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LA VIDA PENDIENTE DE UN CRUJIDO

LA VIDA PENDIENTE DE UN CRUJIDO

Por Javier Esturillo - Marzo 10, 2018

"El barrio donde habito no es ninguna pradera, desolado paisaje de antenas y de cables... Quiero mudarme hace años al barrio de la Alegría, pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía". Es un fragmento de la letra de una de las canciones más personales de Joaquín Sabina y perfectamente representativa de la vida de Aurora, Paca, Vanesa, Antonia, Pepe, Francisco o Emilio, pero con una salvedad: ellos no quieren cambiar de barrio, porque ya viven en la calle Alegría. Su únco anhelo, o mejor dicho su mayor reivindicación, es que alguien les escuche y atienda sus necesidades, tan simple como el adecentamiento y rehabilitación de esta parte del casco antiguo de Jaén que se cae a trozos. Sus viviendas están rodeadas de pedazos de paredes agrietadas, restos de azulejos, cables y charcos de agua llenos de suciedad. 'Enma' ha puesto al descubierto, una vez más, las condiciones de precariedad en la que se encuentra la zona vieja de la capital, donde la infravivienda y los solares abandonados forman parte de lo cotidiano. Son jiennenses que viven en tierra de nadie. Los últimos supervivientes de un barrio del que huyen despavoridos los jóvenes. Gente humilde cansada -como otros tantos ciudadanos- del olvido administrativo y político.

Cada vez que el viento sopla con fuerza o las nubes descargan una buena manta de agua, un escalofrío recorre las espaldas de los vecinos de las calles Alegría, Vicario, Clavel, Las Cumbres, Ciprés, Santa Cruz o San Blas, por nombrar solo algunas. En cualquier momento pueden escuchar ese crujido a media noche que entra dentro de lo normal o, por el contrario, indica que hay que salir corriendo con lo puesto porque un derrumbe está en ciernes. Es la lacra que, tradicionalmente, soportan los jiennenses que aún siguen viviendo en infraviviendas: casas de una "pila de años" donde los puntales, las humedades y hasta los canalones son decimonónicos. Esta realidad se ha ido agravando debido el desgaste de la cimentación y de las fachadas de estas casas, ocupadas por familias con bajos ingresos económicos, que denuncian esta especie de chabolismo vertical, no consentido ni aceptado.

La mayoría de inmuebles con problemas estructurales están deshabitados. Pertenecen a familias que, por un motivo u otro, viven fuera del barrio. En algunos casos, se trata de herencias "envenenadas" y en otros simplemente la vivienda es inhabitable por la situación de precariedad en la que se encuentra. Sus propietarios hace tiempo que desecharon la opción de rehabilitar ante la demora de las ayudas o por pasividad. La realidad es que San Juan, La Magdalena, La Merced, San Vicente Paúl o Faldas del Castillo son focos donde el impacto de la infravivienda es mayor.

 Fuente: Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (2011).
Fuente: Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (2011).

En la ciudad de Jaén, según el censo del Instituto de Estadística y Cartografía, el 14,35% del parque de viviendas -excluidas segundas viviendas- están vacías. En total, 7.247. Y un buen número de ellas se sitúa en el casco antiguo, donde la mayoría llevan construidas más de 50 años, con el riesgo que ello supone, puesto que apenas tienen mantenimiento. Basta con subir las empinadas calles de la zona vieja para comprobar la realidad de la infravivienda en la capital. Emilio Flores lleva más de 30 años conviviendo con el peligro. La casa del número 9 de la calle Alegría es el claro ejemplo del abandono. No hace falta hacer un esfuerzo visual para percatarse de las grietas que jalonan la fachada. Se pueden meter las dos manos en los huecos ocasionados por el agua filtrada a través de las paredes. "Cualquier día se viene abajo", comenta con miedo Emilio Flores. Solo a unos pasos, vive Francisca Cantero. Es una de las veteranas de la calle. "Aquí sigo desde hace 46 años", recuerda. Se apoya en una muleta porque tiene problemas en las rodillas. De hecho, por culpa del mal tiempo y la penosa situación de su calle (las escaleras dan vértigo) no pudo acudir a la cita con el médico que tenía prevista la semana pasada. "La he pasado encerrada en casa", lamenta. Aurora López reside al final de la calle Vicario junto a una casa que cualquier día se desmorona. "Estamos en manos de Dios", repite como un latiguillo interminable. Los edificios que aún siguen en pie, salvo honrosas excepciones, presentan un estado en el que la declaración de ruina, si no se ha producido, puede ser inminente. La Gerencia de Urbanismo ha concedido, en los últimos años, licencias de derribo a inmuebles en estas y otras calles, calificadas por los técnicos municipales, de las más degradadas del casco antiguo y las que acumulan más infravivienda.

