Cerrar Buscador
CINES DE VERANO, VERANOS 'DE CINE'

CINES DE VERANO, VERANOS 'DE CINE'

Por Javier Cano - Julio 09, 2022
Compartir en X @JavierC91311858

Contra los asfixiantes meses estivales, los jiennenses tuvieron una alternativa 'de película' en los numerosos espacios abiertos con los que contó la provincia el pasado siglo. Una oferta de ocio que, en la capital, cuenta con un único superviviente

Trianón, El Norte, Jalisco, Rosales, Jaén, Jardín, Iris, San Lorenzo, Victoria, Museo, Plaza, Estadio, Belén, Avenida, Auditórium... 

Son las sonoras denominaciones de los cines de verano de los que disfrutó la capital jiennense a lo largo del siglo XX (y continúa haciéndolo actualmente con el último de ellos), solo una resumida muestra de la importancia que estos establecimientos de ocio y cultura tuvieron en la vida de toda la provincia la pasada centuria, que también supo de olas de calor y bochornos. 

Locales a cielo abierto donde el personal daba rienda suelta a su imaginación ante la gran pantalla a la par que aliviaba los rigores estivales de aquí pero en los que, eso sí, la quietud narcótica que según Muñoz Molina caracteriza a las salas de cine era una quimera, de tanto chavea y tanto ambiente familiar como se respiraba en ellos.

Un cambio de aires para quienes no tenían posibilidad de salir huyendo del lorenzo, o de ese aburrimiento provinciano que tan bien describió Flaubert en su obra cumbre, y encontraban el mejor de los destinos en estas populares salas a la intemperie donde refrescos, aperitivos y séptimo arte conformaban un todo inolvidable (o eso dicen muchos de los que pasaron por ellas).

"Me encantaban los cines de verano porque eran muy libres, además podías comprar alguna bebida, un refresco y te hinchabas a comer pipas", evoca la actriz Rosario Pardo, más de Jaén que el Portazgo y quien desde la casa de una tía suya podía ver gratis las películas que ponían en el viejo Avenida, del Paseo de la Estación: "Muchas veces nos regañaban, porque eran películas para mayores de dieciocho años", apostilla.

 Así veían los giennenses de hace décadas lo que hoy es la Plaza de Rosales, cuyo legendario cine aparece reflejado en esta fotografía de Garrido. Foto: Archivo de Javier Cano.
Así veían los giennenses de hace décadas lo que hoy es la Plaza de Rosales, cuyo legendario cine aparece reflejado en esta fotografía de Garrido. Foto: Archivo de Javier Cano.
  

UN ITINERARIO 'DE PELÍCULA'

Por no hacer demasiado extensas estas páginas digitales, y como se ha señalado ya líneas arriba, Lacontradejaén se centra en esta ocasión en el catálogo de salas estivales de la capital. 

Un itinerario 'de película' que convertía la ciudad en un paraíso para los cinéfilos del XX, si se tiene en cuenta la ratio de locales y su amplia presencia en diferentes barrios de Jaén. 

Vamos, que hasta más de uno ha podido ver a Fred Astaire y Ginger Rogers marcándose el continental en la cubierta de un trasatlántico por el Paseo de la Estación, o al mismísimo Clark Gable comprando entradas en la taquilla dos de la actual plaza de toros, incluso George Raft (el Guido Scartucci de Pacto con el diablo) habría pedido fuego a cualquier devoto de El Abuelo al salir del Camarín.

Zonas donde, antaño, se ubicaron los cines veraniegos y en las que las estrellas, como canta Serrat en sus Fantamas del Roxy, no descansan en paz. Aviso para navegantes aficionados al misterio. 

Entrando en materia, y puestos a competir en antigüedad, la palma se la lleva el cine de verano que albergó la antigua Plaza de Sagasta (actual de San Francisco), puesto en marcha en 1928 sobre el solar de lo que después sería edificio de Correos (antiguas carnicerías) y que mantuvo su actividad hasta cinco años después, según aclara el estudioso granadino-jaenés Severiano Iglesias Tortosa, una auténtica enciclopedia andante sobre el séptimo arte en tierras del Lagarto. 

Después llegarían los míticos rótulos del resto de 'salas', repartidas a lo largo y ancho del plano callejero local. Sitios de lujo para combatir la canícula pero completamente desguarnecidos cuando al cielo le daba por soltar un chaparrón en días de bochorno:

"En el Rosales [primero Jalisco, en la Ropa Vieja, sobre lo que fue convento de la Coronada y posteriormente cárcel] recuerdo una tormenta con la película Deserción; diez minutos antes empezó a llover, y un empleado nos dijo que bajásemos al Darymelia, donde podríamos seguir viéndola", recuerda Iglesias.

