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CRÓNICA | Portugal se quita por fin los complejos

Por Antonio Pulido Casas - Febrero 10, 2018
CRÓNICA | Portugal se quita por fin los complejos
Portugal gana por primera vez la Eurocopa de fútbol sala. En la imagen, Bruno Coelho hace el tercer y definitivo tanto. Foto: Uefa Futsal Twitter.

El combinado luso gana por primera vez una Eurocopa, en la prórroga, ante España

La selección portuguesa tenía un déficit competitivo arraigado en los últimos años. Siempre se le posicionaba entre las favoritas, aun con ausencia de premios, por su costumbre de fútbol sala y una Liga potente. A la hora de la selección, no lograban corroborar los premios que se le atribuían. Cuando más cerca estuvieron fue en 2010, en una final que perdió ante España, precisamente, en Hungría. Ocho años más tarde, se quitó esa espina, del tamaño de un yunque, y logró su primera Eurocopa de fútbol sala después de imponerse al combinado hispano en la prórroga (3-2), con la alegría de mandar todos los complejos a otra parte y gritar, por fin, que tantas decepciones saben ahora a gloria. Quizá, con más sabor que nunca.

Los jugadores de José Venancio López debieron sobreponerse al tempranero gol de Ricardinho, fruto, como casi todas las ocasiones lusas de la primera mitad, de un error hispano. A Miguelín se le escapó una conducción ante el peor enemigo, Ricardinho, y este se vio obligado a abrir el regalo con mucho gusto hacia la escuadra izquierda de Paco Sedano. Hasta ahí quedó la Portugal con iniciativa vista en el resto del campeonato, pues se alojó en la comodidad de comprobar cuántos fallos cometería España en su propio riesgo, que fueron unos cuantos, con especial atención en hombres como Bruno Coelho (lo que estuvo en la pista) o Nilson. El resultado era adverso sobre la pista, pero España controlaba las acciones de juego, como si lo único que habría que tener fuera paciencia. Tardó, pero se tuvo, entre algún que otro arritmia provocada por O Mágico desde el centro de la cancha.

El paso de los minutos engordaba el tamaño de los españoles, cada vez más frecuentes sus llegadas a la meta de André Sousa. Lin o Pola fueron algunos de los que testaron al menudo meta portugués. La etiqueta de favorito le venía grande a Portugal, por lo que cedió todo el protagonismo a su rival hasta que, a falta de 4:37, debió entregarse por el límite de faltas. El técnico español vio la situación clara: Rafa Usín y Joselito en pista y búsqueda de regates para provocar la sexta falta. En los focos no estaba Marc Tolrà, como tampoco lo estuvo ante Kazajstán, y a sus botas debieron acudir las luces gracias a una paralela: el catalán cruzó la bola y recogió el protagonismo con merecimiento cuando el primer acto agonizaba. Ahí agarró por el mango España el partido y lo recondujo. Por si había alguna duda.

De vuelta del descanso pareció que Portugal se tomó una ducha helada: cambiaron su planteamiento por completo. Brotes verdes. El deporte es justo y la valentía le valió la pena desde el principio. André Coelho, tremendo pegador, se encontró con la cruceta en una oportunidad y con Paco Sedano en otra tras una dura volea. La presencia del mostoleño era un mal síntoma: los vecinos ibéricos comenzaban a tener por costumbre visitarlo. La lectura positiva es que respondía con firmeza. No serían los únicos sustos, ya que Pedro Cary paseó la puntera por el corazón del área española y Fábio Cecilio arañó la resistencia de la afición. Un vaivén de emociones. España también tuvo las suyas, con una rotunda claridad en las zapatillas de Pola, quien rebañó un balón, como viene siendo habitual, y no quiso embocar por exceso de facilidad.

