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INTERROGANDO AL PASADO

INTERROGANDO AL PASADO

Por Esperanza Calzado - Febrero 16, 2019
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Hay personas introvertidas a las que si se interrogan son capaces de descubrir la esencia de un Jaén comprometido con su pasado y solidario con su futuro. María Paz Hueso Luque es una de ellas. Arqueóloga, técnico de digitalización del patrimonio, es capaz de poner sus piernas al servicio de la investigación por el ELA. Viajamos por su mundo

—¿Sabéis si antes de morir mi hermano dijo algo o firmó algún documento sobre quién heredaría su corona?

La frase la pronunció Isabel la Católica al conocer la muerte de Enrique. Así comenzaba la serie de Televisión Española que dio vida al poder y al sufrimiento de una de las gobernantes más importantes de la historia del país. Un trabajo cinematográfico epistolar, en el que los hechos se narran a través de bulas, actas, testamentos, planos, cartas. Lo hace desde el principio hasta su muerte, el 26 de noviembre de 1504, en Medina del Campo, cuando el rey Fernando se enfrenta a la escritura que anuncia su fallecimiento. 

—Los documentos y los libros son como un testigo: hablan solo si se les interroga

En su bloc de notas lleva apuntada la aseveración de Marc Bloch, historiador francés de la primera mitad del siglo XX que se refirió al papel del archivo como salvaguarda de una información preciada que ha presenciado los hechos específicos o inherentes a un evento. Pero hay que preguntarle, hay que investigarlo, hay que ponerlo en valor para que ese archivo responda a nuestras preguntas y desvele todo nuestro pasado. Porque la historia se esconde en un documento y personas como María Paz Hueso Luque se afanan, día tras día, en gestionar su hueco en el mundo actual. 
 
Nació el Linares, en 1972, pero desde bien pequeña, con apenas un año, se mudó a Martos. Fue una niña introvertida, una adolescente marcada por los avatares de la vida y una adulta que ha encontrado su sitio. Una jiennense con una curiosidad intelectual innata desde los ocho años que le ha llevado hasta donde hoy está.   

—A veces pienso que sé más de lo que debería o querría saber. En algunas ocasiones es mejor la ignorancia. Pero he leído con mucha avidez y toda esa información se ha quedado marcada, aunque luego haya tenido una evolución y una maduración.

Lo dice alguien que es incapaz de contar los libros que tiene en casa o los que han pasado por sus manos desde que aprendió a leer y a la que duele recordar aquellos que prestó y que nunca regresaron a su biblioteca en la Ciudad de la Peña. Organizada y meticulosa, ella fue de la última promoción de la licenciatura de Geografía e Historia, cuando todavía se escogía especialidad. Hizo Arqueología, fascinada por todo lo que había devorado sobre Egipto, Mesopotamia, Italia, Grecia... Las piedras le enamoraron, pero a medio camino se le cruzó la Antropología Física con el ahora famoso Miguel Botella, conocido como el detective de los huesos humanos, en la Universidad de Granada. Al final, los senderos del destino le han llevado donde se siente feliz, entre archivos, en la gestión documental, en la digitalización, en bibliotecas, rodeada de historia viva en papel; en este caso, de la historia democrática jiennense. Le ha llevado a interrogar nuestro pasado.

De formación inicial arqueóloga, conoció el mundo de la documentación, las bibliotecas y archivos y se quedó. Lo dice ella misma en su perfil profesional. No nos puede desvelar apenas detalles, la confidencialidad prima, pero se vislumbra la pasión que le pone. 

—Ahora mismo trabajo en un proyecto de digitalización de patrimonio documental histórico.

Ha recorrido los documentos de los 97 municipios de la provincia. Busca dar visibilidad a lo que es un archivo y darle la importancia que tiene y el acceso público. Y es que, como confiesa, la gente no sabe que allí está nuestra historia.

