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"PONGAMOS QUE HABLO DE JAÉN"... EN MADRID

"PONGAMOS QUE HABLO DE JAÉN"... EN MADRID

Por Javier Cano - Abril 30, 2022
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Unas 50 calles, plazas, avenidas, glorietas o placas conmemorativas de la capital de España evocan a algún ilustre jiennense, recuerdan nombres propios del Santo Reino, repiten su toponimia en sus característicos rótulos azules o rinden tributo urbano a advocaciones religiosas del mar de olivos. Un itinerario de lo más singular que este último sábado abrileño les invita a seguir Lacontradejaén: ¡en marcha, pues!

"Corazón de España" o "capital de la gloria" la llama Alberti en uno de sus heroicos romances de la Guerra Civil"; "patria de todos" la bautizó, siglos antes, el gran Calderón; don Antonio (Machado, claro) dice que es "¡rompeolas de todas las Españas!", y el Nobel Hemingway no lo duda: "la más española de todas" las ciudades. Ahí quedó. 

"Pongamos que hablo de Madrid", con la venia del ubetense Sabina, cronista oficioso de la villa y corte, ese "poblachón manchego" (en palabras de no se sabe muy bien quién) que, según otro de sus más exaltados hijos, el irónico Francisco Umbral, "lo hicieron entre Carlos III, Sabatini y un albañil de Jaén, que era el que se lo curraba". 

Que se sepa, aquel alarife no quedó inmortalizado en rótulo alguno del callejero capitalino, pero a ver quién niega que, como punto de partida, la frase del autor de Mortal y rosa es toda una tentación. 

Y es que eso de caminar por su mapa urbano puede procurar al jiennense agradables sorpresas, algo así como el subidón de chovinismo o la dosis repentina de emoción que provoca escuchar, fuera de aquí, la marcha que el maestro Cebrián le compuso a El Abuelo. Lágrimón asegurado. 

Sí, de las 9.139 vías urbanas que, según el Ayuntamiento, conforman la ciudad, un 0,54% (esto es: más o menos una cincuentena) guardan estrecha vinculación con el mar de olivos.

Una cifra que, a primera vista, puede parecer exigua pero que, bien pensado, convierte en seres (o lugares) de privilegio a cuantos campean, reducidos a nombre y apellido o con busto propio (que de todo hay), en fachadas, peanas y hasta capillas catedralicias de los Madriles. 

 Desde el año 2007, una placa costeada por los médicos de Madrid recuerda a la duquesa de Santoña en los muros del Hospital del Niño Jesús. Foto: Archivo de Javier Cano.
Desde el año 2007, una placa costeada por los médicos de Madrid recuerda a la duquesa de Santoña en los muros del Hospital del Niño Jesús. Foto: Archivo de Javier Cano.

ITINERARIO SENTIMENTAL

Puestos a sacar pecho, los símbolos resultan de lo más socorrido. Y para simbología jaenera, el olivar. Hasta 6 espacios capitaliza el árbol bíblico en la gran urbe, a saber: Camino del Olivar (Hortaleza), calle Olivar (Lavapiés), calle Olivos (centro), calle Olivo (Moncloa), Paseo de los Olivos (Latina, donde por cierto existe también un Parque del Olivar), y hasta una Plaza de los tres olivos (Fuencarral) y una calle de las Catorce Olivas (Buenavista-Carabanchel). Ah, y un Camino de los Aceiteros (Cuatro Caminos), que son del gremio.

Dicho queda pero, ¿quiénes son los miembros del 'elitista club' de homenajeados en esa 'Gran Manzana' peninsular protagonista de la obra más celebrada del conde de Foxá?

Si se acepta el paisanaje alcalaíno del Arcipreste de Hita (1283-1350) o el segureño de Jorge Manrique (1440-1479), o si se tiene en cuenta el papel de musa que ejerció Jaén en la obra del sevillano Baltasar del Alcázar (1530-1606), sepan que todos ellos figuran en el callejero de Madrid.

También los célebres hermanos Carvajales, de Martos, que emplazaron al rey Fernando IV a morir en un plazo no superior a un mes desde que el monarca los mandó rodar por la Peña del municipio, acusados de un crimen del que se declararon inocentes.  

De tiempos de Maricastaña (siglo XVI), el primer personaje histórico del callejero capitalino vinculado con la provincia es el médico y filósofo Juan Huarte de San Juan, cuyos restos yacen en la iglesia linarense de Santa María. 

Coétaneo suyo, el 'Dios de la madera', el alcalaíno Juan Martínez Montañés, no tiene ni calle ni plaza ni avenida ni glorieta, sino un colegio con su nombre. 

