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PIONERA EN EL CUERPO

PIONERA EN EL CUERPO

Por Esperanza Calzado - Diciembre 28, 2019
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Embarazada de ocho meses regulaba el tráfico en la Plaza Santa María con la camisa prestada por un compañero. El traje no le cabía, nadie pensó que hiciera falta una talla mayor. Purificación Sánchez marcó un hito convirtiéndose en la primera mujer policía local de Jaén. Hoy se jubila habiendo luchado por la igualdad

Son 158 agentes agentes en plantilla, nueve mujeres. Se le suman tres que se han jubilado en los últimos meses, entre ellas una pionera. El 17 de diciembre de 2019 fue su último día en la Comisaría. Jornada de despedidas, de recuerdos, de emociones, de lágrimas. Purificación Sánchez Cano (diciembre, 1960) se ponía el uniforme por última vez, consciente de que ha marcado un hito. Termina una etapa que empezó en 1980. Ella fue la primera policía local de Jaén; la primera de todas las que vinieron después. Además, fue una de las pioneras en acceder a este empleo público en Andalucía.

Entró en el cuerpo y abrió paso a las demás. Purificación es aquella que en tiempos que se quedan lejos, tenía que regular el tráfico embarazada de ocho meses con la camisa de uniformidad prestada por un agente que, como recuerdan sus propios compañeros, estaba "entradito en carnes".

—Enhorabuena a todas las pioneras, a las que se arriesgaron y aguantaron con tesón todos los reveses con los que se toparon para dejar a las siguientes un camino ya andado. Purificación, gracias por todo. Ahora te queda disfrutar de la merecida jubilación. 

Es el mensaje de cariño de sus compañeros de profesión que aplauden su valentía en el camino porque nadie dijo que iba a ser fácil y no lo fue. Su historia está llena de recuerdos, como aquellas redadas a las que acudía con la Policía Nacional o la Guardia Civil, que por entonces tampoco tenía plantilla femenina y la llamaban para hacer los cacheos a las mujeres.

—En los años 80 no había mujeres en ningún cuerpo, incluso tuve que acudir a registros e intervenciones con la Policía Local o la Guardia Civil, donde todavía no había mujeres, para participar en cuestiones como cachear o reducir a una sospechosa.

Una senda plagada de buenos momentos pero también de piedras y baches que solventar. Los principios fueron muy difíciles porque, como ella misma reconoce, entró en un mundo de hombres en una época en la que España era muy machista. Ha tenido que soportar improperios, escuchar cómo la mandaban a coser, a cocinar y todo tipo de descalificativos. Pero su pasión por la profesión lo pudo todo. Hoy, es el orgullo de Jaén y aunque los tiempos han cambiado todavía hay techos de cristal que romper como, por ejemplo, los ascensos y la carrera profesional dentro de éste u otros cuerpos.

 Purificación Sánchez regula el tráfico en la Plaza San Francisco. Foto: Policía Local de Jaén.
 Purificación Sánchez regula el tráfico en la Plaza San Francisco. Foto: Policía Local de Jaén.

Purificación siempre tuvo claro lo que quería ser de mayor, a pesar de los tiempos en que vivía, en los que no era fácil ser Policía. De hecho para ella era algo impensable, porque no estaba permitido.

—Siempre me ha encantado desde pequeña. Recuerdo mi adolescencia leyendo series policíacas y de juicios. En realidad yo quería ser policía secreta.

Fueron los cuerpos de Policía Local los que empezaron a incorporar a las mujeres. En Andalucía, Córdoba fue de las primeras, en los años 70. Con 18 años, Purificación Sánchez estaba estudiando Auxiliar Administrativo y fue a presentar su solicitud al Ayuntamiento junto con una amiga. Lo que le dijeron nada más llegar le paró el corazón. "Aquí tenemos a dos futuras policías".

—Se me abrieron los ojos de par en par. Pregunté que por qué me dijeron eso y el hombre me contestó que por primera vez en Jaén se podían presentar las mujeres. Rompí mi solicitud de auxiliar administrativo.  

Hoy recuerda ese día añorando a su padre, Antonio, que tan orgulloso estaba de ella. "Mi hija es Policía, una valiente", le decía a sus conocidos. Y es que tanto él como su madre, Victoria, le respaldaron en su decisión desde el primer día. 

—Mi madre ha sido una mujer muy adelantada para su época. Mi padre siempre quiso tener un hijo y tuvo dos niñas. Pero estaba muy orgulloso de que me hiciera agente. El que no lo aceptó tan bien fue mi novio. Por aquel entonces estaba prestando el servicio militar y no le gustó que estuviera entre tanto hombre.  

Purificación Sánchez guarda en su memoria anécdotas como para escribir un libro. Hoy las cuenta bromeando pero son la viva muestra de cómo fue superando las barreras del machismo que ha impuesto la historia. Cuando aprobó las oposiciones recibió clases para regular el tráfico y un curso de defensa personal. 

