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Helio, la inquieta "memoria gráfica" de los huelmenses

Por Javier Cano - Septiembre 25, 2022
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Helio, la inquieta "memoria gráfica" de los huelmenses
Helio Quesada, cámara en ristre y en su ambiente. Foto cedida por Helio Quesada.

Pertrechado con su cámara, este enamorado de su tierra no falta a ningún acontecimiento y acumula un gran archivo que comparte con sus vecinos vía redes

Por delante de la mirada de Helio Quesada García (Huelma,1950) han pasado y siguen pasando los grandes acontecimientos de su pueblo y los pequeños detalles que construyen su intrahistoria; sus personajes más ilustres y los anónimos que, cada día, sacan su cuerpo de la casa a la calle hasta convertirse ellos mismos en parte de su paisaje, en sombra de su ciudad, como el poeta Kavafis. 

Sí, desde comienzos de los 80 este enamorado de su tierra registra lo grande y lo menos grande, a quienes brillan y a los que pasan por el mundo embutidos en un poncho de discreción: 

"Nuestro paisano Helio es el fiel reflejo de personas que aman su pueblo y que contribuyen de manera callada y desinteresada a la conservación de nuestra cultura y nuestro patrimonio, en este caso es el principal encargado de mantener la memoria gráfica de los huelmenses a través de sus grabaciones", dice de él Juan Luis Guzmán, concejal de Cultura, Comunicación, Turismo, Comercio y Vivienda del Ayuntamiento huelmense.

Pocas cosas escapan al objetivo que lo precede, es ya un hombre a una cámara pegado, lo mismo en las fiestas que esos momentos que para cualquiera pasan desapercibidos y, sin embargo, hacen municipio, vaya que sí. 

"Cuando me vine de Barcelona tenía un cochecillo, un Seat 850; se le fundió la junta de culata y me cobraban más por arreglarlo que lo que me costó el coche: dieciocho mil pesetas de aquella época. Entonces, en vez del coche me compré la camara, y a los tres o cuatro meses de estar en Huelma la cámara me dio para comprarme dos coches", asegura. 

Claro, no eran tiempos en los que los aparatos para grabar abundasen en los hogares, y Helio se convirtió en un imprescindible en eso que llaman 'BBC' (bodas, bautizos y comuniones); si tendría éxito, que llegó a compaginar su afición audiovisual con su trabajo, al frente de un comercio de electrodomésticos por cuyas puertas salió, jubilado, hace siete años. 

"Me planto con mi cámara y grabo los actos, sumo archivos y luego los publico en las redes; hay detalles que la gente no conoce y se sorprende al verlos, ese es el éxito de Empatía [su perfil de Facebook]. ¿Por qué Empatía? "Eso es lo que le falta a la gente en el mundo, por la falta de empatía no nos entendemos en el mundo", reivindica. 

 Segundo por la izquierda, Helio Quesada se emplea a la guitarra con Los Jónicos, el recordado grupo huelmense. Foto cedida por Helio Quesada.
Segundo por la izquierda, Helio Quesada se emplea a la guitarra con Los Jónicos, el recordado grupo huelmense. Foto cedida por Helio Quesada.

UNA VIDA INTENSA

Esa tarea, ese empeño suyo de captar y archivar la vida de los huelmenses es lo que le ocupa el tiempo libre desde que dijo adiós a los horarios, los clientes, la rutina... "Si hubiera tenido tiempo me hubiera entregado a eso, ya es tarde para muchas cosas, pero me ha encantado el mundo de la imagen. Soy un aprendiz de todo y un maestro de nada", sentencia.  

Lo dice él, porque hace seis meses decidió parar un poco, desaparecer del mapa virtual y ¡madre mía la que se ha liado!: 

"Soy una persona que me esfuerzo por conocerme y me he puesto a prueba, a ver lo que aguantaba sin redes ni nada. He visto que lo controlo, he aguantado esos meses y ya me he puesto otra vez al tema. Pero la gente me ha dicho que los había dejado huérfanos, que a ver si volvía; a mi mujer y a mis hijos [tres, fruto de su matrimonio con Virginia Rivera] les preguntaban si es que estaba malo". 

Lo aprecian y, claro, cuando falta se echa de menos, como el emigrante a su patria chica. Él sabe lo que es eso: "En el año 73 fui a pasar una semana a Barcelona y me quedé diez años, trabajando". Así, como el que no quiere la cosa, sin cualificación profesional pero con todas las ganas de comerse el mundo.

No pudo estudiar más de seis o siete años, había que arrimar el hombro en la casa y las ovejas, los cerdos y las cabras fueron sus compañeros en los pupitres de hierba a cielo abierto.

"Con diecisiete o dieciocho años me di cuenta de que el campo no era lo mío y le dije a mi padre que me dejara estudiar, aquí, con los maestros; me examinaba en Jaén e hice el bachiller superior, que no terminé", recuerda.

Lo que sí 'aprobó', y con nota, fue su incursión en el mundo de la música, de la mano del recordado grupo huelmense Los Jónicos: "Eso me permitió viajar cuando nadie lo hacía, salir del pueblo. Tocaba la guitarra rítmica, el bajo, el órgano...".

Mediaba la década de los 70 y la versión huelmense de Los Bravos, Los Brincos y aquellos conjuntos que hacían las delicias del personal en los guateques se hinchó de tocar por toda Andalucía: "Estuve unos siete años con ellos, y puedo decir que ha sido una de las cosas más bonitas que me han pasado". Tanto como el honor que el Ayuntamiento les concedió a Los Jónicos: pregonar la feria de 2019.

 Con algunos de sus compañeros de Los Jónicos, pregoneros de la feria de Huelma 2019. Foto: Ayuntamiento de Huelma.
Con algunos de sus compañeros de Los Jónicos, pregoneros de la feria de Huelma 2019. Foto: Ayuntamiento de Huelma.

Luego, ya en tierras catalanas, llegó hasta a pagar las quince mil pelas de tasas para continuar una formación que la falta de tiempo y el exceso de trabajo convirtieron en eterna asignatura pendiente. 

Eso sí, salió adelante pero bien, currando como el que más y viéndole color a un esfuerzo que terminó por pasarle factura, como él mismo reconoce: 

"No supe gestionar la avalancha de trabajo y de lo bien que me iba económicamente, me entró una depresión, agotamiento físico y mental". Era un crack reparando electrodomésticos, colocando antenas en los bloques; se lo rifaban, y un exceso de responsabilidad que le impedía delegar en sus subordinados lo hizo polvo: "Terminé ahogado", confiesa.

Bendito ahogo, que lo llevó a volver a su Huelma de su alma con su mujer y su primer hijo, a aumentar la familia ya en territorio giennense, a abrir su tienda, que todavía sigue vivísima de la mano de su vástago: "Me traía de Barcelona mercancía a unos precios fantásticos, furgones enteros, algún camión incluso; y todo lo vendía aquí. La gente respondió muy bien, tuve mucha suerte".

Debe de ser verdad eso que dice, porque lo tiene más que claro: "La gente del pueblo ha sido fantástica, no tengo con qué pagarles cómo se han portado conmigo. Soy un privilegiado", celebra. Un privilegiado agradecido, y eso es (o al menos un refrán lo dice) de bien nacido.

 Rodeado de su familia, en esta ocasión el protagonista del reportaje pasa de detrás del objetivo a ponerse delante de la cámara. Foto cedida por Helio Quesada.
Rodeado de su familia, en esta ocasión el protagonista del reportaje pasa de detrás del objetivo a ponerse delante de la cámara. Foto cedida por Helio Quesada.

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