Una familia volcada en amenizarle el aislamiento al personal

Los Alcázar Valenzuela, de Arbuniel, comparten sus bailes rockeros, sus retos y sus recetas en las redes para hacer más llevadero el confinamiento a sus vecinos

Lo que sea para hacer esta situación lo más llevadera posible. Son Javier Alcázar y su esposa, María José Valenzuela, que junto con sus dos hijos de once y nueve años, Hugo y Kevin, han convertido su balcón y el resto de su casa de Arbuniel en el mejor de los escenarios para dar rienda suelta a su imaginación y a su creatividad: "Conforme está la cosa, hay que inventar para hacer esto más ameno", dice el papá.

Y vaya si lo hacen, no se les resiste nada, lo mismo bailan al ritmo frenético del heavy metal que practican deporte o se llenan las manos de masa para cocinar delicatessen de esas que quitan hasta el hipo; luego, a colgarlo en las redes, a compartirlo y, visto lo que atrae a la gente lo que hacen, a pensar en nuevas ideas que ayuden al personal a olvidarse un rato de que esto de estar metidos en casa no es por voluntad propia.

"Somos rockeros, aunque al que más le tira esta música es a mí, pero como estamos todos juntos vamos a una", confiesa Javier Alcázar, que en uno de los vídeos compartidos aparece con su chupa de cuero dando saltos al lado de sus pequeños, pertrechados de cadenas, gafas de sol y ganas, muchas ganas de entretener a su 'público': "Lo que más nos gusta es Metallica", indica Alcázar. Se trata de "que la gente vea que en los momentos difíciles hay que tener un espíritu positivo, dar un poco de ánimo, de fuerza, de que de esto vamos a salir, y en vez de estar en casa de forma pesimista, agobiada, hay que entretenerse, también dentro de casa se pueden hacer cosas divertidas". Que se lo digan a Hugo y Kevin, los primeros en 'apuntarse' a todo:

"Los niños hacen más vídeos aparte, por su cuenta, lo mismo forman un equipo de fútbol con cosas de casa que hacen retos, como el del papel higiénico, por ejemplo", aplaude el patriarca de la familia, encantado con la imaginación que derrochan los suyos y con el ambiente optimista que flota en su hogar toscareño. Al mal tiempo, buena cara, reza el refrán.

María José Valenzuela, la mamá, los jalea, los anima cámara en mano para inmortalizar tan divertidas ocurrencias, parece que lo suyo es permanecer en segundo plano... pero no, qué va, ni mucho menos; lo que pasa es que su territorio, donde se mueve con más comodidad, no da a la calle, y en cuanto se le pasa por la cabeza una receta se pone manos a la obra y ¡vualá!: "El otro día subió a las redes un pan hecho en la casa, le gusta mucho la cocina". Un pan que, solo con verlo, quita el hambre y, de paso, invita a sus 'seguidoras' a interactuar: "Le piden las recetas, qué tienen que echarle para hacerlo ellas también".

Cada miembro de este clan doméstico destaca en una faceta, pero todos ellos tienen algo en común, aparte de los apellidos y los grupos sanguíneos: la positividad, el buen rollo, las ganas de alegrarles el día a día a quienes, como ellos mismos, esperan entre las cuatro paredes de casa despertar cuanto antes del mal sueño del coronavirus. ¡Olé la buena gente!