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Stop ictus

Por Raquel Hernández Cobo - Octubre 29, 2021
Stop ictus
Investigadores del Grupo de Investigación de la Universidad de Jaén "Estrés Celular y Edad", dirigido por la Catedrática de Biología Celular María Ángeles Peinado Herreros.

El ictus es una de las patologías más frecuentes en todo el mundo. En España afecta a unas 120.000 personas al año, de las cuales fallecen en torno a 40.000

Además de los costes emocionales y sociales que suponen estas muertes, el ictus conlleva un coste económico muy alto para la sanidad pública. Esto se debe a la gran cantidad de ingresos hospitalarios que supone esta patología. Pero, sobre todo, al gran número de secuelas que puede dejar esta enfermedad en los supervivientes que, en muchos casos, se vuelven dependientes.

El ictus, accidente cerebrovascular, apoplejía, embolia, infarto cerebral o derrame cerebral, son términos que nos suenan a todos. En realidad, de forma general hacen referencia a la patología producida por la disminución o interrupción del aporte de sangre a una zona del cerebro.

En este sentido, se sabe que dependiendo de la zona del cerebro que se vea afectada por la falta de sangre y oxígeno, los pacientes pueden sufrir alteraciones en el lenguaje, la movilidad, la memoria, la vista o la ingesta de alimentos, entre otras manifestaciones. Más llamativos son los casos reportados, tras el ictus, de personas que hablan con un acento totalmente distinto del de su lengua materna o que hablan un idioma que no conocían o incluso que adquieren habilidades como dibujar o pintar con gran detalle que antes no tenían.

Pero ojo, porque no todos los ictus son iguales. Hay dos tipos principales: por un lado el ictus isquémico, que es el más frecuente (80-85%), y suele estar causado por un coágulo o un estrechamiento de un vaso sanguíneo y el ictus hemorrágico, que es menos frecuente (15%-20%), pero más grave. Ocurre por la ruptura de un vaso sanguíneo, lo que provoca una hemorragia cerebral.

En ambos casos, el efecto es el mismo. Como no llega al cerebro la cantidad necesaria de sangre las neuronas no reciben nutrientes ni oxígeno y dejan de funcionar correctamente, e incluso mueren. Así pues, las consecuencias y la severidad del ictus dependen del tipo, de la zona del cerebro afectada y de la extensión del daño.

Entre los factores que se asocian como causas del ictus destacar entre otros: El llevar una vida sedentaria, la hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes, los niveles altos de colesterol y triglicéridos en sangre, así como hábitos tóxicos como son el tabaco, alcohol, drogas. Además, se sabe que sobre en esta patología también afectan algunos factores no controlables ni modificables como son la edad, el sexo o el lugar de residencia.

De todos estos factores, la hipertensión arterial y el envejecimiento son de los más relevantes. La hipertensión altera la pared de las arterias, que además sufre un deterioro natural con el envejecimiento. Sin embargo, se está detectando un aumento de casos en personas jóvenes, en gran medida relacionados con el estilo de vida.

También es reseñable el papel del estrés emocional en el desarrollo del ictus, ya que se ha observado cómo el estrés crónico aumenta el riesgo de padecer un ictus.

¿Y qué hay de la COVID-19? Actualmente, se está estudiando la posible relación entre la infección por SARS-CoV-2 y el riesgo de sufrir ictus. Según apunta la revista médica The Lancet, esta infección incrementaría la coagulación de la sangre, lo que podría aumentar el riesgo de sufrir ictus.

Es muy importante saber detectar los síntomas de un ictus para poder actuar de inmediato. Para ayudarnos, podemos acordarnos del acrónimo FAST (rápido en inglés).

F de face (cara en inglés). Descolgamiento de una mitad de la cara o caída de un párpado.
A de arm (brazo en inglés). Incapacidad para elevar un brazo por pérdida de fuerza o adormecimiento de una mitad del cuerpo.
S de speech (lenguaje en inglés). Dificultad para pronunciar correctamente o para emitir frases coherentes.
T de teléfono. Llamar inmediatamente al 112 si observamos en nosotros mismos o en otra persona cualquiera de los síntomas anteriores.

Desde que se detectan los primeros síntomas de un ictus hasta que los tratamientos existentes pueden ser aplicados transcurre un lapso de tiempo muy corto que se conoce como ventana terapéutica. Esta ventana suele ser de 4,5 horas, por lo que, como se ha apuntado anteriormente, es crucial detectarlo a tiempo para poder actuar con rapidez. En este caso, existen tratamientos, entre los que se encuentran aquellos que intentan disolver o extraer el coágulo. Estos tratamientos incluyen el empleo de fármacos anticoagulantes o métodos quirúrgicos (catéter).

Además, existen estudios recientes sobre el empleo de nuevas terapias frente al ictus. Concretamente nuestro Grupo de Investigación (Estrés Celular y Edad)-junto a otros investigadores de la Universidad de Granada, hemos desarrollado un tratamiento que está arrojando resultados prometedores, en modelos animales, para paliar las secuelas producidas tras el ictus. En concreto, el empleo terapéutico de una proteína neuroprotectora llamada neuroglobina podría intentar ser en un futuro una terapia eficaz. Sin embargo, aún hace falta descifrar los mecanismos responsables de su acción antes de aprobar su uso clínico.

 Resultados publicados en la revista Pharmaceutics en 2020 sobre la investigación realizada por los Investigadores del grupo Estrés Celular y Edad de la Universidad de Jaén y la Universidad de Granada en el desarrollo de la proteína Neuroglobina como terapi
 Resultados publicados en la revista Pharmaceutics en 2020 sobre la investigación realizada por los Investigadores del grupo Estrés Celular y Edad de la Universidad de Jaén y la Universidad de Granada en el desarrollo de la proteína Neuroglobina como terapi

Por último, mencionar que han sido muchos los casos de personajes conocidos que, desgraciadamente, han fallecido como consecuencia de un ictus a lo largo de la historia. Entre ellos están la política Margaret Thatcher, el actor Cary Grant, el músico Johann Sebastian Bach o el astrónomo Nicolás Copérnico.

Sin embargo, el número de personas que sobreviven e incluso se sobreponen a un ictus es también importante. Gracias a ellos sabemos que en este proceso de recuperación es esencial llevar una vida sana e intelectualmente activa. Diversos estudios han observado cómo la práctica de juegos sencillos de mesa o de cartas, o de determinados videojuegos, puede mejorar la rehabilitación tras un ictus. Otras actividades, como el canto, pueden ayudar a recuperar el habla mediante el restablecimiento de conexiones neuronales perdidas.

Hay muchos testimonios de personas anónimas y conocidas que superaron un ictus y que pueden ayudar a los pacientes a recuperarse. Entre ellos podemos señalar los de la actriz Sharon Stone o la Khaleesi Emilia Clarke. Cabe destacar también el caso del ciclista Alberto Contador, ganador de Tour, Giro y Vuelta tras sufrir un ictus.

Quedémonos con un mensaje positivo, como el que refleja el músico superviviente de un ictus Joaquín Sabina en su canción Lágrimas de mármol: “Si me tocó bailar con la más fea, viví para cantarlo”.

Publicado en https://theconversation.com

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