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Una Semana Santa irrepetible (que ojalá no se repita)

Por Javier Cano - Abril 05, 2021
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Una Semana Santa irrepetible (que ojalá no se repita)
Foto: Cofradía de Nuestro Padre Jesús.

La Semana Santa de 2021 ha tenido su aquel. Dentro de lo malo, la pandemia ha brindado a muchos cofrades la oportunidad de descubrir que una novena dura nueve días, un septenario siete y un triduo, tres; que no es preciso ir delante de un trono para emborracharse de incienso, y hasta lo deleitosa que puede resultar la contemplación de una imagen sin que un extraño idiomas de 'mi arma', 'valientes' y 'a ehta é' haga mixtos el momento. Algo es algo.

Después de un 2020 en blanco, sin Semana Santa "interior" (cómo nos gustan los eufemismos) ni en la calle, la Pasión según Jaén ha sido muchas cosas, pero una sobre todas ellas: nostalgia. Acostumbrado como está el cofrade a la frustración (lo que sabe la lluvia de eso), no se siente de veras la muerte hasta el momento en que el ser querido muere, por más que se sepa previamente que le queda, como mucho, un cuarto de hora. Y en esas estamos. 

Dos años sin tocar calle son muchos años, el coronavirus se ha llevado por delante no solo las procesiones (que es ya bastante), sino su preparación, esos días previos donde muchos encuentran su lugar en esta vida aunque solo sea una vez al año. ¿Y en 2022? Porque hay quien asegura que ni la vacunación general será bastante para que vuelva lo que tanto se desea cuando marzo y abril se dejan caer por el mar de olivos. Acabáramos.

¿Qué tiene que pasar para que la bulla, las apreturas y los problemas para cruzar de una acera a otra vuelvan a acariciarnos la cotidianidad, aunque solo sea durante siete días? A ver si va a resultar que para que la Semana Santa resucite va a ser necesario matarla del todo. 

La Pasión nació en las calles (las de Jerusalén), entró en los templos y, en cuanto pudo, buscó cielo abierto para sentirse realizada, como los ríos encuentran su cauce por más presas que le estorben su memoria de agua. ¡Lo que hubiera pintado De la Tour apoyado en los cantones la Madrugada del Viernes Santo! Ay.

Si el año que viene no queda brazo sin pinchar, a las cofradías les tocará levantar la voz (algo más que en 2021, creo) y parecerse un poco a una federación de clubes de fútbol, que esos sí que tienen los meses contados para volver a llenar estadios sin más distancia de seguridad que la que permite levantarse a celebrar un gol y volver a sentarse. ¿Qué no? Ya me lo dirán. 

A ver si vamos a darles la razón a quienes se frotan las manos, a esos que oyen las palabras procesión o romería y, paradójicamente, en lugar de barrer para casa, tiran piedras contra el propio tejado, por muy alto que este sea. "Tenemos que liberarnos de las primaveras tristes". Lo pedía Zabaleta en sus escritos. Habrá que hacerle caso. 

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