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Emocionante juramento a los pies de Jesús de los Descalzos

Por Javier Cano - Octubre 27, 2019
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Emocionante juramento a los pies de Jesús de los Descalzos
Foto de familia de los órganos de gobierno de la cofradía ante la imagen titular. Foto: Victoria Fuentes

Ricardo Cobo asume por segunda vez consecutiva el cetro de hermano mayor de la hermandad nazarena 

Ante El Abuelo, ante Jesús, el Señor de Jaén, el Nazareno... (que de todas estas formas se le llama aparte de las que, rebautizándolo, le gritan desde cada balcón o a pie de acera quienes lo ven pasar la noche del Viernes Santo); ante él pero no en el barullo de la Madrugada, sino en la intimidad de su camarín, uno a uno le prestaron juramento los componentes de sus órganos directivos, desde el hermano mayor, Ricardo Cobo, que asume el honroso cargo por segunda vez consecutiva, hasta el último responsable de sección o la más piadosa de sus camareras. 

La tarde, señalada en rojo en el calendario nazareno, comenzó a eso de las siete con el rezo del santo rosario y misa posterior, oficiada por el capellán de la cofradía, el canónigo oriundo de Monte Lope Álvarez Antonio Aranda Calvo. Fue una eucaristía solemne, de las de incienso y acólitos, como sacada de un cuadro de Claudio Coello. Apenas ni un solo banco quedó vacío en la ya hace diez años (¡cómo pasa el tiempo!) recuperada iglesia carmelita, frente a los legendarios cantones que Alcalá Wencelasda convirtió en paisaje de su poesía. 

 Momento de la entrega del cetro.Foto: Felipe Segundo García
Momento de la entrega del cetro.Foto: Felipe Segundo García

Nada más terminar la ceremonia, la cofradía se desplazó a la histórica capilla de los Frías, que tiene la habilidad de ampliarse hasta lo imposible cuando la ocasión lo requiere, y ayer era uno de esos días. No en balde se trataba de jurar (eso que dicen que ya no se lleva pero que tiene el peso de siempre en un colectivo pasionista) y de hacerlo, para más inri, a los pies mismos de la hermosísima imagen de El Abuelo.

Las miradas se pusieron en modo emotivo, con la lágrima a punto pero resistiendo para no tocar aire a la primera de cambio. Usó la palabra el capellán, leyó el decreto de nombramiento firmado por el vicario general de la Diócesis, Francisco Juan Martínez Rojas, y Ricardo Cobo quedó investido hermano mayor de Jesús: "¡Casi nada!", se oyó susurrar en ese momento a una voz anónima.

Cobo aceptó la vara de mando en un gesto que significa tanto como heredar cinco siglos de devoción jiennense y tomó juramento, uno a uno, a los suyos, su gente: desde su mano derecha, la vice hermana mayor, Rosa Garrido, y Manuel Escudero, administrador y broche de la terna, hasta el secretario, José Luis Pérez, vocales, consejeros, adjuntos y responsables de que la vida de esta entrañable entidad, numerosísima en cofrades y singular en costumbres donde las haya, llegue a cada Viernes Santo con los deberes hechos. Entre los cargos, históricos de la cofradía como José María Mariscal y Prudencio Villar, exgobernadores y ahora consejeros. 

 Cobo toma juramento a Escudero ante la atenta mirada del capellán, Antonio Aranda, y de Rosa Garrido. Foto : Felipe Segundo García
Cobo toma juramento a Escudero ante la atenta mirada del capellán, Antonio Aranda, y de Rosa Garrido. Foto : Felipe Segundo García

Ahí muchos ojos se liberaron, no había ya necesidad de esconder la emoción, y la capilla de Jesús se pareció mucho al encierro de su procesión, cuando las puertas y los muros del viejo templo restaurado de San José procuran discreción al llanto: "Quiero llorar porque me da la gana", escribió García Lorca. Es que eso de aguantarse el puchero a un paso del Señor de los Descalzos todavía no ha habido quien lo solucione, y pasa lo que pasa, que de tanto como se le ama hay que aliviarse la presión del pecho, aunque no se gane para clínex. 

Tres cofrades sintieron especialmente el temblor de saberse privilegiados por la cercanía de El Abuelo: Miguel Lanzas, nuevo vocal de Caridad y Convivencia; Inmaculada Cobo, que asume la vocalía de Juventud, y Ana Morales, que se incorpora al cuerpo de camareras. Ellos y el resto, hartos de verse casi a diario, se fundieron en abrazos nuevos a la sombra de Jesús.  

Así sucedió, y la noche, que entraba por la vidriera del Camarín con ansia de alumbrarle, invitó a desalojar lo que queda de lo que fue, hace ya tanto, el más noble balcón hacia la Senda (¡ay, la Senda!). "Si me dan a elegir un momento, solo uno, que resuma estos tres años transcurridos, siempre elegiré uno con vosotros, con cualquiera o con todos, decidiendo o no, riendo o no, pero juntos". Así le puso prólogo al silencio el hermano mayor, así empezó el futuro de una hermandad ungida de pasado. 

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