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"La capacidad de reinventarse es esencial en una época de cambio constante"

Por Esperanza Calzado - Octubre 24, 2018
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Estrategia, ética y excelencia son las palabras que definen a Selezziona Consultoría, una empresa especializada en el servicio de consultoría y asesoramiento de empresas desde hace 15 años. Al frente, Francisca Molina Herrador, enérgica, innovadora, incansable y con una visión del mundo empresarial que no todo el mundo tiene el privilegio de poseer. Investigadora incansable del porqué de las cosas, la ilturgitana tiene claro que en la gestión del cambio está el éxito empresarial en unos tiempos difíciles. Su empresa llega a la adolescencia con ganas de ser rebelde y de reinventarse constantemente. Porque en los tiempos que corren hay que ser el primero, el único o exclusivo. Conversamos con Francisca Molina sobre el mundo de la empresa, sobre el papel de la mujer en los negocios y sobre las claves del éxito.

—¿De pequeña ya sabía que quería ser empresaria?

—No. 

—¿Qué quería hacer, entonces?

—Yo quería hacer Derecho, aunque lo cierto es que a mí me han crecido los dientes detrás del mostrador, con mi madre y el negocio de la joyería. Llevo atendiendo a clientes desde los trece años. Desde pequeña he cambiado escaparates, haciendo gestión comercial... Pero mi ilusión era hacer Derecho, pero por aquel entonces un abogado que conocía me dijo que no servía. Con los años me he dado cuenta que tenía razón. Tengo una cierta capacidad para empatizar con los demás y eso, en cierto modo, es incompatible.

—¿Cuándo supo que quería ser empresaria?

—Realmente tampoco me lo planteé como un punto de inflexión en mi vida de cortar con el sector privado. Quizá por esa niñez y adolescencia que he tenido, el salto a tener mi propia empresa no fue tan drástico. Me eduqué en el mundo del comercio y emprender no fue difícil. Ni siquiera fue un planteamiento con miedo. 

—¿Y elegir esta rama de negocio?

—Como no pude hacer Derecho, cursé Graduado Social. Por las mañanas trabajaba en una gestoría y por la tarde estudiaba. Así, fue muy fácil porque lo que aprendía por la tarde lo ponía en práctica por la mañana. De hecho, hice los tres años de carrera en dos, porque muchas cosas del temario ya las sabía por la operativa de mi trabajo. Cuando me quedé embarazada fue cuando decidí independizarme. En un inicio lo hice con un socio, como una gestoría pequeña. Luego surgió la posibilidad de estar sola y en ese momento los clientes ya me pedían crecer. Fue ahí cuando pasé a ser asesoría, porque yo empecé como Selezziona Andújar.

—Lo hizo en medio de una crisis que ha analizado en profundidad.

—Realicé una importante investigación para analizar por qué habían caído tantas empresas durante la crisis y por qué otras sobrevivían en sectores muy complicados. Embarcó a cerca de 450 empresarios, porque empresarias eran muy pocas por aquel entonces. A través de entrevistas personales analicé qué se había hecho mal y qué hacían bien otros. Luego, el estudio se amplió a empresas que nacieron en plena crisis y que crecían. 

—¿Cuál era el secreto para sobrevivir?

—El secreto estaba en la gestión de la Tesorería. Las empresas que sobrevivían, a lo mejor estaban formadas por varios socios pero tenían sus propias nóminas, no se tocaba el dinero que sobraba de la empresa, había una estrategia de fidelización de clientes muy buena ya implantada, etcétera. Muchas de las cosas que hoy son norma en el mundo de los negocios, por aquel entonces estos empresarios ya lo hacían. Ya tenían especialización del producto, trabajaban mucho con precios muy bajos y márgenes de beneficios pequeños, los suficientes para cubrir costes. Pero el principal secreto estaba en la tesorería y en la fidelización de clientes, que no se fueron con otras compañías. Eran empresas que tenían muy controlado el endeudamiento financiero, tenían muy poco y eran solventes económicamente. 

