Mundial con VAR

El Mundial aviva el verano con partidos mayormente igualados y con la nueva tensión narrativa del videoarbitraje

Un verano con fútbol es un verano televisivo. Tenemos Mundial, la cita más esperada por los amantes del balón. Y este año ha incorporado una novedad que en cierta manera está cambiando la forma de vivir el partido desde el punto de vista del aficionado. Me refiero al videoarbitraje, VAR para los amigos. También ha influido en los propios futbolistas y en los entrenadores, que tienden al abuso; la tentación de todos ahora es hacer el gesto famoso de dibujar con los dedos una televisión para pedir que se rearbitre la jugada polémica. 

En el último partido de Brasil, contra Costa Rica, Neymar se dejó caer tras sentir un hormigueo en el pecho. El arbitro cobró penalti, y enseguida le dijeron por el pinganillo que revisara la jugada en ese túnel donde los colegiados parecen voyeurs. El VAR corrigió el error. No era la primera vez. Ya en el debut de Francia también estuvo decisivo, con otro futbolista con dotes interpretativas involucrado, el recién oscarizado Griezmann. Hay consenso: el VAR mola, evita errores de libro y aporta una idea de justicia a un deporte de cifras amorales. De paso también añade tensión narrativa: qué dirá el VAR, qué hará el arbitro después de ver cada jugada. El videoarbitraje ha llegado a la Copa del Mundo en 2018 después de ser una realidad en ligas europeas; Louis Van Gal pidió la incorporación de la tecnología al fútbol a finales de los años noventa. Siempre positivo.

La cobertura de Mediaset me está pareciendo extraordinaria, con fútbol en abierto inundando Cuatro y Telecinco. El único desliz fue La Mundial, un espacio en el que “comentaristas polémicos” de la prensa rosa pedían paso para hablar del balón. No es necesario, porque ya hay un sector nutrido de la prensa deportiva con formas incluso peores que las de los narradores de la farándula. Cronistas de primer nivel —Martín Caparrós, José Sámano, Ramón Besa  y Hugues— afilan la mirada para interpretar qué está pasando en el césped, después de que todos lo veamos por televisión. El Mundial está engarrotado, con partidos tan tácticos como emocionantes. La noticia es que Leo Messi, la deidad argentina, sigue ausente, aún con una bala por disparar para pasar a octavos. La oportunidad se la ha dado justo el futuro enemigo, Nigeria. España camina firme. Y de momento, no hay más Dios que Cristiano.