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Don Diego, una fuente con nombre propio

Por Javier Cano - Noviembre 20, 2022
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Don Diego, una fuente con nombre propio
La fuente de don Diego, adosada a la parroquia de San Eufrasio. Foto: Google Maps.

El antiquísimo abrevadero del barrio de la Alcantarilla contó durante siglos con un artístico frente construido en 1522, hace quinientos años, ya desaparecido

Si el paso del tiempo o el vicio del abandono no hubiesen hecho de las suyas, la popular y veteranísima fuente de don Diego de la capital jiennense luciría aún aquel artístico frente que el Cabildo catedralicio costeó para realzar su sencillez de cotidiano abrevadero.  

Nada menos que quinientos años hace que los mandamases de la Iglesia encargaron aquel frontal de sillería al maestro cantero Miguel Peña, donde campeaban los escudos del propio colegio de canónigos y del cardenal Merino, como relata Manuel López Pérez en su libro El viejo Jaén

Un monumental frontispicio que logró dignificar lo que hasta entonces no podía presumir más que del rudo pilón donde los animales refrescaban su sed tras horas de caminata o su fatiga de labores hortelanas, pero que andando los siglos entró a formar parte del catálogo de desapariciones de aquí. 

Todavía estaba cuando se inauguró la antigua ermita de San Félix de Cantalicio, allá por el XVIII, en lo que hoy es parroquia de San Eufrasio, y con el mismo nombre, ese don Diego cuya presencia documental se remonta al siglo XV pero del que nada se sabe y quien, eso sí, rotula con su enigmático patronímico la ensolerada calle donde la fuente cumple ya, solo, una función estética.

Agua proveniente de un manantial subterráneo, ubicado en los bajos de la Catedral, de la que el mismísimo Madoz escribió a mediados del XIX: "Es de mala calidad, aunque muy transparente como todas las de este pueblo; sin embargo puede beberse, aunque generalmente se emplea para otros usos". 

Aviso para navegantes, o para sedientos: "Agua no potable", reza una lápida en el testero del templo perfumado todavía por la grata memoria de don Cándido Carpio Ruiz

Casi escondida en un recodo de la calle, no es ni sombra de lo que fue, superviviente a los aciertos y los destrozos de los urbanistas: "Cuando bebas agua, recuerda la fuente", anima un refrán. También la de don Diego, entrañable y jaenerísima por poco recomendable que sea eso de besarle el líquido.

 La fuente de don Diego, a principios del XX. Foto: Instituto de Estudios Giennenses.
La fuente de don Diego, a principios del XX. Foto: Instituto de Estudios Giennenses.

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