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LUCES (Y SOMBRAS) DE BOHEMIA: 'EL NIÑO AMADOR'

LUCES (Y SOMBRAS) DE BOHEMIA: 'EL NIÑO AMADOR'

Por Javier Cano - Noviembre 12, 2022
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Una evocación de la figura de Francisco Amador Serrano Segovia con la perspectiva que dan los años transcurridos desde la pérdida de quien es alma inseparable del paisaje de Jaén, perfil de estatua viva que renunció a posibles pedestales para vivir a su manera y a pie de calle 

No era torero ni cantaor, aunque ambas honduras corrían como Pedro por su casa por los cauces aquerenciados de su sangre. Hasta nombre de figura le ponía apodo, y de dinastía, como muchos grandes del cante o la tauromagia, que así bautizó el gran Manolo Sanlúcar el arte de Cúchares en su idioma eterno de guitarra, de música. 

Se llamaba Francisco Amador Serrano Segovia, había nacido en Jaén en 1931 y durante décadas, muchas décadas de la segunda mitad del XX y hasta su marcha casi definitiva en 2008 fue estatua viva de su ciudad amada (lo de "casi" es porque de la memoria sentimental de aquí no hay quien lo saque, como le pasa a esas calles a las que les ponen rótulo nuevo pero siguen llevando su nombre antiguo para los restos): El niño Amador

"Eso le venía de siempre, la gente mayor lo llamaba así, niño Amador, porque era hijo de Amador, el dueño de una boutique muy conocida que había en la Carrera", relata su entrañable amigo Rafael Palomino Gutiérrez a este periódico. 

 La popular boutique Amador, en la Carrera. Foto cedida por Carlos Serrano Tirado.
La popular boutique Amador, en la Carrera. Foto cedida por Carlos Serrano Tirado.

Sí, hijo superviviente de Amador Serrano y Concha Segovia tras la pérdida de su único hermano, eso de atender detrás del mostrador lo traía de serie; por parte paterna, en aquella tienda que todavía muchos jiennenses recuerdan como "la más bonita de Jaén", un poco más arriba del añorado teatro Cervantes, cuyos vistosos escaparates se cuajaba él mismo. Y por línea materna, gente del pescado, como aclara su hijo Carlos Serrano Tirado: 

"Su padre, mi abuelo, era de Torredonjimeno y mi abuela, de Jaén. La familia de la abuela tenía puesto en la plaza y pasado el tiempo crearon, ella y sus hermanos, Pescados Jaén, bajaban a Motril y se traían género". Antes, en sus años de adolescente, establecimientos inolvidables como Los Madrileños supieron del don comercial de Paco Amador, acaso uno de los más conocidos desconocidos (o viceversa) personajes del Jaén contemporáneo. 

Una situación que, hoy, Lacontradejaén intenta atenuar de la mano de algunos de los que lo supieron bien, de los que lo quisieron y se sintieron apreciados por él. 

 Con sus padres, Amador y Concha. Foto cedida por Carlos Serrano Tirado.
Con sus padres, Amador y Concha. Foto cedida por Carlos Serrano Tirado.

"UN JARAMAGO" DE JAÉN

"Él decía siempre que era la primera flor de la primavera, que es el jaramago; se identificaba con esa flor porque él nació en primavera, en marzo, y porque para él era la más bonita".

Algo tendrá el agua cuando la bendicen, porque no han faltado poetas que canten a esa expresión mínima y humildísima del campo jaenero: "Este jaramago crece / del puro escombro, cenicienta carne, cuerpo / en pena de una historia creada en su camino" (Manuel Ríos Ruiz dixit).

Acercarse a la figura del protagonista de este reportaje procuraría satisfacción y frustración, a partes iguales, a quien se aventurase a hacerlo sin contar con fuentes autorizadas que vertieran claridad sobre la biografía copada de luces y sombras de quien se autodefinía como un jamargo de Jaén de toda la vida.

De ahí las garantías que ofrece el testimonio de su hijo Carlos, quien ya desde sus primeras palabras deja patente la personalidad de su padre: "Si le hubieses llamado para entrevistarlo, te hubiese dicho que no; seguramente este sea el primer reportaje que protagoniza, en vida intentaron entrevistarlo varias veces pero lo rechazó, incluso a periodistas amigos". 

