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LOS ILUSTRES DEL 'NUEVO'

LOS ILUSTRES DEL 'NUEVO'

Por Javier Cano - Enero 08, 2022
Compartir en X @JavierC91311858

En el año en que cumple medio siglo de existencia y actividad funeraria, el cementerio jiennense de San Fernando también puede presumir de albergar a personajes insignes y populares tras sus lápidas. Lacontradejaén propone una ruta copada de curiosidades por el camposanto de la capital

Cincuenta años de existencia y actividad funeraria cumple, en 2022, el cementerio de San Fernando de Jaén capital. Una efeméride que, dada la naturaleza del recinto, no incita precisamente a la celebración pero que invita, eso sí, a descubrirle el buen número de curiosidades y personajes que albergan sus miles de sepulturas. Hombres (y mujeres) imprescindibles, que dicen que dijo Goethe. 

Y es que si bien es el romántico camposanto de San Eufrasio, copado de jiennenses legendarios, el que se lleva la palma a la hora de destacar la trascendencia de sus moradores (y los valores arquitectónicos que, indudablemente, posee), el patrimonio sentimental, histórico (e incluso artístico) que atesora el 'nuevo' también da para un amplio reportaje. ¿Que no? Lean, lean...

Diseñado en 1968 por el arquitecto jiennense Luis Berges Roldán y su colega Ernesto Hontoria (tangerino de origen pero muy vinculado profesionalmente a Baeza y a la capital de la provincia), el proyecto se hizo realidad 4 años más tarde, en 1972.

Concretamente el día 2 de agosto, según confirman a este periódico fuentes del negociado municipal, acogió el primer enterramiento, aunque hay que tener en cuenta que el continuo traslado de restos desde su casi vecino cementerio 'viejo' ha hecho que sobre muchas lápidas campeen fechas anteriores, incluso del primer cuarto del siglo XX. Como primera curiosidad, el propio Hontoria descansa en paz, a día de hoy, en el cementerio que él mismo diseñó.

 Curiosa lápida en la que se entrecruzan los nombres de pila de quienes descansan tras ella. Foto: Archivo de Javier Cano.
Curiosa lápida en la que se entrecruzan los nombres de pila de quienes descansan tras ella. Foto: Archivo de Javier Cano.

CURIOSIDADES

Hablando de lápidas, en ellas reside gran parte del atractivo de este espacio; así, cabe resaltar su variedad, con piezas adornadas en su mayoría por el clásico crucifijo (y eso que no tiene calificación oficial de cementerio católico).

Por cierto: en 2020 Unidas Podemos Jaén (entonces Adelante Jaén) presentó una moción al Ayuntamiento para despojarlo de su denominación religiosa, parece que sin éxito a tenor no solo de la continuidad del nombre del recinto en su totalidad, sino también de sus secciones, que abarcan un largo extracto del santoral. 

Volviendo a las lápidas: después de la clásica cruz, la iconografía que abunda es la de El Abuelo, la imagen más venerada de la ciudad y, para muchos, muchísimos, la que prefieren en la mínima fachada de su última casa en la Tierra. Junto con Jesús Nazareno, la Virgen del Carmen es la más representada sobre el mármol, y a partir de ahí el deseo del finado o la elección de la familia son impredecibles.

Sí, lo mismo se topan los ojos del visitante con la Virgen de la Capilla, el Santo Rostro o fray Leopoldo que se encuentran de sopetón el escudo de un equipo de fútbol, el retrato del difunto, instrumentos musicales, la plasmación de sus aficiones (un cazador en pleno disparo, por ejemplo, en el nicho 70 de la sección 32 o de San Marcos)...

Los hay también desnudos, es decir, sin más ornato que el nombre, los apellidos y poco más, y en algunos casos luce solamente la tapa de obra que, en su día, colocó el sepulturero de turno. 

 Toda una biografía en el corto espacio de una lápida. Foto: Archivo de Javier Cano.
Toda una biografía en el corto espacio de una lápida. Foto: Archivo de Javier Cano.

