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SEGUNDOS QUE LO CAMBIAN TODO

SEGUNDOS QUE LO CAMBIAN TODO

Por Esperanza Calzado - Enero 05, 2019
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José Rivera y Carlos Linares saben lo que es sufrir un accidente de tráfico. Ellos lo pueden contar. 28 jiennenses no podrán hacerlo. Esta es la historia de las personas cuyas vidas cambiaron en unos segundos

Suena el repicar de las campanas. Hay días que lo hace con el eco de la alegría de anunciar una boda. Pero otros, tiene el tañer del crespón negro. El 21 de noviembre, su musicalidad metálica se fusionó con las notas más tristes jamás tocadas por la Agrupación Musical Arroquia Martínez de Jódar. Lo hacían en el entierro de sus compañeros Sebastián, Lucía, Lorenzo y María del Mar. Perdieron la vida en el accidente de tráfico más grave de los registrados en la última década en la provincia en cuanto a número de víctimas mortales. Ese 19 de noviembre, un pedazo de Jaén murió en el kilómetro 7 de la A-401, en Úbeda. 

Una parte de mar de olivos cambió en unos segundos, los mismos que costaron la vida a 22 personas a lo largo de 2018, cinco menos que en 2017. Se contabilizaron 17 accidentes con desenlace trágico en carreteras interurbanas, un 34,62 por ciento menos, y el porcentaje de víctimas mortales descendió en un 18,52 por ciento. Diez de ellos tenían menos de 24 años. Pero otras seis personas más murieron en un accidente; esta vez, en cascos urbanos y travesías. 

—Mientras tengamos un solo fallecido, las cifras no son buenas. 

Juan Diego Ramírez es el jefe provincial de Tráfico en Jaén. Su puesto le permite tener una radiografía completa de la siniestralidad en las carreteras de la provincia. Cuándo se producen los sucesos, por qué causas, con qué consecuencias. No es fácil irse a dormir cada día sabiendo que unos segundos lo pueden cambiar todo. De ello es consciente José Rivera Cazorla (Jódar, 1996). Ha dejado de ver las noticias, no quiere ser testigo, aunque sea indirecto, de otro accidente más. Sin embargo, la cruda realidad se plantó ante su cara cuando menos lo esperaba. Sebastián, Lucía, Lorenzo y María del Mar. No los olvidará nunca. 

—Los conocía y todavía no me lo puedo creer. Cuando escuché la noticia me dio mucha tristeza y me vinieron a la mente muchos recuerdos. 

El 15 de agosto de 2015, José volvía de la feria de Baeza. Eran las ocho de la mañana y atrás quedaba una noche de diversión en el municipio vecino. Él iba de copiloto. Solo recuerda el control de la Guardia Civil. Su amigo dio negativo en los test de alcohol y drogas. Siguieron su ruta y a dos kilómetros de Jódar, en una curva, ocurrió. 

Una lesión en la D4 le ha dejado insensible de medio pecho hacia abajo. Le extirparon el bazo. Se rompió las costillas y las clavículas. Tiene placas en la espalda. La contusión craneal se le complicó y del Hospital San Juan de la Cruz de Úbeda lo trasladaron a Jaén. Estuvo en coma inducido. A las dos semanas y media despertó. Solo recuerda el control. Su amigo salió ileso; él se llevó la peor parte. Tres meses hospitalizado en Jaén y otros ocho en Toledo. 

UNA CUESTIÓN DE ACTITUD

La serenidad con la que cuenta lo ocurrido deja sin palabras a su interlocutor. Él sufrió las consecuencias físicas, pero las psicológicas se repartieron entre toda la familia, entre sus padres, sus dos hermanos, sus amigos y todos los que le rodean. Pasar a vivir en silla de ruedas supuso meses y meses de cambios. Se tuvieron que mudar de vivienda, ya que la suya, una casa antigua con escalones, era prácticamente imposible de adaptar. No poder dormir en su cuarto y la odisea de ducharse fueron algunas transformaciones a las que poco a poco se fueron acosumbrando todos.

Pero la vida es una cuestión de actitud y José Rivera mira el presente y el futuro con optimismo y con ganas de hacer cosas. No le ha cogido miedo al coche, todo lo contrario. Cada fin de semana se escapa. Málaga, Almería, Cádiz. Cuando llega a su destino, llama a sus padres para que se queden tranquilos. Aunque saben que conduce con cuidado, que ni bebe ni se droga, la preocupación les acompañará toda la vida.

El deporte es pieza fundamental en el día a día de este joven galduriense, que ha tenido que dejar a un lado la natación porque el contacto permanente con el agua le produce infecciones. Pero en su haber se lleva haber ganado dos carreras de travesía de 1.200 kilómetros en pantano. En el campeonato de Andalucía de natación en piscina quedó segundo en modalidad libre y tercero en espalda. Todo ello cuando apenas llevaba tres meses en su nueva vida. 