HIJOS DEL SIGLO XIX

Aunque motrileña de nacimiento, María del Carmen Hernández Espinosa de los Monteros (1829-1894) era cuñada del médico Bernabé Soriano, parentesco que propició una estrecha vinculación de la duquesa consorte de Santoña con Jaén por lazos familiares y devocionales.

A ella, según muchos estudiosos de su figura (ahí están los trabajos con los que sustentan esta teoría el historiador de Motril Gabriel Medina o el fallecido Manuel López Pérez), se debe el nacimiento del Sorteo Extraordinario del Niño, con el que obtener fondos para mantener la obra predilecta de la duquesa: el Hospital del Niño Jesús. 

Una mujer cuya existencia da para una novela (la duquesa mendiga la llamaron en sus últimos años) y a la que "los médicos de Madrid" dedicaron la placa que, a día de hoy y desde 2007, le rinde tributo en uno de los muros exteriores del centro hospitalario, frente al popular Parque del Retiro. Una calle en el barrio de Usera, además, evoca su labor filantrópica. 

La 'ruta' conduce hacia otras figuras notables del Jaén de la época, como el abogado Joaquín Costa (Chamartín), que ejerció de notario en la tierra del ronquío, o su tocayo el ministro Joaquín Ruiz Giménez (1854-1934). Aunque nacido a un tiro de piedra del Arco de San Lorenzo, el destino de este prohombre de su tiempo lo condujo a la cuna del chotis (Agustín Lara dixit), de la que sería varias veces alcalde. Nada más y nada menos que una glorieta, en pleno barrio de Chamberí, le rinde homenaje cotidiano. 

Supone un salto en el tiempo pero cabe resaltar aquí, igualmente, la trascendencia de su hijo, del mismo nombre (1912-2009), que nunca renunció a su ascendencia jiennense. Jurista, abogado, político y catedrático, fue el primer Defensor del Pueblo español, presidente de Unicef...

Sendas placas (ese típico rombo amarillo que asalta al paseante) recuerdan que vivió en la calle Velázquez y que en Salustiano Olózaga tuvo su sede la célebre revista que dirigió, Cuadernos para el diálogo

Caso especial es el del doctor Rafael Martínez Molina (1816-1888), que además del rótulo que identifica la vía urbana a la que da nombre, mereció la colocación de una espectacular y artística placa en la calle Atocha, 105, en la que vivió durante su celebrada etapa profesional en tierras madrileñas.  

 Placa que recuerda al doctor Martínez Molina en la casa en la que vivió, en la calle Atocha. Foto; Ayuntamiento de Madrid.
Placa que recuerda al doctor Martínez Molina en la casa en la que vivió, en la calle Atocha. Foto; Ayuntamiento de Madrid.

Conocido como el sabio andaluz o la perla de San Carlos (por el colegio donde estudió), el suyo es uno de los varios ejemplos de hijos de la provincia que hacen 'doblete' en la capital de España, con calle y monumento. ¿Que quiénes son los otros? Por lo pronto, un linarense universal, el guitarrista Andrés Segovia (1893-1987). 

En este caso, nada de 'doblete': 'triplete', que el genial instrumentista acumula, además de una plaza y un busto, una placa en la casa en la que vivió y cerró sus ojos para siempre, el número 53 de la Avenida de Concha Espina, a cuatro pasos del estadio Santiago Bernabéu. 

 Una placa recuerda que en esta casa de la madrileña Avenida de Concha Espina vivió el maestro de la guitarra. Foto: Ayuntamiento de Madrid.
Una placa recuerda que en esta casa de la madrileña Avenida de Concha Espina vivió el maestro de la guitarra. Foto: Ayuntamiento de Madrid.

Su cabeza inmortalizada en bronce, obra de Santiago de Santiago, ve pasar la vida en el barrio de Chamartín, en el centro de la plaza que el Ayuntamiento le dedicó en reconocimiento a su trascendental aportación al arte.

"En esta casa vivió y trabajó Antonio de Lara 'Tono', uno de los creadores de La Codorniz, fuente del nuevo humor español (1896-1978), reza la placa de la calle Samaria, 10 del barrio de Salamanca, en honor del gran humorista jaenero, que trabajó para la Metro–Goldwyn-Mayer y pudo presumir de amistades como el mismísimo Charles Chaplin. 

Hijo del XIX fue también San Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana, tan arraigada en Jaén. Nacido en la Ciudad de las Minas en 1874, su sombra cayó víctima de la guerra fratricida del 36, pero no así su memoria, que permanece para los restos tanto en la casa que habitó (calle Alameda, en el distrito Centro) como en el friso que le recuerda en su capilla de la catedral de la Almudena desde 1997, obra del arquitecto y escultor madrileño Naso González.

 Friso central de la capilla de Pedro Poveda en la catedral de la Almudena. Foto: M. Peinado.
Friso central de la capilla de Pedro Poveda en la catedral de la Almudena. Foto: M. Peinado.