Para original, la lápida en la que los nombres de pila de quienes yacen tras ella se entrecruzan formando un crucifijo con sus letras, en el nicho 257 de la sección tercera (San Jerónimo); o la que, a modo de página de una biografía, informa de la vida y los méritos de quienes ocupan el nicho de la foto superior, ubicado en la sección San Luis, que concluye con un mensaje escrito al revés, o lo que es lo mismo: legible solo para las personas ahí enterradas. ¡Qué yuyu! 

DE RUTA POR 'SAN FERNANDO'

Sea como sea, el paseo es fructífero si se presta atención. Lo primero que se encuentra quien decide pasar por estas ya cincuentonas instalaciones es una sencilla portada que en su día (muchos lo recordarán) estaba antecedida por dos breves espacios rectangulares, dos coquetos estanques en los que nadaban sendos y coloridos grupos de pececillos. 

Un original detalle que, como la capilla ante la que era frecuente rezar un responso antes de adentrar el féretro camino del misterio, ya es historia.  

 Foto: Antonio Mata Rico.
Foto: Antonio Mata Rico.

Nada más entrar, a ambos flancos se erigen panteones y tumbas, algunos de interesante factura y con predominio de las formas contemporáneas: la sepultura de los Cañones de Quesada, tan vinculados a la Hermandad de la Buena Muerte; la aristocrática de los García de Quesada, de la casa de los marqueses de Navasequilla; la del alcalde, farmacéutico, fotógrafo y arqueólogo Ramón Espantaleón Molina, o la de Emilio Ollero Argote de Molina, que da nombre al prestigioso premio de pintura que convoca, desde hace 35 años, el Instituto de Estudios Giennenses.

Junto a ellas, la tumba de los Villar Sáenz (de las casas condales de Humanes y de Busianos); la de la ilustre familia de médicos y alcaldes Arroyo Fiestas o la de los García de la Puerta, bajo cuya pesada losa yace, entre otros, la poetisa de corte patriótico y religioso Pilar Sarrablo, fallecida en 1982 y una habitual en las páginas de Paisaje, la revista que el cronista Luis González López publicó entre las décadas de los 40 y los 60.

En el lado derecho, por su parte, los panteones de la familia de fotógrafos Pez, la tumba de 4 losas de los Calatayud, la llamativa de los Moral Parra, sobre cuyo mármol se erige una singular cruz de la que cuelga un no menos espectacular manto constelado de espejos; la que guarda los restos del reputado médico Diego Luzón Linde (1885-1952) o, muy cerca, la de su colega Luis Sagaz Zubelzu, que da nombre al centro hospitalario de El Neveral y a la céntrica calle Tablerón. 

Los Ramírez de Torres de Navarra (linajuda familia jiennense) descansan en paz en otro panteón de esta zona, que desemboca en las nuevas edificaciones funerarias levantadas en el cementerio de unos años a esta parte, con ejemplos como el de los Martínez Luque: alberga los restos de María Dolores Torres Almazán, que murió en 2016 y se convirtió en la primera camarera de la historia de la Semana Santa jiennense con una calle dedicada en la ciudad.

El que fuera delegado de Cultura en Jaén y gobernador civil de Almería Fernando Hermoso Poves; Teresa Gómez Sáenz-Messía, condesa de Humanes y grande de España (que expiró en 2013), o Andrés Chamorro Lozano (hermano mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús) también duermen el sueño de los justos en tumbas o panteones de esta parte del recinto funerario. 

UN PASEO ENTRE BLOQUES

La primera sección o calle, que empezó a recibir enterramientos en agosto de 1972, lleva el nombre de San Eufrasio, un guiño, quizás, al viejo camposanto del camino de las Cruces, al que tomó el relevo aquel verano.

Ya desde este tramo inicial es posible identificar a diferentes personalidades de la vida local como el conocido médico Gregorio García Sedeño (nicho 99), fallecido aquel mes y aquel año; en el 103 yace, desde 1979, un pionero de la radio de aquí, Francisco González Quero, muy vinculado además al mundo cofrade de la capital, y en el 211 el fotógrafo Jaime Roselló Cañada (1883-1978), cuyo objetivo, impulsado por unas cualidades artísticas reconocidas a día de hoy, recogieron gran parte de un Jaén ya perdido. 