Hoy tiene 22 años. Su historia la ha contado más de una vez, alguna en institutos, otras en Toledo, a petición del equipo de psicólogos. Ha presenciado cómo jóvenes han salido llorando del aula, incluso mareados.

—Ver a alguien tan joven en silla de ruedas es difícil de asimilar. Lo importante es que estoy vivo, porque lo normal es que me hubiera matado. 

Su actitud lo es todo, hasta el punto de que ha sido él quien ha animado a su familia, y no a la inversa. 

JUNTOS EN ASPAYM JAÉN

José Rivera es socio en Aspaym Jaén, la Asociación de Personas con Lesión Medular y Otras Discapacidades Físicas. Las similitudes entre su historia y la del presidente del colectivo, Carlos Linares, son múltiples. Confiesa que la ayuda que recibe es muy grande y Linares lo sabe. Es consciente del apoyo impagable que supone el trabajo que hacen con apenas dos años de historia, de lo que se siente muy orgulloso.

 Carlos Linares, presidente de Aspaym Jaén.
Carlos Linares, presidente de Aspaym Jaén.

"Re-InVenTanDoMe". Su estado de WhatsApp es una autentica declaración de intenciones, lo mismo que su forma de mirar la vida. Carlos Linares Molino (Jaén, 1982) tiene un largo historial con la carretera. Ha visto cómo su abuela ha perdido a tres hijos en accidente. Cómo su padre se ha tenido que reponer de la muerte de tres hermanos. Él tuvo 'suerte'. Salió con vida. Lo cuenta mientras pica carne con la Thermomix a la misma vez que habla por teléfono con esta periodista. 

Sus segundos de cambio fueron el 1 de mayo de 2007. Era martes, Día del Trabajador, y se suponía que no debía haber salido con la moto, que se le rompió estando en Jerez. Pero quería hacer ruta con sus amigos y apuró la reparación para lograrlo. Iban a Cazorla. No por la autovía, sino por la carretera que pasa por Cambil y Huelma. 

—Es una carretera de montaña y tienes que ir a 80 kilómetros por hora, pero he llegado a subir a 200. Hemos hecho barbaridades y a día de hoy no entiendo por qué no tiene más control. Es un circuito para las motos y no entiendo que la gente siga haciendo lo mismo.

Antes de llegar a Huelma, a Carlos Linares se le cruzó un cachorro podenco. No iba a la velocidad adecuada e intentó no atropellarlo. Sufrió un desmayo por presión, por miedo; lo que en el argot motociclista se conoce como "acumularse el trabajo". Solo recuerda que frenó, se le levantó la rueda trasera y quedó boca abajo en la cuneta. La moto le catapultó a diez metros; vehículo y conductor cayeron a una zanja de unos tres metros. Su cabeza había impactado contra una piedra. Gracias que llevaba el casco. Sufrió una lesión medular y desde el pecho hacia abajo ni siente ni mueve nada. 

Estuvo tres días en la Unidad de Cuidados Intensivos, en el Hospital Neurotraumatológico de Jaén. A los nueve, como a José Rivera, lo trasladaron al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Allí permaneció nueve meses, los cuatro primeros en la cama sin poderse levantar. Sufrió una operación tras otra y en su mente están aquellos fines de semana cuando le dejaban volver a casa, como cuando en el servicio militar te daban el 'pase'.

—Se supone que era para acostumbrarme a mi nueva situación, pero más bien es para que los demás lo hicieran. No es fácil con lo que te encuentras, pero te das cuenta de que es tu nueva vida, que es lo que te toca. Sin embargo, a los que te rodean les invade la pena y no saben bien cómo actuar. 

Carlos Linares se volvió a sacar el carné de conducir y hoy da clases para la recuperación de los puntos perdidos. Al aula llegan conductores que los han perdido por beber, por circulación temeraria, pero una mayoría por no llevar el cinturón de seguridad. No le entra en la cabeza que todavía haya gente que no se lo ponga.

Las historias de Carlos y José son paralelas. Ambos sirvieron de ejemplo para el equipo de psicólogos y psiquiatras de Toledo. Ambos afrontaron su nueva vida con positivismo.

—Cambié el chip. Como con un teléfono móvil, saqué la tarjeta y puse una nueva. 

 Campaña de sensibilización de Aspaym Jaén.
Campaña de sensibilización de Aspaym Jaén.

EL TRABAJO IMPAGABLE DEL MUNDO ASOCIATIVO

Al año, se enroló en Aesleme, una asociación cuyo fin es trabajar con la Dirección General de Tráfico. También puso en marcha otra organización, Juventud sin Barreras. Lo 'ficharon' en Fejidif, donde comenzó con las redes sociales y echando una mano como voluntario hasta que, hace tres años, recibió la oferta de Antonio Millán, presidente de Aspaym Granada y de la federación andaluza. Creó la delegación en Jaén y en dos años están consiguiendo grandes metas. Todo ello con unos 40 socios que apenas pagan una cuota anual de 40 euros.

