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Ratas en Jaén

Por Jesús Antonio Rodríguez - Octubre 19, 2019
Ratas en Jaén
Fotos: Javier Cáliz Pili Alarcón.

Según una definición al uso, “implícito”, del latín “implicitus”, es algo que se encuentra incluido en otra cosa o actividad, sin que esta lo exprese o manifieste de forma directa. O sea, dicho en román paladino, la situación descrita por Lacontradejaén, muestra una situación, clara, simple, concisa, sin adornos o complicaciones, referente a la situación vecinal producida por las ratas en determinados lugares de la capital jienense.

Es decir, aunque el Consistorio últimamente se encuentra dando muestra de mejor disposición hacia los contribuyentes, el problema se identifica plenamente con una de las situaciones típicas en algunas Administraciones, desconocemos el porqué, respecto a “dejar en reposo indefinido”, actuaciones efectivas, encaminadas a despreocupar a los afectados en cuestión.

Quizás el Ayuntamiento debería pensar de nuevo, si el problema se encuentra comprendido dentro de la esfera de responsabilidades de la Concesionaria de Recogida y Limpieza Urbana, y, supervisar más concienzudamente sus tareas, si es el caso. Porque no creemos en llegar al punto del símil de la fábula de El flautista de Hamelín, de los hermanos Grimm, referida a una extraña venganza de hacer volver a los roedores a la ciudad por algún tipo de incumplimiento.

Al respecto, el ciudadano medio no debería acostumbrarse al surgimiento de este tipo de situaciones, producto de penumbras presupuestarias, deficiencias profesionales u otro tipo de sombras procedentes de donde procedan, sin arriesgarse el contribuyente, a dicha sea la suerte.

Este autor vive muy de cerca a través de la autoría de sus artículos (www.modificadosobraspublicas.com), los problemas de la 'España local', y les puedo asegurar que Jaén no supone ninguna excepción dentro de los múltiples dislates que vienen ocurriendo a lo largo del mundo consistorial y sus aledaños.

Me parece acertada la adopción de medidas, producto de la desesperación y mientras tanto, recordemos aquel pasaje de Esteban Echeverría, introductor del Romanticismo en Argentina, perteneciente a la denominada Generación del 37, formada en Francia que alertaba:

«Cuentan, que al oír tan desaforados gritos, las últimas ratas que agonizaban de hambre en sus cuevas, se reanimaron y echaron a correr desatentadas, conociendo que volvían a aquellos lugares, la acostumbrada alegría y algazara, precursoras de la abundancia...».

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