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Sobre elecciones y pactos

Por Francisco López Góngora - Junio 25, 2019
Sobre elecciones y pactos

Vivimos pendientes de un flequillo. Qué flequillo, preguntarán los despistados. El flequillo, qué flequillo va a ser, el único, no hay otro. El flequillo rubio protagonista de todas las fotos, céntrico punto de fuga de todas las portadas de los periódicos locales, tanto impresos como digitales. María Cantos, su propietaria legítima, la cabeza de lista de Cs cuya testa viste el afamado flequillo, es, sin duda, la mujer del momento en la ciudad, la portada del año en el Time de los olivos.

Llevo unas semanas consultando sus mechas rubias con el ansia de quien mira dentro de la bola de cristal, esperando un destello para saber qué va/iba a pasar con el gobierno de la ciudad. Al postre no, en los chupitos terminados, ya recogiendo, hemos tenido noticia de que pacta con el PSOE, tras pactar con el PP, varias vueltas de campana, unos cuantos tira y afloja, giros dramáticos del guión a última hora, puros recursos de culebrón.

Da cosica ver a Millán así, esperando un rayo rubicundo, espectador de su incógnito éxito porque todo pende de un reflejo dorado del flequillo de la Cleopatra rubia, faraona jaenera que lo observa todo con un hieratismo egipcio de brillos pétreos, esperando el momento de lanzar su órdago. Una gran perdedora eufórica, de manual, como explico en el artículo precedente. El señor Millán, en tanto, viene apareciendo en las fotos como el pretendiente que anhela el momento apropiado para declararse a su amada deshojando la margarita, me quiere, no me quiere. Hay amores que matan, ahí lo dejo. Aunque esos amores nunca mueren, según Sabina. Una licencia poética del cantante solista.

Elegimos a nuestros representantes para gobernar la ciudad, pero son los estrategas de los partidos en Sevilla o Madrid quienes deciden con quién y dónde pacta cada cual. Así que, en cierto modo, nos hurtan la soberanía municipal y la depositan en el banco de los intereses nacionales de los partidos. El señor Alcalde Millán y la señora Cantos, criaturas, vienen a ser, al fin y al cabo, tan inocentes en el desenlace como nosotros mismos. Ellos hacen lo que les dicen. Y no hagas lo que te dicen, verás lo que duras en política.

Dicho esto, tengo que señalar que garantizar la gobernabilidad no debiera representarse de forma tan poco edificante, mediante un sainete de teatro pobre, esperpéntico, por momentos vergonzoso, en el cual las ideas y las convicciones políticas no están, ni se las espera. Salta a la vista lo importante, el meollo de la cuestión, el reparto, con toda la mandanga que ignoro y prefiero ignorar, ya me solivianto bastante sin tener ni pajolera idea, así que imaginen si me entero de lo que sucede entre bambalinas a tenor de lo que aflora a la luz pública. Democracia negociada, en fin. La canción de moda.

Enhorabuena a los premiados. Tienen ante sí una labor apasionante y muy difícil. Media ciudad se halla en un estado cochambroso. Quizá no sea muy lucido, y nada espectacular, ni provoque titulares de admiración, pero la primera misión, la más necesaria del gobierno entrante debiera ser dignificar el aspecto de las calles. El centro, zona azul, bien, gracias, muy cuidado. Las zonas que votan al rojo siguen en el abandono. Flores en el centro, por miles. Tantas como socavones, zanjas y decrepitud por la periferia y por el casco histórico.

Ese es el tranvía que no debemos perder. El tranvía de la ciudad adecentada, digna, limpia, habitable. Lo demás, todo lo demás, es secundario.

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