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22 de julio: una fecha, una historia, una calle

Por Juan Vicente Córcoles - Julio 24, 2017
22 de julio: una fecha, una historia, una calle
Córcoles repasa la historia de la calle 22 de julio.

Es una calle céntrica, peatonal, que se originó a extramuros del núcleo medieval en su lado de oriente. Todas las casas de la acera de los impares descansan sobre viejos paredones de calicanto almohade ya perdidos. La calle 22 de Julio es, por lo tanto, una creación urbana del siglo XV, en una zona de expansión que el maestro Bonet Correa llamó la ciudad conventual. Efectivamente muy cerca de ella están los conventos de Trinitarias y Trinitarios, este último desaparecido.

La calle se llama 22 de Julio, fecha de la capitulación de los franceses tras la derrota en la Batalla de Bailén. El Acta de la Capitulación, que se había iniciado en la Casa de Postas, en el término de Villanueva de la Reina, se tuvo que completar en Andújar, con la firma del general Ventura Escalante, del ejército de Granada, quien, enfermo de una gastroenteritis, se hospedaba en la casa palacio de la Condesa de Gracia Real. Los franceses entraron cabizbajos, desaliñados, siendo pitados por las gentes de antaño con los famosos caballitos de cerámica; desde entonces la figura del caballero lleva un gorro frigio referente a los revolucionarios gabachos, ya que el gorro frigio se identifica con la República.  El ayuntamiento de 1908, con buen criterio, y para festejar el centenario de tan heroica fecha, le puso a la calle tal nombre.

A pesar de ser una calle con gran pasado y con unos 500 años a sus espaldas, parece que es una calle nueva al perder su adoquinado, sus árboles y su casino, renovándose toda, un muestrario de arquitectura dependiendo su valoración de las exigencias del observador.

Dos farmacias destacan en su paisaje, una la de Luis Rico, con sus farmaceúticos actuales desde 1940, viendo tres generaciones. Otra la de Guillermo Sierra, creada en 1915, estando llevada por la tercera generación también. No queda nada del talabartero Francisco Cifuentes y de la peluquería de su hermano José. Tampoco queda el Bar Capri con sus croquetas; desapareció la casa de la familia Garzón con una bella balconada  de forja y la casa de Isabel Villalba, requisada por la República en la Guerra Civil. En el recuerdo está el bar de García Rojo y los profesionales como Barrios, Alejo, Calero, Garrido, que estuvieron unidos al lugar. Los más viejos me dicen que hubo en esta calle una oficina de telégrafos. Junto a la plaza del Sol, hubo mucho tiempo una cruz pétrea, que según la tradición, fue el lugar en donde fue martirizado San Eufrasio. Quitada a finales del XIX.

Pero la calle se ha llamado también en el siglo XVII Martín de Valenzuela, caballero Veinticuatro —concejal urbano de rango superior–, jefe de milicia y mecenas del Convento de las Trinitarias en 1587. Más tarde la calle pasó a llamarse de la Audiencia. Fue sin duda por estar situada la sede en donde el alcalde mayor administraba justicia en nombre del rey. La Audiencia de Andúar se debe a los Reyes Católicos, quienes potenciaron sus funciones, dependiendo de la Real Chancillería de Granada. Este nombre ha pasado al callejón anejo, y no debe perderse. Más tarde la calle se llamó, a final del siglo pasado, Pi y Margall en honor al político catalán defensor del federalismo en la primera y efímera República, así hasta llegar a 1908 que adquiere su nombre actual.

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COMENTARIOS

Teresita Perales de la Cal

Teresita Perales de la Cal Julio 22, 2020

La primera casa por la derecha era de la familia García Garzón, y la que sigue, de mi abuelo materno Andrés de la Cal Gómez, abogado y procurador, año 1901

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