—¿Recuerda su primer cliente?

—Sí. De hecho, todavía lo tengo. 

—Han pasado quince años, ha pasado la crisis. ¿Qué siente cuando echa la vista atrás?

—En estos quince años he tenido una capacidad muy grande de reinventarme. Siempre he mirado a los grandes y sigo mirándolos. La tendencia de los grandes, al final, siempre cae en los demás; es como un efecto dominó. Pero, además, llevo varios años fijándome en los grandes estadounidenses, que son los que marcan el mercado. La capacidad de reinventarse es muy importante en una época de negocios definida por la palabra cambio. Lo que hoy vale dentro de quince días ya no. Lo único que permanece es el cimiento de una empresa; el tener una estrategia sostenible sustentada en los principales pilares de la empresa que son la tesorería y la gestión comercial. Salvo cuatro o cinco dinámicas que no se pueden mover, el resto es todo cambiante. Los clientes cada día saben más, no quieren que les vendas, quieren comprar, el marketing cambia, la tecnología evoluciona, la manera de relacionarse con clientes y administración cambia... Eso es lo que hay y hace falta una resiliencia enorme para poder adaptarse de forma rápida.

—¿Qué otros aspectos son importantes?

—Hay otro punto muy importante y es ser el primero. O eres el único, o eres exclusivo o eres el primero. La diferencia, hoy en día, es ser el primero y excelente, porque calidad damos todos, de lo contrario no tendríamos clientes. Único es Rafa Nadal o la Coca-Cola; exclusivo es Apple... el resto dónde nos movemos, en la diferenciación en ser el primero. También es importante la unión. Hoy en día la competencia ya no es tal. Hay que mirarla en un estado de cooperación y colaboración. Yo trabajo con mi competencia, consultores que hacen lo mismo que yo pero expertos en un sector. Ahora acabamos de implantar un departamento de comercio exterior en una empresa de agroalimentación y he tenido que llamar a Montse Godoy porque es experta en eso. Lo mismo que ella me llama para lo que yo estoy especializada. La unión genera negocio.

—¿En qué es usted la primera?

—Selezziona Consultoría es la primera consultora que implanta responsabilidad social corporativa en la provincia de Jaén, es la primera que implanta excelencia empresarial en la provincia de Jaén, es la primera que tiene más de 60 servicios dedicados al mundo del autónomo y la pequeña y mediana empresa en la provincia de Jaén. 

—¿Por dónde pasa su futuro?

—Selezziona Consultoría tiene quince años pero está rebelde, como su edad. Está en plena adolescencia y quiere vivir más. Hace dos años ya pensé qué quería que fuese Selezziona Consultoría para los próximos quince años y, ahora mismo, está diseñada para franquiciarse, para implantar responsabilidad social corporativa en empresas de cierta relevancia, con mucha marca, con un reconocimiento nacional muy importante. 

—¿Selezziona Consultoría trabaja más dentro o fuera de la provincia de Jaén?

—Fuera. 

—¿Jaén tiene poca mentalidad empresarial?