 El doctor Eduardo Arroyo, en el despacho de su caserón de la calle Almendros Aguilar. Foto: Archivo de Javier Cano.
El doctor Eduardo Arroyo, en el despacho de su caserón de la calle Almendros Aguilar. Foto: Archivo de Javier Cano.

El abogado Eduardo Ortega Anguita, al frente del Ayuntamiento de 1958 a 1964, es otro de los ilustres de esta sección, que comparte con el médico, arqueólogo, fotógrafo y humanista Eduardo Arroyo Sevilla, pionero de la cardiología en Andalucía y autor de muchas de las imágenes que ilustran la legendaria revista don Lope de Sosa, del cronista Cazabán. 

La segunda sección, dedicada a San José, acoge los restos mortales del conocido cofrade Juan García Carmona (nicho número 3), que expiró en 1996 tras toda una vida de dedicación a las hermandades de Pasión y Gloria locales, mientras que la tercera, bajo la advocación de San Jerónimo, inaugura la serie de epitafios curiosos con un "In liebe dien mutti und deine feunde" que viene a decir, según el traductor Google: "Enamorado de tu mamá y tus amigos". Está en el nicho número 374, no apto para quienes sufren de cervicales. 

De los conocidos miniaturistas Senise Colmenero es el 212, y el 131 recomienda: "Una lágrima por el difunto se evapora, una oración por su alma la recoge Dios". Dicho queda. El diputado Virgilio Anguita Sánchez (1879-1960) y Joaquín Ortega Jiménez (patriarca de la dinastía de fotógrafos del mismo apellido, muerto en 1977) cierran la nómina de personajes de este patio. 

En la calle dedicada a Santa Catalina, la número 4, fueron inhumados Martín Noguera (nicho 23), docente que da nombre al popular colegio Cuatro Caminos, y el magistrado José Sotillo (1911-1983), en tanto la quinta (bajo el patrocinio de San Juan de la Cruz) no deja lugar a la indiferencia:

ahí está la sepultura marcada con el número 195, correspondiente a Mauro Viñe; sacerdote, vino a morir el día de su santo de 1977 y a sus descendientes debió de parecerles tan extraordinaria esta coincidencia, tan digna de ser propalada, que incluso mandaron inmortalizarla sobre el mármol; ¿no dijo el genial Rafael el Gallo que "hay gente pá tó"?, pues eso.

Algo más abajo pero en la misma sección, en el número 48, un rastro de incienso imaginario indica el lugar de reposo de Luesco, el ilustre expiracionista Luis Escalona Cobo, fallecido en 2016, autor de títulos cofrades de referencia en la Semana Santa local. 

Hacia el paisaje de olivos que se abre tras las tapias que limitan con el cementerio a la derecha ("cuatro pasos y los muertos, / cuatro pasos y los vivos", con palabras de Miguel Hernández), una serie de bloques amplifica el nomenclator de personajes y el catálogo de curiosidades de 'San Fernando'.

San Antonio se llama la sección 23, donde recibió sepultura otro fotógrafo eternizador del viejo Jaén, Manuel Romero Ávila (finado en 1996), y en la 22, dedicada a San Vicente, hicieron lo propio con el gran pintor Fausto Olivares (1940-1995), cuyo nombre campea en el nicho 230.

El futbolista Juan de Dios Real Blanca, 'Juande' (1994), ocupa el primer hueco de la sección 21 o de Santa Marta, y en la 20, la de San Francisco, el inolvidable Octavio Jurado Ortega, 'Piturda', sigue generando ríos y ríos de comentarios y páginas desde el nicho número 9.

