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Belén Jiménez: una maestra del pastel en Torredelcampo

Por Javier Cano - Junio 26, 2021
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Belén Jiménez: una maestra del pastel en Torredelcampo
La pintora torrecampeña Belén Jiménez posa ante alguna de las obras que expone estos días.

Pintora y restauradora poco dada a las exposiciones, la artista muestra hasta el próximo miércoles parte de su obra en la Galería de Arte Municipal II Centenario

A Belén Jiménez le pasa lo que a Van Gogh, que prefería pintar ojos humanos antes que catedrales: "A no ser que me dé un subidón de inspiración y pinte algo concreto, pinto lo que me más me suelen encargar, lo que más demanda tiene". Y en eso, el retrato se lleva la palma.

Torrecampeña de 1973, la artista muestra estos días, hasta el próximo miércoles, en la Galería de Arte Municipal II Centenario de su pueblo natal, la muestra que la llegada del Covid frustró y que, ahora, propios y foráneos pueden disfrutar: 

"No suelo exponer, la última vez que lo hice fue hace bastantes años, y esta que enseño ahora, centrada en la Semana Santa de Torredelcampo, se me quedó colgada con la pandemia, no tuve más remedio que dejarla guardada", aclara la creadora. Una exposición en la que muestra su dominio del pastel y la acuarela en retratos divinos, sí, pero también muy humanos:

"Son personas e imágenes religiosas, he metido cosas nuevas, que no había expuesto antes, y hasta un experimento, un tríptico de Santa Ana que realicé durante el confinamiento".

Su exposición concluirá el miércoles, cosas del calendario, pero pasear por su página electrónica, https://belenjimenezdibujosypinturas.wordpress.com/tag/belen-jimenez/, es posible desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre. Ahí recibe encargos, enseña sus últimas creaciones... 

Hija del fallecido pintor "autodidacta" y músico de la Orquesta Pirámide Manuel Jiménez y de la bailarina clásica Encarnita Alcántara, hermana del también baterista Manuel Jiménez y de la escritora Estefanía Jiménez, esta inquieta retratista da el do de pecho a la hora de extraer el alma de sus modelos sin importarle la naturaleza corpórea o artística del retratado:

"Empecé por casualidad a retratar imágenes religiosas, cuando me encargaron una y me gustó el resultado; no soy muy religiosa, no me fijo normalmente en las caras de Cristos y Vírgenes, pero vi que pintándolas me transmitían mucho más sentimiento que al natural, ese sentimiento contenido, ese sufrimiento...", explica. 

Así, en una suerte de metamorfosis singularísima, obtiene el resultado que, hasta el 30 de junio, cuelga en las paredes de la galería municipal y que, en sus palabras, "está teniendo muy buena aceptación", seguramente a consecuencia de esa nueva visión que plasma en los rostros de esas tallas, que más que recrear sobre el lienzo crea ante la mirada: "Yo les veo la parte más humana que tienen, no solo el dolor, también la frustración, el miedo, la tristeza...".

Graduada en Artes Plásticas (especialidad de Decoración) por la Escuela de Arte José Nogué de Jaén, con estudios de Arqueología y Humanidaes y, en la actualidad, matriculada en Historia del Arte en la UNED, ni el cuidado de sus dos hijas, llevar la casa adelante, la presidencia de la asociación local de patrimonio ni la misma pandemia le impiden dar rienda suelta a su creatividad:

"No he dejado de trabajar, en el confinamiento seguí pintando y restaurando muebles. Cuando me quedé sin materiales y no podía comprarlos empecé a improvisar con restos que tenía en casa, hice acuarelas con vino, con café..., experimenté con todo lo que encontraba. Para mí esta ha sido una etapa de aprendizaje", concluye, plena de positividad. Y de proyectos.

 

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