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LA PAZ BORDADA EN ORO

LA PAZ BORDADA EN ORO

Por Esperanza Calzado - Mayo 20, 2017
Compartir en X @Esperanza44

—Yo no quiero seguir estudiando.

Con 16 años, un padre puede tomarse un tanto a la ligera las aspiraciones de futuro de su hijo. En plena adolescencia, más pensando en salir que en labrarse un porvenir, los progenitores velan por esos adolescentes que en el día de mañana se arrepentirán de las decisiones de ayer. Creen que ese reclamo puesto sobre la mesa cuando se barajan las opciones de futuro es solo un capricho. Porque los padres quieren lo mejor para sus hijos; un mañana en el que no les falte el trabajo y, para ello, la formación es esencial.

—Papá, yo no quiero seguir estudiando. Yo quiero bordar.

Mateo López Crespo (La Carolina) tenía 16 años cuando su padre le preguntó cuáles eran sus opciones de futuro. Su determinación no sentó bien en casa pero él estaba más que convencido. Sí quería estudiar. Sí pretendía labrarse un futuro. Pero era diferente al de los demás. Deseaba bordar. Su empeño sin fisuras le llevó a Sevilla, donde aprendió el oficio en un taller durante dos años. Un arte que, 18 años después, le ha llevado a tener una carrera prometedora. No solo con las puntadas de hilo que atesoran los bajos de su peluquería, en la céntrica calle Párroco Jacinto Muela, sino por su proyección internacional. Medalla de Oro de los Reyes Católicos, Ciudadano Europeo 2016, Caballero de la Gran Cruz y Embajador de la Paz. Ese joven de 16 años que hacía punto de cruz los fines de semana con su tía Rosi; ese muchacho que todavía hoy es incapaz de trabajar con dedal; ese carolinense que es orgullo de sus vecinos, de padre farmacéutico y madre que estudió Secretaría, ha logrado, con su tesón, hacer cambiar de opinión a aquellos que no creyeron en su sueño.

—Cuando volví de Sevilla empecé a hacer encargos muy puntuales, como fue el estandarte de la Virgen de la Cabeza de Puertollano (Ciudad Real) o una saya para la Virgen de la Esperanza.

Apenas había cumplido la mayoría de edad.

Mientras enhebraba su aguja, comenzó a trabajar con Paloma García en la peluquería, donde permaneció 11 años. Fue entonces cuando decidió hacerse autónomo y establecerse por su cuenta. Salón de belleza arriba y taller de bordado abajo, de donde han salido obras de arte bordadas en oro para cofradías de Granada, Jaén, Ciudad Real, Valencia, Palencia, Madrid, Málaga y Sevilla, entre otras.

BORDADO EN ORO

—Hace falta mucha imaginación, sobre todo para interpretar el dibujo.

Cuando recibe un encargo, lo primero es el diseño. Colabora con profesionales especializados en diseño ornamental, como el joyero José María Carrasco, de Huelva.

—Mi labor es interpretar ese dibujo. Decidir las clases de puntadas, los tipos de hilo de oro.

Sobre terciopelo o tisú, el carolinense trabaja con oro entrefino o el fino, que es plata bañada en oro de 24 quilates. Lo trae desde Barcelona, la única fábrica que queda en España. En alguna ocasión de Alemania y, poco a poco, la India se abre paso en este mercado, gracias a los bordados de los saris. ¿Cuánto puede tardar? Varía mucho en función del encargo. Por ejemplo, uno de sus últimos trabajos han sido los siete banderines con las Siete Palabras para la Cofradía del Cristo de la Buena Muerte de La Carolina. En este caso, estuvieron trabajando seis personas durante dos meses. Y es que dependiendo de la petición contrata al personal necesario para hacerla. Ahora, está centrado en el manto para la Coronación Pontificia de la Virgen de Consolación, Patrona de Valdepeñas, que será en 2019, encargo que realizará con la ayuda de las habilidosas y artesanas manos de Antonio Bravo.