El arjonillero Manuel García Morente (1886-1942) sacerdote, filósofo, teólogo y traductor, vivió en el selecto barrio de Salamanca, en el número 13 de la calle Ramón de la Cruz, como atestigua el cartelito colocado en este inmueble en su honor. 

En pleno Palacio de Oriente, el gran escultor santistebeño Jacinto Higueras Fuentes firma el busto de Millán de Priego. Y de la nobleza, cabe resaltar que uno de los trece condes de Torralba (título tan vinculado a Jaén) denomina una calle del barrio de Chamartín, o la imponente presencia del palacio de Linares en plena Plaza de Cibeles, con fantasma y todo. 

En los estertores de este tramo sale al encuentro del caminante el rótulo que señala que la calle en la que campea está dedicada al marqués del Rincón de San Ildefonso, José del Prado y Palacio (1865-1926), ministro, alcalde, empresario, mecenas..., situada en el barrio de Moratalaz. 

Curiosamente, un destacado personaje de los Jaenes que, oficialmente, da nombre a la castiza calle San Clemente, pero solo eso, oficialmente, porque lo que es el rótulo de esta populosa vía urbana de la capital del Santo Reino nada proclama al respecto.  

Quien sí tiene réplica en su tierra natal es el poeta Bernardo López García (1838-1870), para el que el insigne escultor Jacinto Higueras (1877-1954) labró dos soberbias placas de bronce: una, la que todavía informa de su nacimiento en la calle Maestra de Jaén y otra, la que desde 1925 sitúa el lugar de la muerte del cantor del 2 de mayo en la madrileña calle Portillo. 

En ambas, el perfil del vate evoca claramente el del busto que el propio artista firmó y que, desde 1904, cuando fue situado ante la cripta de la Catedral de aquí, va de lugar en lugar; ahora, en la Plaza de los Jardinillos, tras pasar por la Alameda, donde dio lugar a uno de esos dichos jaeneros copados de guasa. 

La fotografía facilitada a este periódico, generosamente, por la nieta de Higueras muestra el momento en el que unos operarios de la fundición encargada de culminar la pieza muestran la placa, antes de ser colocada en su ubicación definitiva. 

En la misma calle se conserva, además, el artístico rótulo de azulejo (realizada en talleres iliturgitanos) en el que aparecen, enlazados, los escudos madrileño y jiennense.

 El milagro, obra de Santiago Ydáñez en el barrio de Carabanchel. Foto cedida por el artista.
El milagro, obra de Santiago Ydáñez en el barrio de Carabanchel. Foto cedida por el artista.

Hablando del escultor de Santisteban del Puerto, es pecado pasar por Madrid y no admirar algunas de las piezas que firma su hijo Jacinto Higueras Cátedra (1914-2009), bajo techado o a cielo abierto.

Obras como el busto de Benito Pérez Galdós que alberga el Hogar Canario, el San Juan Bosco del convento de las Calatravas, los bustos de célebres compositores que constelan la prestigiosa Escuela Superior de Canto o las figuras femeninas de la fuente de la Avenida de Oporto justifican sobradamente una visita ex profeso. 

Con sello iliturgitano, la personalísima escultura arquitectónica de Miguel Fuentes del Olmo (1940) impacta al paseante con ejemplos como el mural de la Heron Corporation del Paseo de la Castellana o el edificio Oficenter, que tanto evocan a los frisos que engrandecen el edificio jaenés de Sindicatos, del Paseo de la Estación. 

"Magnífico escultor de formación académica y resonancias vanguardistas, autor de piezas de muy redoblada calidad", dice de él el artista y crítico Miguel Viribay. 

En el ámbito pictórico, los sugestivos murales del puenteño internacional Santiago Ydáñez (1969) son otras de esas virguerías de aquí que moldean la mirada del transeúnte que pasa por el populoso barrio de Carabanchel. Junto con el quesadeño universal Rafael Zabaleta (1907-1960), dos grandes embajadores creativos de la provincia en la villa y corte. 

Ah, por cierto, y ya que la cosa va de arte: ahí siguen abiertas, más de un siglo después de su inauguración, las puertas de La Duquesita, la célebre confitería que, en sus inicios perteneció a una familia jiennense, como evoca en sus deliciosas Escenas y costumbres de Jaén el maestro Rafael Ortega Sagrista. 

Ensolerado local de la calle Fernando VI, en pleno centro de la villa, donde la marquesa del Rincón de San Ildefonso compraba sus regalos y que, desde 2015, cuando estuvo a punto de echar el cierre, está en manos del reputado pastelero Oriol Balaguer.