—En Jaén hay un potencial impresionante. Gente que tiene ideas y unas ganas que no me encuentro en otros sitios. Pero para crecer, Jaén tiene que entender que tiene que cambiar. Esa gestión del cambio es el vagón de atrás de Jaén. Hay que ser competitivos. Todos tendemos a pensar que se mueve en torno al mundo del aceite y no es así. En Jaén hay muchas empresas que no están relacionadas con ese sector. El aceite es muy importante, somos conocidos a nivel mundial por el oro líquido y eso es innegable. Hay que trabajar por potenciarlo, por supuesto. Pero las mayores cifras de negocio de la provincia están en el sector industrial y así lo dice el Plan Estratégico. Tenemos empresas muy potentes que están despuntando fuera de Jaén gracias a que han entendido que la gestión del cambio es obligatoria para ser competitivas. Yo llego a empresas de Málaga, Sevilla, Móstoles, Seseña, Logroño o de Alicante y lo que me dicen es que quieren crecer, innovar y hacer estrategias de crecimiento sostenible. Les indico lo que hacen mal y lo que deben de cambiar y el empresario no se lo toma como algo personal o invasivo. Sin embargo, aquí en Jaén no es lo mismo, aquí cuesta más trabajo. Además, estamos en una provincia en la que no se le da el suficiente valor a la formación empresarial, que es obligatoria. Y hay que entender que cuando una persona se desplaza a hacer formación está trabajando. Y la muestra es que cualquier acción formativa aquí tiene menor respuesta que en cualquier otra provincia.

—Está recorriendo la geografía española dando charlas, cursos, ponencias... ¿Se siente abanderada de su tierra?

—Sí. Yo soy muy andaluza e, incluso, cuando paso de Despeñaperros se me raja todavía más el acento. Hay mucha gente que me pregunta por qué tengo la oficina aquí y yo no entiendo por qué tengo que perder la calidad de vida de vivir en Andújar, donde voy andando a todas partes, por tener la oficina en una capital de provincia cuando hoy en día con la tecnología puedes llegar a cualquier parte. Dentro del programa de la responsabilidad corporativa de Selezziona estamos mentorizando proyectos de emprendedores a través de Skype a nivel nacional e internacional. El último ha sido en Uruguay. Yo trabajo con empresas de todo el territorio nacional y me desplazo porque me gusta verlas y visitarlas, porque todavía creo en el cara a cara, pero con las nuevas tecnologías se puede hacer todo. 

—¿Ser mujer y empresaria requiere un doble esfuerzo?

—A la mujer le queda mucho camino por recorrer como empresaria. De este tema he hablado mucho con gente de la Universidad de Huelva, de la Loyola de Córdoba, con la Cátedra de Excelencia Comercial de la Universidad Autónoma de Madrid... Hemos llegado a una conclusión: el hombre lleva relacionándose en el mundo de los negocios desde la prehistoria que iban juntos a cazar el mamut. Era tan grande que se necesitaba de varios hombres para ir a cazarlo y cuando lo hacían lo celebraban juntos. La mujer se quedaba en la cueva, sembrando el huerto y protegiendo la parcela de tierra para que otra mujer no te la pisara. Las mujeres tenemos que aprender a relacionarnos entre nosotras mismas en el mundo empresarial porque los hombres llevan siglos haciéndolo y entre ellos la competitividad se vive de una forma diferente. La mujer empresaria tiene que saber que tiene unas limitaciones, porque las tenemos, que por esquemas sociales impuestos y que nos autoimponemos tenemos la necesidad de dejarnos todo hecho y a la hora de emprender sí tenemos un esfuerzo mayor que el hombre. Ellos se van de la casa y les da igual cómo se la dejan, a nosotras no, por ejemplo. Pero es por esquemas mentales que están en nuestra sociedad. Por eso los congresos empresariales de mujeres son sólo de un día, porque retenerla dos días en formación es muy difícil. Ser empresaria, para empezar, te tiene que gustar, porque las 24 horas del día, los 365 días del año tienes la empresa a tus espaldas. 

—¿Entonces ve con buenos ojos el asociacionismo de mujeres?

—Por supuesto. El asociacionismo es siempre bueno en todos los sectores, sea el aspecto que sea. Además, es una característica de futuro. Surgen muchas ideas, compartir, poder hablar con otras personas de lo mismo que te sucede a tí, nutrirte de las soluciones de otros, etcétera. Aquí en Jaén hay muchas asociaciones de mujeres, está JAEM, está Amet, está la de Torreperogil, de La Puerta de Segura... Hay un nivel de asociacionismo de mujer muy alto y eso es muy positivo. 

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