Entre las numerosas actividades que llevan a cabo, el trabajo conjunto con Tráfico para concienciar a los conductores. "No corras, no bebas, no cambies de ruedas" es el lema de la iniciativa. A todo aquel que quiere le cuentan lo que le puede ocurrir si no cumple con la normativa. Apenas tienen un minuto para sensibilizar al conductor, pero funciona. 

—Son empáticos. Hay veces que hablan más de la cuenta (se ríe al otro lado del hilo telefónico). Me gusta mucho este tipo de campaña.

Cuando Carlos Linares ve un accidente siente desesperación y coraje. Le da la sensación de que todo el trabajo que desempeñan no sirve para nada. Más cuando se trata de gente tan joven, como los recientes casos vividos en Jaén. Y es que los tres accidentes ocurridos en Jódar, Puente de Génave y Bélmez de la Moraleda se saldaron con la muerte de siete jóvenes, todos menores de 22 años. 

Pero sabe que no puede flaquear en sus esfuerzos. 

—Mentras pueda salvar una vida con esas campañas, estoy satisfecho. 

LOS QUE SE QUEDAN 

¿Qué hacer para reducir la siniestralidad en la carretera? José Rivera es de la opinión de que el conductor no se va a concienciar nunca. Como Carlos Linares, opina que un endurecimiento de las sanciones puede ayudar. Porque el presidente de Aspaym Jaén lo tiene claro. "O le tocan el bolsillo al conductor o no se entera". Además, defiende que todo aquel que provoque un accidente bebido o drogado no debe coger un coche nunca, más si causa una muerte. 

—Los países donde se cumplen las leyes son donde se reducen los índices de siniestralidad. Para cumplirlo, la educación vial no es suficiente.

Juan Diego Ramírez entiende la postura de ambos afectados. Sabe que con educación no basta y es consciente de que el trabajo también pasa por el control, que está lejos del afán recaudatorio que muchos critican. Si un conductor cumple con la normativa, no debe tener miedo alguno a ser sancionado. Se trata de mantener este binomio, a su vez combinado con las campañas de sensibilización como la última puesta en marcha por la Dirección General de Tráfico. Pone el acento en los familiares. Porque, por duro que suene, el que muere en la carretera es enterrado, pero la familia que se queda atraviesa un auténtico calvario. 

Dicen que es una campaña impactante, de las más que se recuerdan, pero Carlos Linares no lo cree. Para él, refleja la realidad perfectamente. Pone el foco en la persona responsable del accidente. Los anuncios cuentan dos historias terribles. En una, el infractor muere; en la otra mata, pero él vive. La campaña llama a la reflexión con una pregunta inusual: "En un accidente ¿quién prefieres ser, el que vive o el que muere?". Se ha querido cambiar el enfoque y no sólo mostrar las consecuencias sobre las víctimas después del accidente, sino también dar a conocer cómo es la vida de la persona que lo ha causado. Se muestra cómo afecta el siniestro a su propio futuro, al de sus familiares o al de su círculo de amistades.

LOS DATOS 

Durante el año 2018 se han producido 1.072 accidentes mortales en vías interurbanas, en los que han fallecido 1.180 personas y 4.515 heridas hospitalizadas, lo que supone un descenso en el número de fallecidos y heridos graves de -1,5% y -7,6% respectivamente. Las cifras nacionales siguen la tendencia de las provinciales. Sólo hay que echar un vistazo a la hemeroteca. Respecto a 2007, cuando las carreteras jiennenses se cobraron 55 vidas, la reducción de la mortalidad es del 60%. Es el sexto mejor año desde 1960, fecha en la que comenzaron a hacerse las estadísticas. Pero siempre que haya una víctima, las cifras son malas.

Además de los datos, es importante analizar las causas. Más del 70 por ciento de los siniestros se produjeron en las carreteras secundarias, las mismas que a partir del 30 de enero verán reducido su límite de velocidad a 90 kilómetros por hora. Se detecta que la gente se relaja más a la hora de conducir y a las pruebas nos remitimos. Velocidad inadecuada, no utilizar el cinturón de seguridad, hablar con el móvil al volante y circular bajo los efectos del alcohol y las sustancias estupefacientes. Son las principales causas. 

Si bebes no conduzcas, un segundo te puede cambiar la vida, a tu lado vamos todos, las imprudencias se pagan, la solución está en tus manos. Muchos han sido los lemas que, a lo largo de décadas, ha utilizado la Dirección General de Tráfico para conseguir una meta que es más una utopía que un objetivo alcanzable. Cero víctimas mortales en la carretera; cero accidentes. Lograrlo no es solo cosa de la administración. No es tarea única de la Guardia Civil, ni de las asociaciones. Es trabajo de José Rivera, de Carlos Linares, de Juan Diego Ramírez y de usted, querido lector. Es responsabilidad de 46,57 millones de españoles con nombre propio. ¿Qué más tiene que pasar para que nos demos cuenta?

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