Incapaz de decantarse por una de sus obras por encima de las otras, Mateo López confiesa algo de predilección por las realizadas para su Cofradía, la Virgen de los Dolores y de La Esperanza. Pero para este artista, todas las piezas confeccionadas, tanto para hermandades como para el ámbito militar, tienen un significado especial. Porque cada una esconde una historia detrás. Cada una guarda un trocito de la esencia de Mateo López Crespo.

EMBAJADOR

—Un día se puso en contacto conmigo un hombre que yo no conocía de nada. Había estudiado mi trabajo y quería reconocer mi labor artística y artesanal. Le gustaba la Semana Santa y lo que hacía.

Aquel hombre, abogado catalán de renombre internacional, era José Luis Salaverría, fundador de la Fundación Foro Europa 2001. Así fue como le concedieron la Medalla de Oro de los Reyes Católicos al Mérito Profesional.

—Supone mucho para mí. Es un reconocimiento que tiene, por ejemplo, José María Aznar o políticos y profesionales muy importantes. Mi entrega de medalla coincidió con la del galardón Ciudadano Europeo de ese año y me quedé en blanco cuando me dijeron que me lo iban a conceder. Mi padre se puso a llorar. Sobre todo, se acordó de mi madre.

Y así, el bordador en oro carolinense ha sido distinguido con el Premio Ciudadano Europeo 2016, concedido por la Fundación Foro Europa 2001. Un galardón que comparte con personajes como el exministro Josep Piqué, el periodista Luis del Olmo, la escritora Carmen Posadas o la diseñadora Rosa Clará.

Ahora, da un paso más y la Orden Internacional Antorcha Dorada por la Cultura de la Paz le ha nombrado Embajador de la Paz y le ha concedido la Gran Cruz de la Antorcha Dorada.

La orden, que forma parte de la UNESCO, distingue a aquellas "personas extraordinarias", instituciones y organizaciones que se destaquen por sus actividades y labores en la promoción de la Cultura de la Paz, la mejora de la convivencia entre los seres humanos, la resolución pacífica y dialogada de los conflictos y la promoción y defensa de  los derechos humanos, en cualquier lugar del mundo, y a fin de que su ejemplo se propague y sean imitados. Y ahí está este carolinense humilde, incapaz de hacer público su labor por los demás porque entiende que no es algo de lo que se deba presumir. Todo lo contrario, es una misión humanitaria que se queda para él. La orden ha decidido distinguir a Mateo López con el signo de excelentísimo señor, que es lo que supone la Gran Cruz.

—Cuando me dicen que voy a entrar en la orden y que lo voy a hacer como Gran Cruz no me lo puedo creer. Más cuando encima se me reconoce como Embajador de la Paz, una distinción que tienen, por ejemplo, el Dalai Lama o la Madre Teresa de Calcuta.

Esta va a ser la primera vez que la ceremonia se celebre en España. Será en Marbella, previsiblemente en junio, y allí estará él, como abanderado de su tierra, algo que lleva a gala y con orgullo. Porque si algo tiene Mateo López es que grita a los cuatro vientos que es de Jaén y de La Carolina.

Es quizás por esto, que amigos, familiares y vecinos no paran de mostrarle su cariño y el orgullo que representa para ellos. Tanto que, desde hace poco, han iniciado un movimiento que le sonroja pero, a la vez, le hace mucha ilusión. Han comenzado una petición para que la calle Plaza, en la esquina donde está su negocio, cambie de nombre y lleve el suyo.

—Para mí es todo un orgullo. Mi tío Carlos Batalla tiene una calle y recuerdo que el día que la inauguraron para la familia fue una gran alegría. Me haría muchísima ilusión.

La alcaldesa de La Carolina, Yolanda Reche, tiene conocimiento de esta recogida de firmas que han comenzado los vecinos y que, de momento, marcha a buen ritmo. Ese será, quizás, el reconocimiento que más hondo cale en el corazón de aquel joven de 16 años que se plantó delante de su padre y le dijo que quería bordar. Un chico que cose en oro las esperanzas de miles de devotos depositadas en una imagen. Un carolinense que desde un humilde taller en un pequeño municipio de Jaén es embajador de la paz en el mundo.

 

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