¿A qué ese celo, esas precauciones? "Primero, porque era cualquier cosa menos vanidoso. Además me decía que no quería dar entrevistas porque la gente no se iba a creer lo que iba a contar", recuerda el menor de sus dos vástagos. Y es que la trayectoria vital de Paco Amador era de todo menos eso que más de uno llamaría convencional. Siempre "como el brillante y el lodo, entre el linaje y la chusma", lo describió en verso Juan Martínez Pozo. 

¿Que pasó por las aulas y se formó hasta obtener un título oficial, de perito mercantil?, cierto; ¿que se casó (con Rocío Tirado Lozano, hija del conocido industrial Esteban Tirado Carrillo, al frente de una conocida marca de anís hecho en la capital, en el antiguo caserón de los Uribe?, verdad también; ¿que montó una fábrica de mueble castellano en Parla (Madrid) y una tienda de antigüedades en Benidorm, como el más ambicioso de los empresarios en potencia?, indudable, así fue...

Pero que su modo de estar en el mundo iba por otros derroteros tampoco tardaría mucho en corporeizarse, en convertirlo en ese legendario jaenero cosmopolita que, después de todos sus viajes, encontró en la tierra natal su particular Ítaca: 

"Hablaba inglés muy bien, estuvo trabajando con un fotógrafo catalán en Londres, viajó mucho; incluso hubo una época que dio clases de inglés en Jaén, y también de conducir". Un hombre de elegantes ademanes y aristocrático porte innato en cuyas casas siempre abundaron los libros ("había hasta incunables", afirma su hijo).

Aristocrático porte..., y atractivo, sex-appeal (dicen) de ese que derrite: "En Jaén hubo una época que cuando decíamos eso de que hay tres cosas hay que relucen más que el sol, lo cambiábamos y era 'tres cosas hay en Jaén que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el niño Amador; era muy ligón, de joven y de menos joven", comenta su amigo Rafael Palomino, que como tantos vecinos de la capital lo recuerdan con su característica capa española, gorra, sombrero o boina, pañuelo al cuello, pipa en la boca, perilla, incipiente melenilla neorromántica... Lo que se dice un Alejandro Sawa cien por cien mar de olivos.

 Francisco Amador Serrano y su exesposa, Rocío Tirado Lozano. Foto cedida por Carlos Serrano Tirado::
Francisco Amador Serrano y su exesposa, Rocío Tirado Lozano. Foto cedida por Carlos Serrano Tirado::

LA BOHEMIA

Un atenuado Max Estrella de alma y hueso, que trazaba sus itinerarios particulares de barras y aceras hasta convertir las ciudades por las que pasaba en territorio entrañable: "Probablemente fue el último bohemio, era el último vestigio de una forma de vivir, de otra época", indica su hijo Carlos. 

Como salido de una novela valleinclanesca, Francisco Amador Serrano Segovia sucumbió a la llamada de su naturaleza, rompió los blandos quitamiedos que le imponía su condición de casado y padre (de Rocío y Carlos), abandonó los horarios laborales y se zambulló en el concepto romántico de libertad:

"En Londres conoció a la mujer de Xavier Cugat, era amigo de Hemingway, de Jaime Ostos, de El Cordobés, de Paco Camino... En Madrid, en Chicote, conoció a Ava Gadner, a Rita Hayworth; tenía mucha relación con toreros, era muy aficionado. Manolo Molés [conocido periodista y crítico taurino] vino una vez a una corrida a Jaén y lo primero que hizo fue preguntar por mi padre. A Micky, el cantante, yo le llamaba tío Micky", desvela Serrano Tirado. 

