Noche plena de duende en la Peña Flamenca de Jaén

La actuación de Antonio Jiménez "Canana" y Antonio Carrión llenó la sede de la entidad y dejó un gran sabor de boca entre la afición jiennense

Lleno absoluto en la Peña Flamenca de Jaén para una actuación muy esperada, la de los sevillanos Antonio Jiménez 'Canana' y Antonio Carrión. No en vano, la comparecencia de ambos artistas estaba anunciada para una fecha anterior, pero una gripe del cantaor impidió disfrutar de su calidad sobre el escenario de la ensolerada entidad jiennense. Había ganas, muchas ganas de dejarse pellizcar por la prometedora voz de Canana y el magisterio reconocidísimo de Carrión.

Antonio Jiménez venía, además, a la tierra de su sangre. Sí, el de Guillena resulta que remanece del mar de olivos, de Porcuna, así que cantó como en casa, de esa forma que contagia rápidamente y de sopetón (como el coronavirus, pero en modo agradable).  

Se esforzó el artista en agradar al público, y este lo agradeció. Carrión, soberbio a la guitarra, derrochó conocimiento. Canana hizo lo propio y destiló hondura en cada uno de los palos que abordó y bordó: escucharlo por soleá removió las entrañas; por granaína y malagueña del Mellizo brilló, puso todo de su parte para merecer la expectación de los 'tendidos', como los toreros responsables; cantó por siguirilla con ecos del maestro Mairena, y eso es siempre un detallazo para quien lo aprecia. 

Cantes de Levante, fandangos naturales de Vallejo y del Niño Gloria (casi nada), bulerías de Jerez rematadas con un cuplé... Largura, dominio, madurez: tres condiciones que, como el parar, templar y mandar belmontinos, suelen fundir cantaores de renombre. 

Si a la noche le faltaba le algo (que no le faltaba, ni por asomo), Antonio el Tabanco pisó también las tablas de la Peña Flamenca de Jaén y se marcó una pincelada de las suyas, para qué decir más. Enfrascado como está en la formación de estudiantes Erasmus en los misterios de lo jondo, conquistó con su baile el precioso escenario que han pisado tantos (y tantas) gigantes del género y dejó al personal como hay que dejarlo: con ganas de más. Noche de duende, sin duda, en el antiguo Lyon D'or.