En esta calle, el 51 acoge a un singular personaje, abogado, detective y crítico de arte del siglo XX que cruzaba la capital elegantemente vestido con traje de chaqueta blanco y zapatos bicolor cuya trágica y violenta muerte marcó para los restos su suntuosa casa palacio, a nada y menos de la Catedral, en la calle Recogidas, 13 (ese número de mal fario para los supersticiosos).

Hablando de García Requena (que es el nombre oficial de la citada vía urbana), don Ricardo, el insigne periodista masón, es de los pocos, poquísimos destacados decimonónicos enterrados en 'San Fernando' (sección San Félix de Valois), tras su traslado desde 'San Eufrasio'. 

También en San Francisco, en el 43, el arquitecto Ramón Pajares Pardo, fallecido en 1993, remite a una exitosa trayectoria, en gran parte desarrollada en el organismo de Regiones Devastadas, tras la Guerra Civil. 

Un columbario de la sección San Ramón, el numerado con el 167, abraza los restos del escritor, abogado, profesor y conferenciante Diego Rojano Ortega (1942-2004). Cerca, en San Agustín, la 26, el compositor José Cuadrado ocupa el nicho 312, él que fue autor de inolvidables y hoy vivísimas marchas de procesión. La misma calle donde unos versos nerudianos, "Me miran con tus ojos las estrellas y los pinos en el viento cantan tu nombre", pueblan la sepultura 244. 

  Sepultura del popular Piturda. Foto: Archivo de Javier Cano.
  Sepultura del popular Piturda. Foto: Archivo de Javier Cano.

EPITAFIOS PARA TODOS LOS GUSTOS

En el ala izquierda de esta zona inferior del cementerio, los amantes de la lírica pueden disfrutar de un poema de Manuel Machado: "Hijos, para descansar, / es necesario dormir, / no pensar, / no sentir, / no soñar... / Madre, para descansar, / morir (nicho número 80 de la sección 16 —San Pedro—, ya donde el cementerio, en su parte baja izquierda, linda con el campo que le pone límite).

No abundan, no, pero hay dedicatorias en 'San Fernando' que merece la pena destacar: "A ti, papá: los grandes hombres son los que más sufren durante su vida; tú no solo eres un gran hombre, sino el mejor marido, padre y abuelo. Dicen que la historia, a veces, se repite, pero lo cierto es que nunca nadie habrá como tú. Gracias, papá", se lee en el 218 de la sección 18 o de San Joaquín. 

A un tiro de piedra, en el nicho número 40 de la sección 17 (dedicada a Santa Rita), descansa en paz el histórico socialista extremeño, afincado en tierras del mar de olivos, Cándido Méndez Núñez, desde 1991. Otro político, el que fuera alcalde de la ciudad entre 1951 y 1956 Alfonso Montiel Villar (bajo cuyo gobierno se colocó la Cruz de obra del cerro de Santa Catalina), reposa en el nicho 47.

Muy cerquita, en el 122 de 'Virgen del Rocío' (sección 15), el "escritor y periodista" Tomás Moreno Bravo (autor de una referencial biografía del cronista Alfredo Cazabán, a quien trató personalmente) tiende los 81 años que acumuló su cuerpo, y en el 155 el poeta Ramón Meléndrez expresa el sentimiento por la muerte de su padre, allí enterrado: "Impotencia, rabia, dolor, / son las estrofas de mi sufrir, / las trovas del trovador / que te ha de llorar sin fin".

Ahorradores o encariñados, que las dos cosas pueden ser, hay quienes decidieron no solo trasladar los restos de sus seres queridos desde el cementerio de San Eufrasio, sino traerse además la lápida que los cubría allí. Antiguas losas que contrastan con el brillo de las más recientes, algunas de estas últimas con textos tan curiosos como este: 

"Aquí yace el ingenioso caballero don Eduardo Jiménez Gómez, que falleció en Jaén el 14 de junio de 1990 en esta ciudad de Jaén. Cuando vivías, nuestro amor era cotidiano; ahora, con tu muerte, lo volviste eterno". Ahí quedó.

 Unos versos ilustran otra de las lápidas del cementerio. Foto: Archivo de Javier Cano.
Unos versos ilustran otra de las lápidas del cementerio. Foto: Archivo de Javier Cano.

