera, de su magín salieron un montón de iniciativas para arrimar fondos con los que sacar adelante a aquellas cofradías de mediados del XX que, a día de hoy, son teselas imprescindibles del mosaico pasionista de aquí. 

UN HOMBRE INQUIETO

En su faceta profesional, "desde chavalillo fue carpintero": "Lo quisieron meter a sastre, pero no le gustaba, se subía por las paredes cuando se lo proponían", asegura José García. Superado el trance, "estuvo en varias carpinterías, la última de ellas vinculada a la familia de los sacerdotes que dirigían la parroquia de San Bartolomé; estaba en los bajos del colegio de Santo Tomás", explica su vástago. 

A la madera se dedicó hasta después de la Guerra Civil, tras su paso por la División Azul, cuando opositó al Ayuntamiento de Jaén y consiguió la plaza de ordenanza que ocupó hasta la jubilación. Más de uno lo recordará vestido de macero en las grandes ceremonias de la ciudad, entre ellas la llegada del obispo Romero Mengíbar a su nueva diócesis, allá por mayo del 54, de la que ha quedado un valioso documento gráfico.

Casado con Rafaela García y padre de tres hijos (José, Rafael y Juan, su tocayo, ya fallecido), los problemas instestinales que arrastraba desde tiempo atrás lo metieron en las filas la muerte. Eso sí, la memoria de su entrañable figura y de su incansable trabajo sigue intacta, y hasta la semilla cofrade que sembró en sus vástagos continúa vivísima en alguno de sus nietos:

"Cada vez que, después de estos veinticinco años, alguien se acuerda de mi padre, me sobrecoge, me asusta un poco", concluye José García García. La memoria, el perfume del alma la llamó la romántica George Sand. Será por eso que, cuando huele a incienso en la calle, la estatura espiritual de "Juanillo" viste de nazareno.

 Fotografía de 1980 dedicada por Juan Carlos I a Juan García Carmona, en recuerdo de la recepción concedida a una comisión de la cofradía expiracionista. En segundo plano, el recordado Rafael Ortega Sagrista. Foto cedida por José García García.
Fotografía de 1980 dedicada por Juan Carlos I a Juan García Carmona, en recuerdo de la recepción concedida a una comisión de la cofradía expiracionista. En segundo plano, el recordado Rafael Ortega Sagrista. Foto cedida por José García García.

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