—Era un problema para ellos porque a ver quién me iba a hacer una llave y tirarme al suelo.

Llamaron a su novio para que hiciera el curso con ella, algo impensable hoy en día. Pero su pareja se lo tomó tan en serio que le rompió un dedo de un pie.

—Recuerdo el primer día, cuando llegué, con sólo 19 años y 110 hombres esperándome. Mi madre me acompañó hasta el Ayuntamiento y me tuvo que dar un empujón para que entrara.

No olvidará las primeras palabras del Sargento Gómez. "Estamos muy orgullosos de que haya accedido al cuerpo", le dijo para, inmediatamente después, advertirle que si algún compañero se sobrepasara le avisara de inmediato. Y es que todo era un problema porque esperaban que dos mujeres se incorporaran a la vez y sin embargo sólo Purificación aprobó. El que fuera la única, también lo hizo más complicado.  

Tampoco borra de su memoria aquel primer uniforme que le dieron, copiado de las azafatas de vuelo. Mientras estuvo en la oficina no supuso problema pero cuando, a los ocho meses, empezó a salir a la calle, aquel sombrero se volaba con los vientos de Jaén y la falda de tubo y los tacones no le dejaban montarse en el Land Rover. El segundo ya fue algo más cómodo y después la falda pantalón, "toda una revolución", comenta en tono irónico. Pasaron siete años hasta que llegó esa pieza de vestir.  

De estos 40 años de andadura, el servicio que más le ha gustado ha sido regular la entrada y salida de los colegios. Se emociona cuando piensa en esas niñas que durante estos años le han dicho, mirándole a los ojos, "yo quiero ser policía como tú". No se siente abanderada feminista, ni mucho menos. Purificación Sánchez es de las que piensa que con trabajo, con esfuerzo y con pasión se demuestra la valía de las personas, independientemente de que sean hombres y mujeres. Ella cree en la igualdad, a secas, y en defenderla desde su pequeño terreno. Lo cuenta sin ser consciente de que ella ha marcado un hito en la historia de Jaén; de que es un ejemplo para esos pequeños que tanto cariño le han dado a la entrada de los colegios.

La conversación con Lacontradejaén podría alargarse durante horas. Ahora Purificación Sánchez dedica el tiempo a pasarlo con su madre, a disfrutar de ella. Todavía se desvela cada mañana, a las cinco y media, pero se irá acostumbrando. Ahora dispone de tiempo para dedicarlo a otra de sus grandes pasiones, la que hubiera sido su segunda profesión, organizadora de eventos y decoradora. Por eso, ya está empezando a buscar cursos para poder formarse. Mientras lo relata, al lado tiene la placa que hace pocos días le entregó el alcalde de Jaén, Julio Millán. 

—Me he sentido muy feliz.

Su fiesta de despedida y el reconocimiento por parte del Ayuntamiento le han hecho feliz.

Y es que fue justo después de su jubilación cuando Julio Millán, acompañado del concejal de Seguridad Ciudadana y Tráfico, Miguel Castro, y el intendente mayor, Rafael Domingo, rindieron acto de reconocimiento a Purificación Sánchez Cano.

—Rompió un techo de cristal y ha permitido que otras mujeres que vinieron detrás tengan una vida más fácil. Nos ha lanzado un mensaje de valentía, al entrar en un mundo que era de hombres.

El alcalde le entregó una placa conmemorativa y una insignia con el escudo de la ciudad en señal de agradecimiento a su labor. Además del alcalde, tomó la palabra en este emotivo acto la madre de Purificación Sánchez Cano, Victoria, que ha recordado cómo fue ella la que la animó, allá por 1980, a cruzar la puerta del palacio municipal después de haber logrado el puesto. Su hijo, Antonio De Horna, también le mostró en público su admiración, como madre y como policía local. Con la homenajeada y sus seres queridos también había una treintena de compañeros y compañeras que le expresaron así su reconocimiento.

Ha vivido momentos complicados. Ha tenido que soportar expresiones como "vete a la cocina" gritadas por ciudadanos. Pero también ha sentido el calor y el respaldo de sus compañeros y de mucha gente buena que le ha ayudado. 

—A día de hoy la sociedad ha evolucionado muchísimo y me alegro mucho de haber tomado esta decisión.

Purificación volverá a ver Los Ángeles de CharlieSe ha escrito un crimen. Para sus compañeras, para las nueve que están y las otras tantas que vendrán, palabras de aliento. "Las mujeres llegaremos donde queramos, no sólo hasta donde nos dejen", defiende. A esas nueve chicas les pide seguir con fuerza. Aunque el camino ya no es tan sinuoso, todavía hay obstáculos que sortear. 

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