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De profesión, mamá

Por Fran Cano - Mayo 07, 2017
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De profesión, mamá
Merce y su segundo hijo, Dani, con las fotos de la familia. Fotos: Fran Cano.

María Mercedes Cano Cano tiene hoy 43 años y cuatro hijos. No hay frailera de su generación que haya sido madre en tantas ocasiones. La moda entre sus amigas, cuenta ella, es llegar a la mitad, dos hijos. Merce, como la llaman en el pueblo, quería tres. Y llegó un cuarto. Así, uno a uno, desplazó la carrera que aún no ha podido completar para dedicarse a una de las más arduas del mercado. No está remunerada, y quizá sea la más difícil: el trabajo de ser madre. Está en ello.

Los hijos son cuatro, David Ramos Cano (19), Daniel (15), Ángela (11) y Antonio (10). La progenitora es una, Merce. Ella y Daniel hablan con Lacontradejaén antes del Día de la Madre. El joven no ha podido ir hoy al instituto; el nivel de polen ataca. Y ahí está mamá para cuidar del chico.

UNA PSICÓLOGA EN LA NEVERA

Merce pasaba la veintena, vivía en Granada y estaba en cuarto de carrera de Psicología. Era joven, estudiaba en la ciudad que más le gusta aún y le quedaba apenas un curso para convertirse en psicóloga. El plan posterior pasaba por buscar empleo en un centro de salud; no le interesaba la idea de la consulta privada.

De pronto descubrió que en su vientre había más vida de la que ella creía: estaba por llegar David, el primero. Y con él llegaría también el matrimonio. Merce dijo sí a su compañero de la adolescencia, Antonio Ramos.

—¿Dejó de estudiar con el primer niño?

—No, seguí embarazada. Incluso después de dar a luz, a los dos años, me cogía asignaturas e iba por la tarde en mi coche hacia Granada para continuar la carrera.

Antes de que naciese Daniel, el segundo, la frailera se matriculó en la UNED de Úbeda. Así dio otro par de pasos, en forma de créditos, para acercarse a una meta que aún hoy es esquiva. Está formada en gerontología y en la enfermedad del alzhéimer.

—La verdad es que ya no sé ni lo que me queda para terminar —dice, media sonrisa de broma, media de resignación.

CUATRO DEPENDENCIAS: APRENDER A ORGANIZARSE

Con Ángela,  Merce y su marido llegaron al número que se habían fijado. La madre quería que sus hijos fuesen tantos como los hermanos que ella disfrutó en la niñez. De ahí la meta del tres. Merce cuenta que su Ángela es muy responsable, metódica para tener sólo 11 años. Le gustan los idiomas.

A partir de la niña, la carrera de Psicología se pospuso indefinidamente. En ocho años, tres bocas más que alimentar. El padre de familia es ganadero, profesión sinónimo de entrega y sacrificio; horas y horas fuera de casa. Hacía falta alguien anclada en el hogar. Alguien como Merce.

—Con los dos primeros recuerdo que me organizaba bastante bien. Fueron quizá los años más estables. Aún teníamos vida social.

Aún no es siempre todavía. La vida social ahora, con cuatro, parpadea, va y viene. Si Ángela supuso abundar en los esfuerzos cotidianos de ser madre, el benjamín e inesperado Nono redobló la faena año y medio después del nacimiento de la niña.

Ya eran cuatro.

Y dos adultos. Familia (más) numerosa.

 Merce y su segundo hijo, Dani, con las fotos de la familia. Fotos: Fran Cano.
Merce y su segundo hijo, Dani, con las fotos de la familia. Fotos: Fran Cano.

MADRE HAY MÁS QUE UNA

La periodista Samanta Villar es autora del libro Madre hay más que una. La obra de la reportera le ha provocado críticas de un sector de la sociedad reaccionario ante la idea de cuestionar algo tan culturalmente sagrado como la maternidad. Villar tuvo mellizos, y es madre orgullosa, pero admite que no es tan feliz como antes.

—¿Entiende lo que plantea Villar?

—Claro que su vida no es igual que antes. Tus hijos, los hijos en general, son lo más grande del mundo, pero es obvio que te coartan.

—¿Qué le diría a una joven que quiere ser madre?

—Que es maravilloso, pero que su vida cambiará al cien por cien.

—Hay padres que pasan de los hijos. ¿Por qué?

—Porque son personas que no están preparadas y que nunca lo asumirán. No lo querían —contesta, y no hay asomo de crítica.

“SER BUENA PERSONA; NO GUARDAR RENCOR”

David, el mayor, estudia Magisterio en Granada, de manera que el pequeño Nono ha colonizado la habitación del primogénito. Y Dani, ya sin Nono, tiene más espacio para sus dos monitores y su videoconsola. La informática le encanta. Por ahí va el futuro. El de un alumno de tercero de Secundaria.

Merce ha sembrado concordia en la familia numerosa. También tiene tiempo para estar en la Ampa y en el consejo escolar del colegio Santa Lucía. Además da catequesis. Está orgullosa de todos sus hijos:

A David le aplaude que estudie Magisterio en Granada.

De Dani espera que sea siempre cariñoso.

Y confía en que Ángela y Nono mantengan esa conexión especial de hermanos pequeños.

—¿Qué valores le ha transmitido?

—Ser siempre amable, buena persona y no guardar rencor.

Ha contestado Dani. Se ha adelantado a la madre que quiere ser psicóloga.

 

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