Nadie puede con él

Antonio Martín estaba en la ducha de un torneo amistoso en Las Palmas de Gran Canaria cuando un compañero le interrumpió el enjabonamiento para cambiarle la vida.

—Toni, pregunta por ti un tal Miguel Barbani. —Para qué, si yo no he hecho nada.

Para el joven, el apellido Barbani no le daba demasiada información hasta que aquel hombre se acercó y le propuso hacer una prueba con el filial del Sumarsa, el equipo canario por excelencia del fútbol sala. El contacto de Martín con el fútbol sala se resumía a pachangas con sus amigos en 18 años de (su) vida. Para cualquiera era demasiado tarde iniciarse, y pensarán que se trata de una broma si ahora les digo que posee un récord que nadie ha superado en Primera División desde 1994. Ya verán, ya.

Puedes leer el texto en el libro Sueños de fútbol sala, de Antonio Pulido.