 Vecinas de las calles Vicario y Alegría.
Vecinas de las calles Vicario y Alegría.

Que el casco histórico "está desconectado" del resto de la ciudad evidente. Del mismo modo que sufre un "progresivo deterioro" en su parque inmobiliario y que los solares existentes se han convertido en "focos de insalubridad". El diagnóstico sobre los problemas Jaén, paso previo a la "llegada" de los famosos y anhelados fondos DUSI, es claro y conciso. El portavoz de Jaén en Común (JeC), Manuel Montejo, recuerda que el Ayuntamiento dispone de un instrumento para minimizar los efectos de la infravivienda. Se trata del Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Casco Histórico (Pepri), un documento con normativa que diagnostica desde el régimen y la calificación del suelo hasta las redes de alcantarillado y agua potable, pero que, sin embargo, brilla por su ausencia porque no ha sido desarrollado. Para el líder de la formación morada en la Administración municipal es la clave de bóveda de este asunto. "Hablamos mucho del PGOU y de acelerar los trámites para un centro comercial, mientras se nos cae gran parte del casco antiguo. Lo que ha pasado en la calle Vicario es una constatación de que el Ayuntamiento lleva décadas sin hacer nada", denuncia Montejo, quien añade: "Le encanta hablar del casco antiguo, de la protección del patrimonio, de la identidad de Jaén, pero lo cierto es que las casas se les caen sin ver reacción alguna por parte de las autoridades municipales", lamenta. Manuel Montejo cree que la culpa no es exclusiva del Ayuntamiento e insta a la Junta de Andalucía a que colabore para enmendar la plana. "Deben colaborar y buscar los recursos económicos" para acometer, de una vez por todas, un plan integral que palíe los daños que sufren calles, viviendas y solares del viejo Jaén. "Lo pueden hacer, solo falta verdadera voluntad", sentencia el portavoz de JeC.

El problema de la infravivienda va acompañado de la desertización de los barrios, dado que la población tiende a abandonarlos para buscar vivienda en zonas de nuevo desarrollo. Prueba de ello es que en más de un tercio del total de personas mayores de la ciudad (6.900) vive en el casco antiguo. Ancianos a los que les cuesta un mundo desplazarse de un lugar a otro y que reducen su hábitat a las cuatro paredes de sus casas y la calle en la que residen. "A nadie le importa lo que ocurre aquí", insiste Emilio Flores, quien, pese a este estado de desamparo perenne, se niega a dejar atrás sus raíces.

Hace más de una década, la Junta abrió la Oficina de Rehabilitación del Centro Histórico de Jaén, desde la que se debían tramitar las ayudas y subvenciones para la rehabilitación de viviendas dentro un área de unas 60 hectáreas en las que se ubican más de 10.000 viviendas de los barrios de El Tomillo, San Vicente de Paúl y casco antiguo. También se acordó, bajo el mandato de Carmen Peñalver, un Área de Rehabilitación Concertada del Conjunto Histórico, cuyo primer trabajo consistía en la elaboración de un plan de actuaciones en el que se velaría especialmente por articular las medidas necesarias para la recuperación del patrimonio inmobiliario y arquitectónico de la zona. A Aurora López todo esto le suena a chino porque "ningún alcalde se ha parado realmente a atender nuestras demandas y así seguimos desde hace años", lamenta.

FOTOS: Javier Esturillo

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