No fue hasta bien rebasada la media hora cuando la selección se encontró con su pareja, que no es otra que la estrategia: Miguelín botó una falta al borde del área y encontró en el segundo palo a Lin, dispuesto a dar la bienvenida a tal presente. Gol fue, por lógica y porque España tiene un sexto sentido en las acciones a balón parado: su tabla de salvamento en cualquier momento de la competición, fuera bueno o malo. Ocurrió, casi con puntualidad obligatoria. Los minutos entonces se posaron como plumas en el aire, eran ligeros, casi imperceptibles, hasta que Portugal alineó a Pedro Cary como quinto hombre con tres minutos por jugar. Al poco tiempo, el Cid Campeador de los lusos, Bruno Coelho, que parecía estar sobre la cancha con una sola pierna, dibujó la segunda y remató al segundo palo para concretar el empate a dos goles con el que se llegaría a la prórroga: Portugal mantendría las cinco faltas en los diez minutos siguientes.

La prórroga sólo fue el aperitivo de la emoción, con una ausencia de ocasiones lógica después de que se acelerara el bombeo de sangre. André Sousa desbarató, cual torero de rodillas, la posibilidad que dispuso Miguelín a un metro y medio de él. Cualquier acción parecía un bisturí. Dolía. Sobre todo uno, el de los árbitros, que no acababan de ver la sexta falta lusa a pesar de que varios hombres españoles cayeron en la pista. En el segundo acto, el mayor contrapié fue la lesión en el tobillo derecho de Ricardinho, justo antes de que Bebe encontrara el palo en una puntera rápida. Rumió España más acciones, todas claras, como la fabricada por Solano y marrada por Lin sin oposición o la del propio cordobés. La sensibilidad estaba muy alta, con ambos al límite de faltas.

Los españoles se encogieron por ello. Solano cometió la sexta y Bruno Coelho se fue hasta los 10 metros.

Coelho anotó con sólo 55 segundos por delante. 3-2.

Volvimos a encogernos con el disparo al palo de Rafa Usín con sólo 14 segundos. Ahí acabó todo.

La selección portuguesa se coronó por primera vez campeona de Europa después de un emocionante encuentro. Supieron sufrir y realzarse en el peor de los escenarios, recomponerse y pensar en cuántas decepciones han experimentado en los últimos años hasta, por fin, salir campeones. La ironía quiso que lo hicieran sin Ricardinho (MVP del torneo), pero la historia le debe el mérito al mago portugués por el camino que ha construido, escoltado, esta vez sí, por unos compañeros que estuvieron a la altura, tanto con él como sin él.

Es la segunda final europea que el combinado español pierde de las nueve disputadas hasta la fecha después de la cosechada en Granada en 1999, en los penaltis contra la Rusia de Konstantin Eremenko. España sigue dominando el palmarés del continente con siete títulos, seguido por los dos de Italia y los únicos que cosechan Rusia y, a partir de hoy, Portugal.

 Final del partido. Portugal se proclama campeón del Europeo de futsal.
Final del partido. Portugal se proclama campeón del Europeo de futsal.

Ficha técnica:
Portugal: André Sousa; Pedro Cary, Bruno Coelho, João Matos y Ricardinho -quinteto inicial-; André Coelho, Tunha, Nilson, Fábio Cecílio, Pany y Tiago Brito.
España: Paco Sedano; Ortiz, Pola, Miguelín y Álex -quinteto inicial-; Marc Tolrà, Bebe, Adolfo, Solano, Lin, Rafa Usín y Joselito.
Goles: 1-0, min.1, Ricardinho; 1-1, min.19, Marc Tolrà; 1-2, min.32, Lin; 2-2, min.39, Bruno Coelho; 3-2, min.50, Bruno Coelho.
Árbitros: Ondrej Cerny (República Checa) y Sasa Tomic (Croacia) amonestaron a Nilson a Rafa Usín.
Incidencias: Partido correspondiente a la final del Campeonato de Europa de selecciones de la UEFA, disputado en el Arena Stozice de Liubliana (Eslovenia) ante 10.352 personas. Estuvieron presentes autoridades como el presidente del organismo europeo, Alexander Ceferin, y el presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), José Ramón Lete.

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