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Los mariconazos de las redes sociales

Por Jesús Tíscar - Diciembre 15, 2017
Los mariconazos de las redes sociales

Pues a mí me parecería muy bien que a los usuarios de las redes sociales nos obligaran a registrarnos con nuestra identidad verdadera. En el Ministerio del Interior, si hace falta. En la Guardia Civil, si es preciso. Luego, ponte el nombre que quieras y la foto que te dé la gana, pero que sepas que si Chivito Al Sol publica cosas como «ojalá siete manadas os violen a ti y a tus dos hijas», a la chispa van a saber quién es Chivito Al Sol y dónde vive Chivito Al Sol si lo demandas por haberte deseado tan excéntrico porvenir. Bueno, Chivito Al Sol escribiría «ojala 7 manadas t biolen a ti y ha tus 2 igas», pero, en fin, esta es otra historia. O no, qué leche, no es otra historia. Deberíamos poder demandar —con justeza, sí, con justeza y, a poder ser, escarnio, humillando— al que comete obscenidades ortográficas fuera de su intimidad y se queda tan fresco, porque eso es lo peor: quedarte tan fresco, so mamarracho, que acabas de clavarme un estilete en el ojo y ni te has inmutado, alma mía. Ya sabemos que las redes sociales, tal y como están, son el paraíso de los mariconazos. Ahora vendrá algún beato analfabeto a llamarme homófobo y esas cosas. Vete a la mierda, gañán. Los inteligentes con vida vivida saben a lo que me refiero cuando digo mariconazos. ¿Hay que explicarlo? Seguramente, vivimos en una memez boquiabierta. Y acechante. Pero que lo expliquen otros. Pues eso. Lo que digo. Un paraíso. Para los mariconazos. Las redes sociales son un paraíso para los mariconazos. Es que «cobarde» no me llena, es demasiado sentimental para el caso. Los trolls son unos mariconazos, los que gastan máscaras estreñidas de la vendetta esa del anonimus ese (que anda que no están vistas ya) son unos mariconazos, todo aquel que tira la bola de acero y se esconde detrás de su satisfacción relamida y sin identidad es un mariconazo, y quienes gestionan varios perfiles falsos y hasta discuten entre ellos para despistar son varios mariconazos, un mariconazo por perfil falso creado. Ya está. Esto lo escribe alguien que lleva muchísimos años jugándose la cara, y perdiéndola a veces, condenado por injurias. Tengo derecho, yo ya he calentado banquillo, soy un chungo, cuidao conmigo. Para provocar hay que tener valor y domicilio conocido, nene. Para cantar las cuarenta cuando te arde la sangre en los tubicos del organismo hay que tener muy registrado el grupo sanguíneo, amigo. Es cuestión de dignidad. ¿De qué? De nada. ¿Y qué pasaría, que los juzgados se saturarían mucho más de lo que ya están? La pelas, la pelas muchísimo, no te hubieras metido a juzgado, haber montado una pajarería o algo. Mete más gente. Amplía el horario. ¿O lo que pasaría sería que las multitudes de las redes sociales menguarían como la playa en septiembre? Es posible. Qué gustazo sería. Perder de vista a tanto frustrado cremoso y a tanto acomplejado con sombrerito ridículo y a tanto mediocre chulón escribiendo purulencias (o cursiladas, que esa es otra) con el pasamontañas puesto y con el «haber» en vez de «a ver» presto a ser escupido a cá momento. Qué asco, hostias. Y no me vengáis con la ley mordaza porque la mordaza no sería otra sino la que te pongas tú mismo. «Claro, yo ya no digo ná, como saben quién soy, pues ya me tengo que limitar a poner mi retrato dentro de un corazón de purpurina y a sacar fotos de mis hijos pasmados y tiñosos, mira tú el plan.» No, no, no. A la ley mordaza hay que desafiarla dando la cara. ¿De qué vas, traidor? Venacapacá. ¿De qué vas? No, venga, contéstame, ¿de qué vas? Desafiar a la ley mordaza con seudónimo y deneí postizo es de…, ¿cómo era?..., ah, sí: de mariconazos.

*Lacontradejaén no se hace responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores.

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