El mundo cofrade local llena, igualmente, un capítulo propio en esta "gran botica fracasada", como llamaba Gómez de la Serna a los cementerios. Ahí está, en el nicho 300 de la misma sección, el que fuera presidente de la Agrupación de Cofradías e insigne de La Vera Cruz Ángel Muñoz Maldonado (fallecido en 1990), y a pocos pasos, en el 32 de la sección 14, la de San Ildefonso, Manuel Pestaña Sánchez (1935-1989), fundador de la Cofradía de Santa Catalina. 

Todavía por esa zona baja del recinto, una guitarra grabada sobre el granito llama la atención desde el nicho 518 del mismo bloque: es la sepultura del músico y compositor Mariano Cárdenas Palacios (1960-2020), autor, entre otras, de Fantasía del Alcotán y Las miradas de Shaprut y con varios discos en su trayectoria: "Siempre quedará tu música", reza en su tumba. 

Igual ocurre con el nicho 525, un mármol olivarero de lo más artístico, y en el 53 su lectura sobrecoge tanto como la corta edad de su protagonista: "Tus alas se desplegaron con el último rayo de la tarde y ascendiste guiado por tus ángeles".

Inquietante el del número 200: "Un alma en dos cuerpos", todo lo contrario que el dibujo que un nieto enmarcó para que formase parte de la última morada de su abuela, en el 470, copado de flores, arco iris, color... Trini Botello, la recordada docente de baile de la calle Cuatro Torres, derrocha quietud, desde 2010, en el nicho 607.

 Una alegre ilustración adorna una de las sepulturas. Foto: Archivo de Javier Cano.
Una alegre ilustración adorna una de las sepulturas. Foto: Archivo de Javier Cano.

EL JAÉN DEL ÚLTIMO MEDIO SIGLO

Pintores, escultores, poetas, políticos, aristócratas, juristas, cofrades, fotógrafos, comerciantes, hosteleros, profesores, periodistas, médicos, arquitectos, empresarios, historiadores (muchos de ellos con calles dedicadas en el plano urbano de la capital de la provincia), pero también personajes callejeros de toda la vida, esos mitos cotidianos que, a fuerza de autenticidad, resultan inseparables de la historia jiennense. Por partes...

Hablar de Luis Espinar Barranco (1911-1988) es hablar de arte, todo un discípulo del mismísimo José Nogué en el nicho 386 de la sección 13 (Santa María Magdalena), de igual manera que evocar a Rafael Ortega Sagrista, fallecido en 1988, es llenarse los labios de Jaén, Jaén. Con unos lirios en los jarrones, cuyo color lució como pocos en sus corbatas y hasta en sus calcetines cuaresmales y que convierten su sepultura en un frontal de paso, el gran costumbrista descansa en el nicho 406, con 'vistas' al campo abierto que tanto amó. 

En el 220, envuelto por la música del silencio, el músico y compositor alicantino José Sapena Matarredona, que fuera director de la Banda Municipal de Música tras tomar el testigo de Emilio Cebrián, pone otra nota ilustre al cementerio nuevo. 

Uno de los pioneros de la Agrupación de Cofradías, Juan María Cobo Vera, comparte bloque con don Rafael en la sepultura 87. Ambos conocieron y disfrutaron la calidad artística de aquel cantaor gaditano que se llamó Juan Pérez Sánchez (1905-1966) pero que el universo jondo aplaudió como Canalejas de Puerto Real, saetero de pro para el paso de Jesús de los Descalzos por su casa de Roldán y Marín; ahora espera el juicio final en el 131 de San Fernando, nombre del propio cementerio y, también, de esta sección.

Nada lo indica en su lápida, pero quien duerme eternamente tras la 469 de esta calle no es otro que el escultor Damián Rodríguez Callejón, autor, entre otras piezas, del monumento al Lagarto de la Magdalena. 

