Silas tiene un sueño: un Sáhara Libre

El nuevo jugador del Linares, nacido en los campamentos de Tinduf, relata su experiencia en el fútbol español mientras lucha por el reconocimiento internacional de su pueblo

En los campamentos de Tinduf la vida transcurre sin cambios mientras el pueblo saharaui sigue a la espera de su reconocimiento tras años de lucha. Sidahme Sidati, "Silas", nació hace 27 años en Dajla, un lugar creado en 1975 donde habitan 30.000 personas entre miles de jaimas y casas de adobe extendidas a lo largo del sofocante espacio desértico cedido por Argelia, enemigo histórico de Marruecos, para albergar a los refugiados saharauis. Allí, las únicas banderas que ondean son las de la República Árabe Saharaui Democrática, de la que Silas se siente orgulloso.

El reciente fichaje del Linares llegó a España cuando tenía diez años. Fue acogido por una familia de Torrelavega gracias al programa 'Vacaciones en paz'. Desde el primer momento, hubo química entre ellos. Su vida en la ciudad cántabra era una sorpresa diaria. No existía la rutina; siempre había algo que hacer. Eso sí, la pelota no podía faltar en ninguno de los juegos con los otros niños. El fútbol ha sido una "válvula de escape" para Silas. Le ha permitido crecer como deportista y como persona, además de altavoz para reivindicar la liberación del Sáhara Occidental. En el encabezamiento de su cuenta de Twitter, después de enumerar los equipos en los que ha jugado, como el Leioa, Real Unión, Sestao River, Laudio, Indartxu o Somozas, de cuál procede, tiene escrita una máxima que lleva a rajatabla: "Sueño a diario con un Sáhara Libre". Habla de ello con vehemencia y se define como activista de una causa que también hace del Estado español, al que considera "potencia colonial" y por tanto responsable de lo que sucede en los campamentos. "La sociedad civil está con nosotros, pero siento una enorme decepción con las autoridades españolas que siguen mirando para otro lado. Les mueve el interés económico con Marruecos", denuncia el futbolista.

A los dos años de estar en España, llegaron sus padres y sus tres hermanas, que se afincaron en Bilbao. Silas es el mayor. Su progenitor va y viene. Es uno de los responsables de la potabilización del agua en los campamentos de refugiados, a los que viaja el flamante refuerzo azulillo todos los veranos. Allí, además de desconectar, enseña a los niños a jugar al fútbol. Con las piedras o los palos que encuentran montan las porterías en medio del desierto. Él reparte el material deportivo que reúne de los compañeros de vestuario o de otros equipos. El fútbol es el deporte nacional del Sáhara Occidental. Las autoridades fomentan el deporte base y la cantera sueña con que algún día se reconozca a la Selección Saharaui de fútbol, como a su población. La FIFA la margina, la aparta, igual que a su patria no le llaman país en las principales organizaciones internacionales.

Su carrera como jugador comenzó en la Gimnástica de Torrelavega. Cuando sus padres llegaron a Bilbao firmó por el Indartsu. De ahí saltó al Laudio y, desde este equipo, al Sestao, donde equipos de Primera, como el Athletic y el Zaragoza, comenzaron a seguir con atención sus evoluciones. Luego comenzó su periplo por clubes de la Segunda B vasca y gallega, donde el fútbol se vive desde el compromiso. El mismo que promete para el Linares: llegar a casa "machacado de cansancio" después de un partido. Ha aterrizado en el vetusto Linarejos de la mano de Jaime Molina, aunque conoce ya el estadio en el que el domingo posiblemente debutará ante El Palo. Disputó las semifinales de la Copa Federación contra el Linares cuando militaba en el Real Unión de Irún. En la ciudad de las minas no solo jugará al fútbol, sino que seguirá implicándose en una lucha que considera justa y que, por desgracia, sigue siendo invisible para demasiado gente.