Luego, ¿Londres, París, el Madrid de los Austrias...? Para nada, su patria chica. "Cuando se levantaba, iba a tomarse una copa de anís al Alcaudón, al lado de la plaza; era una persona muy culta, se podía hablar muy bien con él, pero su vida bohemia, que duró hasta su muerte, hizo que tuviera problemas de tipo social con determinadas personas", lamenta Palomino, y apostilla:

"Una vez lo medio apuñalaron en la calle Talavera, le dejaron mal una pierna, lo llevaron al hospital, casi se moría. Se cuenta que casi lo desahuciaron y que unos MIR que había allí lo metieron en hielo, le hicieron transfusiones de sangre y se espabiló. Cosas de ese tipo", añade, con un hilo de sonrisa en sus labios, el hijo del recordado poeta que lleva su mismo nombre. 

Episodios que conforman el singularísimo anecdotario de un jaenés que (de nuevo Palomino) "conocía muy bien a la gente buena, y a la que no lo era también la calaba pronto; pero llegó un momento en que se lo decía y eso le granjeó peleas; fue un personaje con altibajos, una persona que tuvo que convivir con su forma de vida y se exponía a que mucha gente mantuviera la distancia con él".

¿Otra anécdota? Ahí va. "Fue Carmelo [Palomino Kayser] al hospital porque le habían dicho que había muerto, se presentó allí con un ramo de flores y se fue para mi padre. Se lo encontró merendando y le dijo: —'Me cago en...,  no eres serio ni para morirte, y dejó allí las flores". El hermano del pintor, igualmente, suscribe este simpático suceso. 

 Francisco Amador Serrano (segundo por la izquierda), con Vicente Morales, Rosario López, Lola Altés y Carmelo Palomino. Foto cedida por Rafael Palomino Gutiérrez.
Francisco Amador Serrano (segundo por la izquierda), con Vicente Morales, Rosario López, Lola Altés y Carmelo Palomino. Foto cedida por Rafael Palomino Gutiérrez.

CARMELO PALOMINO, UNA AMISTAD CREATIVA

Uno de los que no se distanciaron del niño Amador mientras estuvo en el mundo fue él, Carmelo Palomino Kayser (Jaén, 1952-Granada, 2000). 

"Carmelo era su hermano, tienen cientos de anécdotas. Era su hermano pequeño, y Rafa [Palomino] también, se querían mucho. Recuerdo, por ejemplo, que mi abuela se fue a Madrid, me quedé en casa con Carmelo y mi padre, entonces había colegio por la tarde; pues esa tarde no fui al colegio, tuve que hacerles yo la comida a ellos, ¡me pillé un rebote con los dos!", narra el hijo de Paco Amador. 

En Concha dio comienzo la amistad de ambas familias, los Palomino Kayser y los Serrano Segovia, madres que al decir de Carlos Serrano "eran amigas en el dolor de hijos".

A ella, precisamente, asegura su nieto que quiso pintarla siempre Carmelo "con moño, pero ella nunca quiso". Sí salió del pincel del malogrado artista, sin embargo, un buen número de obras creadas en la quinta de la Concepción (otro homenaje, otro guiño), la finca que los Amador poseían en el bucólico marco del Jardín del Obispo.  

Entre las piezas nacidas al abrigo fraterno de la amistad de ambos, el retrato a pastel que el pintor regaló a su compañero de fatigas, una pieza irremediablemente kayseriana. "Carmelo y Paco ensamblaron sus almas bohemias", sentencia Rafael, también celebrado artista plástico

 Con sus hijos, Rocío y Carlos, en Benidorm. Foto cedida por Carlos Serrano Tirado.
Con sus hijos, Rocío y Carlos, en Benidorm. Foto cedida por Carlos Serrano Tirado.

ÚLTIMOS AÑOS

Resulta curioso comprobar las similitudes que, a veces, pueblan las biografías de personajes tan dispares como convergentes; "coincidencias notables, muy notables", escribió Agatha Christie en su Sleeping murders.

En Sevilla, otro bohemio empedernido, el rey del rock andaluz para muchos, Silvio, caía siete años antes que el niño Amador (que tenía también su punto rockero), vencido su cuerpo por las embestidas del alcohol, pero ambos al arrimo (memorable aquel poema de San Juan de la Cruz en la voz del sevillano) de la figura materna, que en los dos casos se autoprometieron no morir antes que sus hijos, procurarles comida caliente y ciertas disciplinas que amainasen, un poco al menos, el desorden 'sociodigestivo' de sus criaturas. 