Santa Teresa, que da nombre a la sección 25, tiene entre sus vecinos al poeta Felipe Molina Verdejo desde 1997, cuando dejó huérfana de padre a la mejor poesía provincial. 

 El célebre cantaor Canalejas de Puerto Real. Foto: Archivo de Javier Cano.
El célebre cantaor Canalejas de Puerto Real. Foto: Archivo de Javier Cano.

En el 542, desde 1987, el publicista y escritor costumbrista Antonio Almendros Soto (nieto, además, del gran Almendros Aguilar). 

El jovencísimo pintor, fallecido a los 25 años de edad, que da nombre al tradicional concurso de pintura rápida de la Feria de San Lucas, Diego Figueroa Hortelano (1960-1985), es el único nombre más o menos conocido de la sección 11 (San Bartolomé).

Miembro de una brillante dinastía fotográfica fue Rufino Linares Reina (nicho 499 de la sección 10, dedicada a la Virgen de la Cabeza); una calle que cuenta con figuras de la talla del almeriense Ginés Parra Jiménez (1897-1984), todo un magistrado del Tribunal Supremo, compañero de estudios del poeta granadino Federico García Lorca, que expiró en la capital, donde ejerció parte de su trayectoria profesional. 

En este mismo bloque de sepulturas se encuentra asimismo la tumba del matrimonio formado por Anastasio Valdivia (fallecido en 1983) y Ángeles Morente, que murió en 2015, históricos y significados socialistas que, además, quitaron el hambre a muchas familias de los alrededores del Arco de San Lorenzo desde su recordada tienda de ultramarinos.

A muy poca distancia, en el nicho 110, yace otro histórico del PSOE, Diego Vadillos Martínez, también desde el año 83 e hijo del no menos significativo socialista Diego Vadillos Lechuga, enterrado en el nicho 150 de la sección 5.

 Cementerio de San Fernando, en Jaén capital.
Cementerio de San Fernando, en Jaén capital.

En San Blas, nicho 240, yace Antonio Canales Rubio desde su muerte en 2006, autor de algunos de los mejores tronos de procesión de la Pasión de aquí, y en el 276 reposa Hermenegildo Terrados (1924-1996), al que muchos consideran el creador de Expoliva.

Camino ya del primer tramo, la sección octava (Virgen de la Capilla) promete, vaya que sí. Allí, en un sencillo nicho (el 426), campea como un escudo el nombre de Joaquín Llorens Coello de Portugal, quinto conde de Pozo Ancho del Rey, fallecido en 1981. Ante el 540, más de uno de sus alumnos retendrá lágrimas ante la última morada del profesor Alfonso Sancho (1922-1991).

Y en el 561, rodeado de muchos de los cuerpos que caricaturizó a lo largo de su vasta carrera periodística, José Villar Casanova, 'Vica', comparte calle con Fermín Chorro, destacado empresario del motor (murió en 1980) que reposa en el nicho 212, o el notable hostelero Pedro Millán, más que recordado por su etapa al frente del Ideal Bar, en pleno teatro Cervantes, o del Hotel Rey Fernando: una vida tras la barra que lo hizo acreedor de la medalla del mérito al trabajo y, en consecuencia, al tratamiento de ilustrísimo señor que luce en su lápida desde hace 41 años largos. 

Otra sección, la que lleva el nombre de San Lucas, alberga los restos del eminente médico Eduardo García-Triviño López (nicho 196), que dejó este mundo en 1979 tras una trayectoria plagada de reconocimientos, y en la sección 6, San Miguel, se conservan (trasladados desde San Eufrasio, donde recibió sepultura en 1939) los del arquitecto Luis Berges Martínez, padre del autor del proyecto del cementerio además de un buen número de edificios e hitos urbanísticos de la ciudad. 

Pilar Palazón, recientemente homenajeada con calle y monolito ante el Museo Íbero (su sueño cumplido —el del museo, no el de los honores—), murió en 2020 y fue inhumada en el nicho 344, próximo al del alcalde (de 1947 a 1951) Antonio Álvarez de Morales

 Pilar Palazón, fallecida en 2020.
 Pilar Palazón, fallecida en 2020.