—Nosotros no existiríamos sin el archivo. Hay muchos tipos. Desde el administrativo, hasta el médico o el histórico, pasando por los planos o los judiciales. Es nuestra memoria y las personas que se dedican a investigar, a cuidar y a difundir el archivo se les tiene que dar la debida importancia.

En Jaén se está intentando poner en valor la historia documental e incluso se dan facilidades para que se investigue. Pero se debe dar un paso más, a ojos de la marteña. Descubrir las figuras de esos profesionales que, como los bibliotecarios, guían al usuario entre un mar de papeles para encontrar aquello que despierta su curiosidad. Y no tiene que hablar de señoríos, reyes o marqueses. Todos, absolutamente todos, disponen de un hueco en el archivo, aunque sea con su partida de nacimiento. Porque el patrimonio documental refleja tu vida, dónde has estado, dónde has vivido, cómo has nacido o cómo has muerto. 

 María Paz Hueso ha redescubierto Jaén hasta enamorarse. Foto: Esperanza Calzado.
María Paz Hueso ha redescubierto Jaén hasta enamorarse. Foto: Esperanza Calzado.

¿Cómo se trabaja con piezas tan frágiles? Explica que cuando el material es tan antiguo debe ser tratado con sumo mimo, empezando con los guantes. No se le pueden transmitir agentes, ni a la inversa. No abrirlos demasiado para no dañar la encuadernación, hacer movimientos delicados y manipularlos con la exquisitez arqueóloga de no distorsionarlos. Para ello, la era digital ha ayudado mucho, con tecnología perfectamente adaptada a los nuevos procesos de digitalización.

Pero esos mismos avances son los que llevan a esta profesión a reinventarse y a buscar su hueco en un mundo digital tendente a suprimir todo tipo de papel, empezando por la administración.

—Estamos hablando ya de la era de la administración sin papel y es lo que se pretende, no acumular más. Por eso, ahora, es el momento de digitalizar todo lo anterior para preservarlo. Hay que reinventarse, saber para qué sirve, cómo hacerlo y cómo sacarle provecho.

SUS PIERNAS AL SERVICIO DE UNA ENFERMEDAD QUE SE INVISIBILIZÓ TRAS LA MUERTE DE STEPHEN HAWKING

Su vida ha estado marcada por la literatura, la historia y el deporte.

—Siempre he practicado baloncesto y atletismo. He intentado mantener el equilibrio entre el cuerpo y la mente. 

En ocasiones no fue fácil, sobre todo cuando el camino te presenta unas barreras que parecen infranqueables. Pero de las adversidades nacen vínculos mágicos que nunca se romperán, como el creado entre María Paz Hueso y su padre. 

Desde hace cinco años corre y compite, una decisión que tomó para reforzar los vínculos con su hijo. Muy unida al Club Correcaminos de Martos, ha subido en varias ocasiones al podio. Corredora, no runner, entrena por placer, cuando quiere y donde quiere, sin obligaciones, sin ataduras. Ahora está inmersa en hacer trail, media distancia y en poner sus piernas a disposición de una enfermedad que lo primero que hizo fue robarle la sensibilidad a las de su padre.

Ella era una universitaria adolescente cuando su padre contrajo ELA, la enfermedad que la gente empezó a conocer algo más por Stephen Hawking y que se volvió a invisibilizar con su muerte. Una esclerosis lateral amiotrófica, considerada enfermedad rara para la que hoy en día no hay esperanza. 

—En ese momento no sabíamos nada de ella, aunque ahora tampoco se conoce demasiado.

Aprobó las siete asignaturas que le restaban lo más rápido posible para estar al lado de su padre hasta el último día. Una etapa que ha marcado su vida. Primero perdió la fuerza en las piernas, después en la lengua. Dejó de hablar hasta que de la silla de ruedas pasó a la cama, donde permaneció sus dos últimos años.

—Es una de las enfermedades más duras. No se puede mover, ni puede hablar, ni se puede comunicar, pero es plenamente consciente de todo lo que le pasa.