Hasta 2018 aguantó la progenitora del cantante, cuando la muerte vino a llamarla a sus noventa y siete inviernos; un lustro menos que Concha Segovia, quien a sus ciento dos años vio irse a su hijo para siempre en 2008:

"Si no es por ella, por mi abuela, mi padre hubiese muerto antes". Rafael Palomino añade: "Su madre decía que no se moriría hasta que se muriera Paco, y efectivamente fue así". El mismo año, poco después, la autora de sus días descansaba en paz. 

Antes de eso, el tiempo no había pasado en balde sobre Amador, que en su última etapa vio mermadas sus facultades visuales y físicas hasta el punto de resumir su particular "Montmartre" cotidiano por un par de establecimientos hosteleros cercanos a su casa postrera, en la calle Mesa, a un tiro de piedra de su cama, donde según su hijo "murió milagrosamente". 

"Quería que sus cenizas se esparcieran en el Castillo de Santa Catalina. Siendo Jaén como es, me sorprende que mi padre tuviera tanta predilección y tanto cariño por la ciudad, podía haber vivido donde hubiera querido, pero vino a vivir a Jaén, amaba Jaén. Así que subimos mi hermana y yo y esparcimos su cenizas".

La memoria del periodista Carlos Serrano Tirado está copada de momentos, de vivencias: "Te voy a contar una anécdota que me pasó hace poco con Carlos, el de La Barra [Carlos de Pablo]: estamos viendo unas fotos de una exposición que tiene allí y se pone a hablarme de mi padre, de repente se nos cae una lágrima a los dos". Y concluye:

"Él tenía los ojos grises verdosos, yo marrones como mi madre, pero hace poco me dijo mi primo que cada vez me parezco más a mi padre. No tengo sus ojos, pero tengo su mirada. Quiero creer que tengo también el corazón como él. Era muy emotivo, muy cariñoso, amigo de sus amigos, no tuvo suerte en la vida y él contribuyó a no tenerla, pero vivió como quiso y en Jaén, donde quiso". 

Esta ciudad que, de cuando en cuando, se parece a las calles de un Madrid absurdo, brillante y hambriento y las tabernas del Arco del Consuelo evocan Pica Lagartos y sus farolas sin cristales ensayan luces (y sombras) de bohemia.

 Niño Amador según Carmelo Palomino.
Niño Amador según Carmelo Palomino.

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COMENTARIOS

Atalanta de Kalidón

Atalanta de Kalidón Noviembre 18, 2022

Amador:.. Carmelo, te has enterado de que viene el Papa a Jaén...? Carmelo:-...qué papa ? ---------- Carmelo:-...te das cuenta, Amador, las tragaderas que tiene los jienenses...? Amador:-...claro, Carmelo, el aceite suaviza el paso... --------- Carmelo:-...Amador, si bajas a Jaén, pásate por el mercado y te subes unos buenos boquerones que te los voy a hacer como yo sé... Amador:-...y ajos? ---------- Carmelo:-...Amador, te he dicho yo alguna vez que eres como un lord inglés perdido en Jaén...? Amador:-...y, yo a ti, Carmelo, te he confesado la envidia que me das al ser un bohemio perdido en Jaén? Carmelo:-...vámonos a la Manchega a hartarnos de reír... --------- Amador:-...oye, Carmelo, esa muchacha con la que sales, cómo es...? Carmelo:-... no sé, Amador, estamos todo el tiempo con la luz apagada... ------- Amador:-...Carmelo, tú crees que cuando nos muramos se acordarán de nosotros...? Carmelo:-...morirnos? ------ Amador:-...Carmelo, tú qué tienes verdaderamente tuyo...? Carmelo:-....Jaén, Amador...Jaén. Y tú ? Amador:-...Jaén, Carmelo, Jaén... ----- Carmelo:-...Se está bien aquí, verdad amador...? Amador:-...hombre, Carmelo...buen vino...una mesa de madera al fresco y unas sillas de anea... Carmelo:-...sí, es el Cielo... Amador:-...mejor que en mi casería, Carmelo...? Carmelo:-...casi, amador, casi como en tu casería....

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