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"La novela de Manuel Andújar es un hacha para entrar en la realidad"

Por Javier Cano - Diciembre 12, 2019
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"La novela de Manuel Andújar es un hacha para entrar en la realidad"

El Día de la Lectura en Andalucía se centra este año en la presencia de Andalucía en los memoriales del exilio. Para celebrar esta jornada literaria en Jaén, el escritor ubetense Salvador Compán ofrece una conferencia en torno a La novela del exilio: Manuel Andújar y Jaén en la memoria, con la que el finalista del Premio Planeta del año 2000 reivindica la obra y la figura del intelectual carolinense, fallecido en 1994. Es en la Biblioteca Pública Provincial, a partir de las siete de esta tarde

—Vuelve usted a Jaén, en esta ocasión para hablar de un clásico de las letras cien por cien jiennense.

—Sí, será una charla sobre una persona que, desgraciadamente, hay que reivindicar cada día.

—¿Cree que la figura y la obra de Manuel Andújar no están lo suficientemente valoradas todavía?

—Sí, y digo todavía en el sentido de que su obra debería haberse difundido al máximo, haberse extendido por todo el país y tener el inmenso reconocimiento que merece. Sin embargo, no es así. Hay incluso profesores de Literatura, gente culta, lectores que no lo conocen. Y es una pena, porque la novela de Andújar es como un hacha para entrar en la realidad, de un poder, de una belleza y de una exactitud de lenguaje como pocos narradores han conseguido.

—¿Cuál es el leit motiv de la obra de Andújar?

—En su obra hay dos grandes temas que se tocan. Él era una persona machadianamente buena, un humanista de fondo con una firmeza, una columna vertebral ética siempre. El tema del existencialismo, a lo Machado, el agnosticismo religioso, esa pregunta universal del hombre que se pregunta adónde va, la angustia existencial, ese tema, sobre todo en poesía, es el que más desarrolla. Pero el gran tema de Andújar es España, el por qué se pierde una guerra que no se debió de perder. 

—¿Llega a responderse a esa pregunta en sus novelas?

Él habla, claro, desde su punto de vista de la república. Por qué se tienen que pisotear los elementales principios de solidaridad y de justicia que unen a los hombres, que eso es lo que representa la república. Y eso queda, por utilizar una metáfora suya, en un Cristal herido. Así se llama la novela de los jóvenes que en los días previos a la Guerra Civil, con toda la ilusión del mundo y sus principios morales en carne viva, están luchando por lo que significa la modernidad, por hacer sólidos en España los principios de igualdad, justicia y libertad. Todo eso se rompe, y él mismo queda como un cristal herido, turbio, con estrías, para siempre.

 El escritor carolinense Manuel Andújar.
El escritor carolinense Manuel Andújar.

—Desde su posición de exiliado, ¿qué propugna el escritor carolinense para solucionar el problema de la España de su tiempo?

—El talante de Andújar nunca cambió. El pregonó el diálogo, el análisis de la realidad. De hecho toda su obra es el análisis de España en el siglo XX, un poco como Galdós en el XIX. Él era concilidador. Incluso fundó una revista en México que se llamaba Las Españas, porque siempre fue federalista. Sus últimos años estuvo en Cataluña y eso le dio conciencia sobre ese plural, Españas, una nación de naciones. Decía que en la diversidad, en el mestizaje de España está su unidad. Es un poco la misma idea de federalismo que tiene hoy el PSOE. 

—Es decir, que si Manuel Andújar viviera actualmente, lo más seguro es que estuviera en el sí a un referéndum sobre la cuestión catalana...

—No, no, porque él era absolutamente respetuoso. Lo que pediría es que se transformara la constitucion para poder hacer el referéndum. Tenía ese sentido de lo común, y lo más común que tenemos es la constitución. 

—¿Cómo es posible que en una España en la que el asunto de la memoria histórica está siempre en la palestra, la obra de Andújar no goce de la difusión que, a su juicio, merece?

—Simplemente no se conoce. De las dos primeras novelas de Víspera (Llanura y El vencido) se hizo una serie en televisión de mucha calidad, y fue muy conocida. Pero eso quedó olvidado, sin embargo. Quizá la razón sea que Andújar, en algunos libros, es muy difícil, sobre todo en el ensayo.

—¿Dónde radica esa dificultad a la que alude?

—Es un autor muy abstracto, que tuvo un orgullo (y lo llevó a cabo y lo cumplió) de nunca empobrecer el lenguaje, la patria del escritor. Él casi vivía en el lenguaje, en el castellano, siendo escritor y estando lejos de España. Tuvo siempre ese prurito de aprovechar toda la potencialidad del castellano, y hay textos suyos con hipérbaton, neologismos, arcaísmos..., muy difíciles.

—¿Es común a toda su obra esa abstracción?

—No, no. En su última novela, El destino de Lázaro, experimenta y es muy difícil de leer, pero sus dos primeras novelas están escritas a lo Benito Pérez Galdós pero con la calidad inmensa de estilo y posesión de la lengua que tuvo siempre Andújar, y que no la tuvo Galdós en absoluto.

—¿Puede que la condición de escritor de izquierdas, de exiliado, esté detrás de esa dificultad de difusión de su escritura? ¿Ve una mano negra?

—No. Vivimos en un país, en eso sí creo, en el que no hay censura, que es democrático. Cualquier editorial podría haber hecho un lanzamiento de la obra de Andújar en edición popular. 

—Entonces, ¿cómo se le puede reivindicar? ¿Qué cree usted que hace falta para reconocer su literatura?

—Lo que hace falta, primero, es que sea leído. Muchos agentes culturales de difusión ni siquiera lo han leído. Villanueva o Rafael Conte, entre otros, lo arroparon cuando volvió del exilio, pero a él le costó muchísimo entrar en el mundo cultural, literario, y eso que estaba trabajando en Alianza editorial. No era de camarillas literarias.

—Después de casi tres décadas de destierro, ¿por qué decidió regresar?

—Se vino a España para tener presencia literaria, para ser un escritor que escribía en español y ser leído en español. Sabía que en México no lo leían, porque no interesaba, ni en España, porque no era conocido. Quizás esa sea una de las razones, no vino a España hasta el 67, y lo hizo para vender su literatura, él mismo lo dijo en una entrevista. Quería defender su obra, estar cerca de sus lectores, pero llegó tarde en ese sentido. Eso y el orgullo estilístico suyo, que no rebajó nunca ni un grado, pueden estar detrás de su desconocimiento.

—Actividades como su charla de esta tarde le devuelven luz a Manuel Andújar. ¿Cree que algún día se le hará justicia?

—En eso estamos, pero hay que tener cierto escepticismo, porque estamos en la sociedad líquida, de lo fácil, de la imagen, y autores como Andújar son un hueso duro incluso para personas cultas de este país, que cada vez tiende más a una cultura infantilizada, superficial. Soy escéptico en ese sentido.

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