Un precioso espacio que además de conservar prácticamente intacto su ajuar, mantiene también las recetas originales de sabor cien por cien jiennense que hicieron de este establecimiento un punto de referencia en la capital.

  En la imagen, del año 1925, operarios de taller de un taller de fundición madrileño muestran la placa que, a día de hoy, figura en la fachada de la casa donde murió Bernardo López en Madrid. Foto cedida por Ana Higueras.
En la imagen, del año 1925, operarios de taller de un taller de fundición madrileño muestran la placa que, a día de hoy, figura en la fachada de la casa donde murió Bernardo López en Madrid. Foto cedida por Ana Higueras.

UN ACTOR DE LINARES Y UN LETRADO VILLACARRILLENSE

En 2006, alrededor de un año después de su fallecimiento, el Consistorio a la sazón presidido por Alberto Ruiz-Gallardón inauguró una plaza en honor del popular actor linarense Agustín González (1930-2005).

Secundario de lujo del cine español, el intérprete era, además, uno de los rostros más conocidos de la televisión y el teatro, con una trayectoria plena de éxito y reconocimiento. Desde entonces, el distrito de Ciudad Lineal lo evoca desde el escenario de su cotidianidad. 

Hijo del siglo XX, el abogado villacarrillense Luis Javier Benavides Orgaz (1951-1977), es otro de los homenajeados en las calles de la ciudad del oso y el madroño. 

Tributo encarnado en dos placas (una a las puertas del edificio escenario del crimen que acabó con su vida y la de varios de sus compañeros y otra en las instalaciones del Colegio de Abogados de la villa y corte); en El abrazo, el monumento de Juan Genovés que los recuerda en plena calle Atocha, y el poético honor de dar nombre a un jardín en Valdeacereras-Almenara a cuenta de su trágica muerte aquel 24 de enero de 1977 que sobrecogió a toda España, cuando un grupo de ultraderechistas entró en el despacho laboralista del número 55 y se llevó por delante el presente y el futuro de cinco letrados, entre los que se encontraba Benavides.

 El nombre del villacarrillense Luis Javier Benavides encabeza la placa en homenaje a los abogados de Atocha. Foto: Archivo de Javier Cano.
El nombre del villacarrillense Luis Javier Benavides encabeza la placa en homenaje a los abogados de Atocha. Foto: Archivo de Javier Cano.

TOPONIMIA Y DEVOCIONES JIENNENSES EN LAS CALLES MADRILEÑAS

El capítulo de calles de Madrid dedicadas a espacios, sitios, lugares jiennenses es el más poblado de esta singular nómina, con hasta una veintena de rótulos de lo más familiares para el visitante que se gaste acento cien por cien Jaén (de uno de ellos, porque la riqueza fónica del Santo Reino es digna de otro reportaje monográfico).

Andújar, Arjona, Baeza, Bailén, Campillo de Arenas, Cazorla, Guarromán, Ibros, Jaén, Jimena, Linares, Martos, Navas de Tolosa, Peal, Quesada, Sabiote, Tíscar, Torredonjimeno, Torreperogil, Úbeda, Vilches y Villacarrillo tienen calle, en tanto Alcaudete, La Carolina, Sierra Mágina y Sierra Morena han merecido plaza. 

De otro lado, varias de las advocaciones religiosas de mayor relumbrón en la provincia figuran también en este repertorio, de forma que la patrona de la capital, la Virgen de la Capilla, da nombre a una plaza en el distrito de Fuencarral. 

En el mismo barrio hay también una glorieta del Santuario de Tíscar, y hasta La Morenita se hace presente, desde 1932, no a cielo abierto, sino en la capilla propia que preside en la iglesia de San Ginés, en pleno Madrid de los Austrias. 

Hasta aquí este sugerente (y seguro que incompleto )'tour' que, eso sí, tiene en algunos de sus principales museos otros puntos de interés.

Verbigracia El Prado, que alberga en su sala 018 un precioso San José con el Niño, obra del jiennense Sebastián Martínez (1615-1667); el del Romanticismo, de la calle San Mateo, que exhibe piezas del ubetense José Elbo, o el Arqueológico Nacional, donde se expone una soberbia puerta mudéjar procedente de la Catedral jiennense. 

Bajo la Plaza de Colón, el eterno niño de Linares, el incombustible Raphael, brilla con luz propia en la nómina de combustibles estatuas de cera que ofrece el curioso espacio expositivo de figuras realizadas con este material. 

Y toca volver, dejar el centro de España como el profesor Otto Landenbrock dejó el Strómboli cuando iba camino del centro de la Tierra; cruzar Despeñaperros y empacharse de auténticas calles, interminables avenidas de olivos, las que convierten el paisaje jaenés en cosa única. Regresar, sí, de Madrid al cielo, o lo que es igual: de Puerta de Atocha a Jaén término.  

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