Se comunicaban abriendo y cerrando los ojos para señalar las letras de un abecedario que María Paz llevaba siempre consigo. Y ahora, con el paso de los años, aquellas piernas que dejaron de funcionar vuelven a ponerse en activo con su hija, que las pondrá al servicio de la Asociación ELA Jaén. Su objetivo, y ya están los contactos realizados, es convertirse en su embajadora dentro del mundo del atletismo. Correr con una camiseta que permita visibilizar la enfermedad y concienciar sobre la necesidad de que se investigue. Pero sus metas van mucho más allá. Pretende organizar una carrera benéfica y tantos eventos como hagan falta para recaudar fondos. 

—Afecta tanto a la persona que la padece como a sus cuidadores. Todos somos consciente de lo que va a pasar y que no hay ni una mínima esperanza, porque no hay tratamiento.

Por eso reclama investigación. Por eso correrá hasta donde le lleven las fuerzas para lograrlo. 

CUANDO VIAJAR TE HACE AMAR MÁS TU TIERRA

Si le preguntas a esta marteña dónde se ve dentro de veinte años, lo tiene claro: viajando. Separada desde hace 14 años y con un hijo adolescente de 18, ha recorrido medio mundo, en el sentido más literal de la expresión. De sus últimas vivencias y la más especial, Perú. Entrar al Machu Picchu fue algo místico. Pero Perú es mucho más. Es el Lago Titicaca, es Cuzco, es el Valle Sagrado de los Incas, es una experiencia única vivida de la mano de su hijo. En su mente está Jordania como próximo destino. Aunque Vietnam y toda la cultura asiática atraen su atención. Lo hará el año que viene, porque no pasarán doce meses sin que se suba a un autobús, un tren o un avión para adentrarse en una nueva cultura. Siempre con respeto, con humildad, con cariño. Con una actitud que le ha llevado a viajar sola en muchas ocasiones sin barrera alguna, sin miedo. 

Otras veces, como en Perú, lo ha hecho de la mano de ese joven de 18 años, al que paradojas de la vida, no le gusta leer nada. Pero, a su manera, él también forma parte de una nueva generación que está marcando el devenir de Jaén y de la que María Paz Hueso Luque se siente orgullosa. Preguntada por si los jiennenses cultivamos nuestra cultura, tiene una opinión clara. 

—Hubo una generación muy formada. Luego atravesamos una época de abandono cultural con la llegada de las nuevas tecnologías. Pero ahora hay un nuevo boom. No solo por la arqueología y la inquietud que está despertando. Sino en el mundo documental, musical, histórico... Está volviendo el auge.  

Lo afirma con orgullo y con un mensaje claro en la mente: Jaén tiene mucho potencial. Parece que esta frase está muy manida, pero lo dice alguien que ha recorrido cada rincón de la mano de libros, cartas, bulas, planos, herencias... Lo dice alguien convencida de que municipios tan mimados como Iznatoraf nada tienen que envidiar a Italia. Lo defiende una linarense y una marteña que apuesta por el talento de esta tierra. De todos aquellos conocedores hasta el extremo de su historia dispuestos a realizar un recorrido turístico por la Magdalena, los Baños Árabes, el Arco de San Lorenzo, el Refugio Antiaéreo. Solo necesitan que se les den a conocer, reclama que se les ponga en valor, como esos millones y millones de archivos que aguardan ser abiertos al mundo para descubrir, de par en par, la historia de una Jaén que debe, que tiene la obligación, de reclamar su hueco, de interrogar su pasado para labrar su futuro. 

Mientras ese momento llega y en un descanso, leeremos su libro favorito, La Biblia de Barro, de Julia Navarro, o nos sumergiremos en La elegancia del erizo, de Muriel Barbery. Algo triste pero que llega, como la pasión de María Paz Hueso Luque por interrogar a nuestro pasado.

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