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POETA ISLANDÉS EN EL SUR DE JAÉN

Por Fran Cano - Noviembre 09, 2019
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Jón Sigurdur Eyjólfsson ya ha publicado una novela en castellano, prepara otra sobre filosofía y erotismo basada en La Iliada y aun así asegura que mantiene una lucha con el idioma de Cervantes; contamos quién es el poeta islandés afincado en Alcalá la Real

Cuesta creer a Jón Sigurdur Eyjólfsson (Bíldudalur, Islandia, 1972) cuando asegura que tiene abierta una batalla con el castellano. El autor islandés habla el idioma de Cervantes con fluidez y con un acento entre caribeño y andaluz. No en vano lleva una década en Andalucía, se ha afincado en Alcalá la Real, desde donde ha publicado su primera novela en castellano, El náufrago afortunado (2017), y prepara una nueva en la que la filosofía y el erotismo llevan a dos preguntas:

—¿Hay cuernos aun sin sexo? ¿Qué haces si la persona que quieres desea a otro?

Es lunes 21 de octubre de 2019, y por la ventana del despacho de Sigurdur —la boina negra, gafas en círculo y aparato dental— se ve imponente La Fortaleza de la Mota. En la mesa tiene el ordenador desde donde escribe, y detrás hay una estantería con un buen número de títulos, tanto en español como en islandés. Vive junto con su mujer, Carmen Montoya, y la hija de ambos, en un precioso apartamento ubicado en el conjunto histórico de Alcalá. Llevan ya tres años en el sur de Jaén, comarca que continúa siendo atractiva para los artistas y en particular para los escritores. Lo fue Frailes para el fallecido Michael Jacobs y lo es aún Ventas del Carrizal (Castillo) para el guionista Ayub Khan Din.

—Quizás es porque aquí hace más frío. Yo vivo rodeado de escritores y de poetas estupendos, como Jorge Aranda y Ricardo San Martín —dice Sigurdur.

Cuenta el autor que muy pronto, en su pueblo natal, Bíldudalur, desaparecerá el sol hasta principios de febrero. La luz tomará un tono azul que le provoca nostalgia. Añora la oscuridad porque, según dice, el mal tiempo saca las tonterías de la cabeza.

Jón Sigurdur ya conocía Alcalá antes de ser alcalaíno. Llegó procedente de Priego de Córdoba, municipio que lo enamoró y al que aún vuelve. Una de las cosas que le llamó la atención de Alcalá fue encontrar una librería con el nombre de Ítaka.

—Mi patria espiritual es Grecia, donde viví cinco años, y la obra que más me ha marcado es La Odisea. Buscaba librerías para poner anuncios de profesor de inglés. Ítaka, así escrito con k, me pareció mi patria poética.

La rutina del islandés empieza entre las seis y las siete de la mañana. Lee un par de horas al despertar. Lo último que ha devorado es El Quijote, en castellano. En torno a las dos de la tarde llega el momento de la escritura. Alterna su despacho con la Biblioteca Municipal en el Convento de Capuchinos, donde asegura que el ambiente es muy bueno para concentrarse. Justo después, el cuerpo le pide movimiento, salir a correr. El parque de Los Llanos o el sendero Zumaque son algunas de las opciones que más le gustan.

Todo los artistas —quizá todas las personas— tienen un papel alimenticio. Es decir, nadie se salva de un cometido que es puramente económico. El de Jón Sigurdur, con formación superior en Antropología y en Periodismo, son las clases particulares de Inglés, que le ocupan toda la tarde. También escribe columnas de opinión para el diario Fréttabladid e interviene en tertulias de emisoras de radio de su país. Además, a veces hace de guía turístico de compatriotas que quieren descubrir, por ejemplo, Zújar (Granada), el pueblo de su pareja. En febrero hará un viaje a Islandia con el alcalaíno Antonio Cano para conocer la historia de las sagas, otro de los móviles literarios del islandés.

