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"Mi libro de poemas reivindica la copla española de toda la vida"

Por Javier Cano - Octubre 08, 2022
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"Mi libro de poemas reivindica la copla española de toda la vida"
El autor posa con su libro en el Museo Cerezo Moreno de Villatorres, ante dos obras del desaparecido pintor. Foto: Javier Cano.

Músico y poeta fue Orfeo hace la tira de siglos, como lo fueron Gerardo Diego y Federico García Lorca, que dicen que hacían virguerías con el piano. Y poeta y músico es Manuel Sánchez García, un villargordeño de 1997, graduado en la modalidad de Interpretación, en la especialidad de Trompeta, que acaba de publicar Madrigal de defensa. Versos con los que este joven y espigado artista rompe su silencio para reivindicar la copla española de toda la vida, al tiempo que debuta en el Parnaso provincial.  

—Músico y poeta pero..., ¿hijo, hermano, nieto o sobrino de músicos o poetas? ¿De dónde le viene a usted la vocación, Manuel?

—Creo que soy el primer músico de la familia, la oveja negra [ríe].

—Lleva toda la vida estudiando música, no hay más que leer su currículo. ¿Hacia dónde se dirige, hacia la docencia o hacia los escenarios?

—Lo que me gusta es la interpretación, que es lo que he hecho siempre. 

—¿Y tiene ya un destino predilecto, una formación a la que le ha echado el ojo, una orquesta por la que muere?

—Me he preparado para las pruebas del Ejército, de las Fuerzas Armadas. 

—Nunca mejor dicho lo del destino predilecto, entonces...

—Dentro del Ejército tienen sus bandas de música profesionales, y no profesionales. Me gustaría colocarme en una banda de música militar, que es una salida muy buena. Al mismo tiempo, estudiar Dirección y Composición en Madrid. Me gusta escribir poesía, pero también música, tengo compuesta alguna romanza para piano, que dediqué a Sebastián Aranda Aparicio, recientemente desaparecido. 

—Es usted un creador, pero ha preferido la poesía a la música para salir a la palestra. 

—Sí, sí. El tema de la poesía lo comencé en el verano del año 2018, empecé a escribir Soy, el primer poema de mi libro Madrigal de defensa, y a partir de ahí no lo he dejado. En los últimos años de carrera, cuando estaba tan estresado de carga lectiva, por las noches me buscaba mi rato y me despejaba con la escritura, escuchando música de fondo. 

—Poeta desde hace cuatro años, ¿y lector de poesía de toda la vida, o también se estrenó en 2018?

—No, ya era lector antes, tenía libros en casa. 

—Y ese primer poema, ¿qué le impulsó a escribirlo? ¿Lo recuerda?

—No sé por dónde me vino. Ya en el colegio, don Sebastián López Mateos, que fue mi profesor y antiguo alcalde de Villatorres, nos llevó por la vereda de la creación, de recitar a Lorca, a Gloria Fuertes, y a lo mejor se me quedó aquello grabado. Pero desde esa temprana edad hasta 2018, no sé... 

—Sea como fuere, ha ido usted "rejuntando desengaños y juntándolos verso a verso", como canta el gran Fosforito, y los ha amontonado con sus penas y sus sueños, que así termina la soleá, hasta conformar este Madrigal de defensa

—Cuando tuve unas cuantas poesías, tuve claro que quería publicar un libro. Esto ha ido in crescendo hasta el año pasado, que me junté con muchísimos poemas. Todo es mejorable, sé que estoy en el camino, pero así se empieza. 

—¿Qué persigue con este poemario: someterse al juicio del lector y la crítica, saciar su propia necesidad expresiva...?

—La gente me da igual, yo lo he publicado por crecimiento personal; espero que dentro de cinco o diez años venga otro libro, y si tiene más calidad pues mucho mejor. Pero, ¿qué es la calidad?

—Ha escogido un título que a primera vista puede parecer paradójico: sugiere sentimentalidad y contrariedad, el amor y la necesidad de cobijo...

—Claro, el madrigal en el siglo XX no habla del amor, a lo mejor en el siglo XVIII sí; yo he leído algunos de Lorca y de otros poetas del siglo XX y no son de esa temática. En el conservatorio he leído algunos madrigales en lengua vernácula y en los libretos de zarzuela, de tema amoroso, pero con el paso de los siglos se pierde esa condición. 

—Aclarado lo del madrigal. ¿Y la defensa? ¿De qué se defiende Manuel García Sánchez con su primer libro, si es que se defiende de algo?

—A mí me encanta la copla, de siempre; mi padre la llevaba en el coche y yo siempre escuchándola, me encanta ese género. La copla se remonta al Siglo de Oro español, a la tonadilla escénica, y si hago esta defensa es porque algún que otro ignorante me ha dicho: "¿Y eso escuchas, y eso te gusta? Pero si eso ya no se lleva". La copla tiene un valor enorme, a lo mejor no todas, pero eso pasa en todas las manifestaciones artísticas. No todas las composiciones de Mozart han calado en la gente. Es lo que decía Juanita Reina.

—¿Qué decía la recordada cantante del barrio de la Macarena? Cuente, cuente...

—"Me moriré yo y se seguirán cantando". 

—Vamos, Manuel, que lo tiene usted todo para convertirse en un poeta de la copla. Así llaman a su admirado Rafael de León, que también fue el primer poeta/músico de su nobilísima familia. ¿Le gustaría que sus versos pudieran cantarse tambié?. 

—Yo mismo me he preguntado a veces por qué no les pongo música a algunos de mis poemas. 

—De León era también un enamorado de su patria chica, de su Sevilla. Usted habla de Villargordo y se le ilumina la mirada, ¿se sintió arropado por su pueblo en la reciente presentación del libro?

—Sí, sí. 

—Se le ve satisfecho, ha vendido bastantes ejemplares de la primera edición, ¿se puede decir que ha debutado con éxito, que ha salido por la puerta grande?

—Bueno, quizá sí, pero también quiero ya pasar página, de tanto Madrigal de defensa necesito desconectar. Quiero  acabar el cuento La aventura de Ramoncín, para niños, con el que trato de enseñarles los instrumentos musicales: Ramoncín toca el flautín y la rana Sultana toca la campana. 

—Efectivamente, aquellas clases con Sebastián López recitando a Lorca y a Gloria Fuertes parece que calaron en usted y que, ahora, emergen. 

—Claro, tiene que ser con rima fácil, todo muy sencillo; se trata de que los niños valoren los instrumentos musicales. 

—A la música por la poesía, o a la poesía por la música. Que tanto monta...

 
 

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