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El relojero y La japonesa calva

Por Bernardo Munuera Montero - Octubre 24, 2017
El relojero y La japonesa calva
Blumm escribe hoy de dos títulos, un relojero y una japonesa calva.

Hay quien piensa, y por ello se avergüenza, que enseñar y hacerse una fotografía con el libro que te estás leyendo es como sacarte los calzoncillos por la pernera y enseñarlos, o hacerte un selfi con ellos. No se rían. Hay quien piensa que hacerse una fotografía con un libro sobre un fondo de piedra mate, tirando a arena, es mostrar y demostrar cuán pedante se es. Hay quien piensa, por el contrario, que chillar ¡gol! un domingo por la tarde sí es lo más culto a lo que una persona un domingo por la tarde puede llegar a hacer. Yo, por eso, grito ¡gol!, y además, leo. ¿Doblemente culto? Juzguen ustedes.

Hoy les traigo con estas letras dos libros que no he leído pero que les voy a recomendar que compren y que lean. Hoy, con este artículo, me voy a hacer un selfi (se puede escribir selfi, advierto) con dos libros que todavía no he leído. Además, conozco personalmente a ambos autores. Son Emilio Lara y Jesús Tíscar.

Emilio Lara presentó El relojero de la Puerta del Sol el viernes pasado en La Económica. Hasta estuvo el director de ABC, Bieito Rubido. Qué bien cayeron sus palabras un viernes por la tarde, después de una semana complicada. La segunda novela de Emilio se titula El relojero de la Puerta del Sol y parece que termina bien; lo apunté. Necesitamos, de vez en cuando, novelas e historias positivas, que terminen bien, que cerrado el libro desees empezarlo otra vez, sobre todo por tu salud mental. La novela está basada en la vida de un tipo que huyó de su pueblo porque perdió una oveja y prefirió huir antes que regresar a su hogar y recibir la regañina de un padre severo. Parece que fue muy de verdad, y andando, andando este zagal se convirtió en el relojero más famoso de Europa. Hasta arregló el Big Ben, se cuenta, y regaló en 1866 a Madrid el reloj que da las campanadas de fin de año en la Puerta del Sol. Sí, por supuesto, no voy a engañar a nadie, tengo muchas ganas de leer esta novela de Emilio. Es una historia de superación y a mí me gustan las historias de superación.

El segundo libro que quiero leer es de Jesús Tíscar, XXI Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe celebrado en el X Festival Getafe Negro junto al escritor Eduardo Mendoza. Lleva por título La japonesa calva que es un título muy tiscariano, o tiscárico, como me gusta escribir y así definir su quehacer; de ácido tiscárico, que es un potenciador del sabor iconoclasta. Y en vena. Jesús Tíscar tenía que llegar a esta cima. Ya está ahí, por fin. De la novela han dicho que es arriesgada y filosa y de notable trazo; una novela algo thriller, algo negra, con sus cadáveres y sus pistolas, sus psicópatas asesinos y sus timbres sonando. Quiero conocer a Luciana Crespillo y no tendré más remedio que leer las andanzas de Kazumi Kuriwato, que masajea al modo tiscárico. Qué bien.

Pues hoy, ya está. Aquí está mi selfi con un relojero y una japonesa calva. Serán los próximos títulos que lea, y ya están en la cola de lectura. Pronto acabaré Entusiasmo, de Pablo D´Ors, que también te la recomiendo, lector. Esta novela sí me la he leído. ¿Quieres paz? Lee a D´Ors.

Y acabo con una cita de Juan Goytisolo porque viene que ni te cuento. Nadie, nadie, pero nadie llega a ser un escritor si no tiene un público que le lea. Sin la inteligencia del público que lee, nada. Créetelo. Es así. ¿Quién puede hablar en el vacío, lucir la fuerza apodíctica de su inteligencia sin el contacto estimulante del público?

Jesús Tíscar y Emilio Lara nos esperan, lectores. ¿Por qué no ser inteligentes también?

Blumm escribe en Lacontra y sobre libros en La manía de leer.

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