 El autor Jón Sigurdur, en el Convento de Capuchinos de Alcalá.
El autor Jón Sigurdur, en el Convento de Capuchinos de Alcalá.

LA AUTOFICCIÓN Y MATAR LA VANIDAD

El escritor llegó a España gracias a la obra La camarera del cine Doré, de Carlos Martínez Aguirre. Desde que se asentó en Andalucía, Sigurdur ha ido descubriendo el castellano, la literatura y la poesía. Ha publicado los libros de poesía Hálfdán (1995) y Vedur útaf engu (Tiempo para nada, 2008). Él se reivindica como poeta. La poesía, dice, no es tanto construir versos como tener una mirada propia del mundo y vivir en coherencia con ese enfoque.

—Las personas son relatos. Si me llevo bien con alguien, es porque entiendo el contexto de su relato. Si no me llevo bien, es porque no he interpretado su contexto.

Sigurdur ha publicado también las novelas Bíldubals bingó (Bingo de Bíldudalur, 2015), Tvífalutan (La flauta doble, 2017) y El náufrago afortunado (2017).

—Mi origen fue la poesía. Luego entré en la narrativa y ahora me estoy 'pillando' para siempre. Utilizo mucho mi propia experiencia de vida.

La autoficción está empleada en La flauta doble, donde utiliza el prototipo literario tan genuino que para él es Cristo, y en El náufrago afortunado, donde emplea a Otero, para hablar de uno de los temas que más lo mueven como creador: la lucha de cada persona entre el cuerpo y el alma.

Dos consejos del poeta para escritores en ciernes: ejecutar la vanidad y provocarse a uno mismo. El primero se resume en evitar la impostura y esas "golosinas" que alimentan el ego; el segundo, en desnudarse. Sugurdur pone como ejemplo la novela Ordesa, de Manuel Vilas, y asegura que si el español no gana el Nobel pronto, la academia sueca anda despistada.

—Y otra cosa: el escritor no tiene día libre. Aunque no escriba, está pensando. Piensa más que escribe. Lee más que escribe.

PERIODISMO Y CIRCUITOS LITERARIOS

La otra gran pasión que ha incentivado a Jón Sigurdur es el periodismo. Reconoce que la ficción ha ido desbancando a la no ficción, a la literatura de los hechos sin licencias, pero reconoce que disfrutó cuando fue corresponsal y tenía tiempo para armar crónicas. Trabajó un año entero en la Islandia más rural. Habló con granjeros y pescaderos, y llegó a una conclusión: la gente de las ciudades cada vez conoce menos a la de los pueblos.

El trabajo de campo como reportero ha evolucionado hacia el columnismo. Ahora se atreve con temas de la agenda española, como la exhumación de Franco y el conflicto catalán. En las columnas y en las tertulias de radio ya han aparecido nombres de personas y ciudades que lo han marcado en Andalucía.

Antes de leer un poema en islandés y otro muy divertido sobre el amor y el lenguaje, Sigurdur reconoce que si hoy se siente uno más en Alcalá es porque lo han ayudado y lo han recibido con cariño en el colectivo Entre Aldonzas y Alonsos, que acaba de celebrar el décimo aniversario de la actividad Café y Letras. Hay un reto en marcha junto con Ricardo San Martín: crear un libro que recoja las conversaciones que ambos tienen a menudo en el Delicious, cafetería ubicada justo enfrente de la Biblioteca. Apunta a la versión alcalaína del Café Gijón.

—Mi lucha con el castellano sigue. Llegué pronto a un nivel básico, pero luego me estanqué. Es como el camino del amor: no es el que baja, que es fácil, sino el que sube, el difícil.

Lo dice con frustración, pero con una sonrisa.
Lo dice con las estanterías repletas de libros en castellano y con al menos dos títulos a la espera de ver la luz.
El poeta que vino del hielo aún quiere aprender y comprender la lengua y los relatos de los habitantes del sur de Jaén.

Vídeo y fotografías: Fran Cano.

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