El San Lorenzo, en el 31 de Almendros Aguilar, a cuatro pasos del Arco; el Jaén, frente al pilar del Arrabalejo; el Jardín, que compartió espacio con el desaparecido acueducto romano de la Senda de los Huertos y donde un actor de orígenes giennenses, Enrique Villén, descubrió su vocación artística: 

"Había varios cines de verano, pero yo iba al Jardín, que es donde veía todo el cine del mundo con mis padres, por la noche, oliendo a jazmín", recuerda para este periódico. 

Otro asiduo era un por entonces jovencísimo estudiante extremeño que pasado el tiempo llegaría a convertirse en líder sindical de la UGT, Cándido Méndez:

"He ido mucho a los cines de verano, el Museo, el Rosales, el Jardín, la plaza de toros, el Auditórium y el que había al lado de Pansillevas, en la Puerta del Sol... ¡el cine Jaén!", hace memoria para este periódico.

Por cierto, en el Jardín Cinema, frente a los Cantones de Jesús, Méndez recuerda haber vivido una de las situaciones más (¿cómo decirlo?) contradictorias, surrealistas... de toda su vida:

"De ese cine tengo en la cabeza que allí me tragué Franco, ese hombre, en el 65. El régimen llegó a un acuerdo con Eisenhower para implantar las bases militares en España, se impulsó un intento de apertura, en ese proceso se conmemoraron los famosos veinticinco años de paz y a los súbditos españoles de aquel entonces nos colocaron esa película", y apostilla: "Fui a verla por curiosidad, lo que sí recuerdo es que, al menos, la noche era muy fresquita allí". 

Donde a día de hoy se encuentra el edificio de Correos funcionó poco tiempo, en 1934, el Iris Park, "el más desconocido de todos los cines de verano de Jaén", sentencia Severiano Iglesias. En el coso de la Alameda, el Plaza y  ya en plena ciudad extramuros, el ensolerado centro de la ciudad puede presumir de aromas cinéfilos. ¿Que no?

En el que fuera durante décadas Paseo de Alfonso XIII, el Trianón (que tiene a gala el poder considerarse primer cine de verano, con todas las letras, de la capital, en palabras de Iglesias), El Norte, Museo, Avenida... En la calle Virgen de la Cabeza, el Estadio; y cerca de allí, en Menéndez y Pelayo, ya en el Ejido, el cine Belén.

"Forman parte de mis recuerdos, mi padre me lleva a todos los cines que podíamos ir en Jaén, también en verano, y a mí me parecían una maravilla; El exorcista creo que la vi en la Alameda, me marcó aquella luna llena mientras veía la película. Esos recuerdos son maravillosos", afirma Rosario Pardo. 

Sí, allí rieron, se lo pasaron en grande y lloraron los giennenses como todos los amantes que se reconcilian y todas las cocineras que pelan cebollas (por decirlo con palabras de Jardiel Poncela, uno de los dramaturgos más llevados a la gran pantalla). 

INCÓMODOS PERO PLENOS DE ENCANTO

En los 70 empezaron a decaer como decayó todo, por culpa de la televisión, que se metió en casa. Eran unos cines muy agradables, la gente los ponía a tope; en Jaén llegó a haber catorce cines de verano. 

"El San Lorenzo era un pedazo de cine, pero el Rosales tenía la dificultad de que estaba en plano y si se te ponías detrás de un señor, pues estabas a dos velas, no veías nada", rememora Severiano Iglesias, que define el ambiente que se vivía en estos establecimientos como "familiar":

"La gente iba en familia, era como una peregrinación al cine, se veía la película, tomábamos pipas y gaseosa y luego, a casa". Por unos precios de lo más populares, "dos pesetas en general y cuatro o cinco en la delantera", se podía retrepar el personal en aquellas sillas de anea y madera cómodas para un ratillo y no tanto para lo que dura una cinta.

Aquellas 'butacas', junto con el calor acumulado por el hormigón que solía presidir estas estructuras, hacían que los ambigús (imprescindibles y de lo más visitados) no diesen abasto. 

"Recuerdo que en el Auditórium vendían cigarrillos de matalaúva, por unidades, y había una especie de humareda allí, en el cine, que hasta te podía colocar", asevera Cándido Méndez. 

 El auditorio es el único cine de verano que continúa activo en la capital. Foto: Ayuntamiento de Jaén.
El auditorio es el único cine de verano que continúa activo en la capital. Foto: Ayuntamiento de Jaén.

Hasta 1984, año que se puede considerar, según Iglesias, el del finiquito de los cines de verano, estuvieron activos el Plaza y el Auditórium.

Este último, sin embargo, ya como Auditorio Municipal, se erige como heredero, junto con la plaza de toros, de la tradición cinematográfica estival en Jaén. "Me sorprende que todavía acuda la gente a ese cine, y me alegra mucho", concluye Severiano Iglesias. 

He visto un error

Únete a nuestro boletín

COMENTARIOS


COMENTA CON FACEBOOK