ÚLTIMO TRAMO

Un último esfuerzo por no dejar el recinto hasta dar con el último de sus personajes hace ineludible adentrarse en la zona más reciente del camposanto, la que abarca desde la entrada hasta el lienzo de nichos frontero con la carretera de Granada.

Son las advocaciones marianas las que capitalizan estos módulos, como la Virgen de la Villa, que da nombre a la sección cuadragésima. Allí, en el hueco número 62, quienes ya peinan canas pueden evocar la memoria del maestro Victoriano Delgado, sí, el de los colegios Leosavic y Nuestro Padre Jesús. Virgen del Pilar es el punto exacto donde yace el histórico hostelero Brígido Anguita, de la popular Casa Brígido, en su nicho número 7.

En la 44, dedicada a Jesús del Perdón, fue inhumado el periodista, político y cofrade destacado Fernando Lorite García (nicho 41), cerquísima de su compañero de aventuras pasionistas Luis López Morillas, el popular payaso Luisón (46), nacido en 1939 y fallecido en 2006.

Y a un tiro de piedra, en la dedicada a San Luis, fue enterrado en plena primavera del año 2000 (tras 48 años de vida y leyenda) el pintor Carmelo Palomino Kayser (nicho 121). En el columbario 34 de la sección de Santa Paula (numerado con el 29) aguardan las cenizas del historiador e investigador Isidoro Lara Martín-Portugués.

Inca Quesada pinta el icónico autorretrato de Carmelo Palomino en la zona de las tascas de Jaén, en el año 2000. Foto cedida por Inca Quesada.
Inca Quesada pinta el icónico autorretrato de Carmelo Palomino en la zona de las tascas de Jaén, en el año 2000. Foto cedida por Inca Quesada.

Andando andando, en el módulo al que da título el Cristo de la Clemencia (el 54) se halla la sepultura del periodista villacarrillense Ángel del Arco Navarrete (fallecido en 2017), y a partir de aquí comienza una suerte de dédalo que (aviso para navegantes) complica la visita. Lo que es, es.

Una cuando menos curiosa forma de numerar los bloques, agrupándolos bajo una misma denominación pese a su separación física, hace difícil ubicarse y convierte en normal eso de pasar tres o cuatro veces ante las mismas lápidas, para desesperación del visitante. Paciencia, pues. 

En este laberíntico rincón se hallan, por ejemplo, los sepulcros del maestro Manuel Vílchez, tantos años director de la Banda Municipal de Música, que expiró el año pasado, o el del escritor, flamencólogo, poeta y crítico de arte Manuel Urbano, muerto en 2013: "Este que lo es", proclama su lápida.

Otro insigne, Manuel López Pérez (1946-2016), escritor costumbrista, cronista de Los Villares, investigador, docente..., yace en el 109 de esa "hilera de nichos que ofrecen la poesía suprema y enorme del misterio", como él mismo dejó negro sobre blanco, de este complejo punto del cementerio de San Fernando que, hoy, Lacontradejaén persigue acercar a sus lectores. 

Este reportaje empieza con la fotografía de la sepultura de Rafael García Molina, el popular y querido 'Falito', (nicho 322, sección Virgen de la Amargura): que sea él quien lo termine. "Ya estás en Jaén", sentencian las palabras que ilustran la tumba de este mito urbano fallecido el pasado mes de agosto, quien desde la residencia ubetense donde pasó sus últimos años se moría de ganas de volver a las calles que lo hicieron célebre. 

Y esto acaba aquí, que suena la campana, cierran y no es cuestión de quedarse dentro. Todavía. 

(Foto de portada, cedida por Rosario Molina).

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COMENTARIOS

Mari Carmen Navas Sanchez

Mari Carmen Navas Sanchez Enero 08, 2022

La lapida que comentáis de Rafael y Rafaela pertenece al nicho de mis suegros, Rafael Ruiz Cámara y Rafaela Castillo Cantos fallecidos en 1986 y 1977 respectivamente

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