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"TELÉFONO DE LA ESPERANZA, DÍGAME"

Por Javier Esturillo - Mayo 13, 2017

Son las dos de la mañana. Hace frío en la calle. Suena el teléfono. María José atiende la llamada. Alguien gimotea. Es la voz de un chico joven, de unos veintipocos años. Le cuesta hablar. María José le da unos segundos para que se calme. "Cuéntame qué es lo que te pasa", le replica. El chaval suspira y comienza a conversar. Lo acaba de dejar con la novia, tiene problemas en el trabajo y con la familia. Necesita que alguien lo escuche. Nada más.

El Teléfono de la Esperanza (953 260931) es un organización sin ánimo de lucro que lleva en Jaén más de una década. Su principal objetivo es contribuir a la mejora de la salud emocional de las personas que llaman, orientarlas y que, en todo momento, se sientan acompañadas. Empatizar con usuarios que están al borde de la desesperación por distintos motivos y que quieren conversar. Para ellos supone un desahogo y una rebaja la tensión emocional. Gracias a la labor altruista de su voluntariado, la entidad atiende en la provincia una media de entre 1.500 y 2.000 llamadas al año, la mayoría de ellas de mujeres, aunque poco a poco se va equiparando.

Los datos del Teléfono de la Esperanza ofrecen una radiografía muy válida sobre esos SOS provocados principalmente por la tristeza y la incomunicación. Parece paradójico que en la denominada sociedad de la información, con multitud de medios para interrelacionarse a nuestro alcance, entre ellos las redes sociales, la principal causa de atenciones en la organización es la soledad no deseada. Aquella en la que sujeto tiene problemas para relacionarse con otras personas, lo que le supone un deterioro de la salud. Este fenómeno, según comenta Lourdes Ordóñez, una de las orientadoras del Teléfono de la Esperanza de Jaén, no es exclusivo de las personas mayores. Cada vez son más las personas de mediana edad que se sienten aisladas. "Podemos estar rodeados de gente. Otra cosa es sí esa gente está disponible o tiene tiempo para escucharnos", añade Lourdes Ordóñez.

 La soledad no deseada es un problema de salud y la principal causa de llamadas en el Teléfono de la Esperanza.
La soledad no deseada es un problema de salud y la principal causa de llamadas en el Teléfono de la Esperanza.

Ese estado de soledad lleva a la persona a frustrarse, a perder la fe y convertir su estado emocional en una carga demasiado pesada. Este tipo de casos suelen desembocar en episodios de depresión aguda que si no son tratados correctamente pueden conducir, incluso, al suicidio. "La personas llaman porque no tienen con quién hablar de sus problemas o bien porque tienen miedo a comentarlos, lo que les provoca gran angustia", reconoce María Cazalilla, la nueva presidenta del Teléfono de la Esperanza en Jaén. "Sin embargo, cuando se sienten acogidas, escuchadas y no juzgadas, bajan su nivel de pesadumbre y comienzan a descubrir que hay una salida a lo que minutos antes les parecía gravísimo", señala la responsable. Y es en este punto en el que radica el valor de la organización. El acompañamiento de la persona que está al otro lado de la línea telefónica. "La mayoría de las veces solo escuchamos", precisa Mari Carmen Ortega, una de las orientadoras que atiende llamadas en el Teléfono de la Esperanza. Ella lo hace en el turno de noche, de diez y media a ocho de la mañana. Es una de las franjas horarias en las que más servicios se realizan. La gente espera al final del día o a la madrugada para buscar auxilio o, simplemente, saber que hay alguien dispuesto a escuchar sus problemas.

FORMACIÓN CONTINUA

La onegé cuenta en Jaén con unos cuarenta voluntarios que acuden a la sede de la asociación, ubicada en la calle Peso de la Harina, para atender llamadas o impartir talleres. Porque el Teléfono de la Esperanza también dispone una amplia programación de cursos en los que los usuarios reciben mecanismos para crecer emocionalmente. De este modo, pueden mejorar la autoestima, afrontar el duelo por la pérdida de un ser querido o por una ruptura con la pareja, controlar el estrés y la ansiedad o vencer la dependencia emocional, entre otros. Previamente, todos los orientadores deben pasar por un curso de formación específica sobre conocimiento y crecimiento personal y técnica de relación de ayuda. "Su finalidad es que nuestros voluntarios dispongan de las herramientas personales suficientes para ayudar a quienes nos llaman", subraya María Cazalilla.

 Mari Carmen Ortega, Lourdes Ordóñez y María Cazalilla, en la sede jiennense del Teléfono de la Esperanza. Foto: Miguel A. Rodríguez Cárdenas.
Mari Carmen Ortega, Lourdes Ordóñez y María Cazalilla, en la sede jiennense del Teléfono de la Esperanza. Foto: Miguel A. Rodríguez Cárdenas.

El Teléfono de la Esperanza nació en España hace 45 años de la mano del fraile Serafín Madrid, en Alcalá de Guadaira (Sevilla). En Jaén lleva operando más de una década. En la actualidad cuenta con unos cuarenta socios. Muchos de ellos llegaron a la organización en busca de ayuda y decidieron quedarse para devolver ese auxilio que recibieron cuando más lo necesitaban. Hay más mujeres que hombres porque todavía persiste esa idea de que el varón es el fuerte y no precisa de protección o apoyo. Y, desde hace tiempo, los hombres lloran y tienen dificultades para encarar la vida. Para Lourdes Ordóñez, los problemas no entienden de sexo. "Estamos en una sociedad en la que vamos a los gimnasios a moldear nuestro cuerpo para sentirnos guapos por fuera, pero nos olvidamos por completo de nuestro interior. El crecimiento personal es importantísimo. Al igual que fortalecemos los músculos o cuidamos lo que comemos, debemos empezar a querernos más y a prestar más atención a nuestras emociones", destaca. La reflexión de Lourdes Ordóñez no es baladí. Se basta en datos objetivos, como que el número de consultas al psicólogo ha crecido espectacularmente en los últimos años, ya sea por la crisis económica o por la frustración de no cubrir nuestras expectativas vitales a determinadas edades.

SUICIDIO O LA MUERTE SILENCIADA

Hay llamadas dramáticas. Que cortan la respiración. Personas cuya angustia les lleva a pensar en quitarse la vida. El suicidio no es un tema tabú en el Teléfono de la Esperanza. Más bien todo lo contrario. Se habla de él con naturalidad para desterrar ciertos mitos. "La persona que llega a esos extremos es porque tiene problemas muy graves. Necesitan ayuda y nosotros le proporcionamos herramientas para que vea la vida con otra perspectiva. No siempre es fácil", señala Lourdes Ordóñez. Es la primera causa no natural en España, por encima de los accidentes de tráfico. Una realidad que pone el foco en las estrategias para frenar su incremento. La onegé solo está para el acompañamiento. Si la situación se compromete, acuden al servicio de emergencias 112. "La llamada en sí es dura porque no sabes sí lo va hacer o cuando lo hará o si ya lo ha intentado antes. Lo primero que hacemos es escuchar atentamente. Posteriormente, le damos herramientas para que piense en el mañana, algo a lo que aferrarse", relata la presidenta, antes de sentenciar: "La esperanza lo puede todo".

FUENTES DE FINANCIACIÓN Y ACTIVIDADES

El Telefóno de la Esperanza se financia principalmente de las cuotas de los socios, de las aportaciones de sus patrocinadores y de los actos y actividades que celebran a lo largo del año, como conciertos, obras de teatro o cenas solidarias. No reciben ayudas de instituciones públicas, aunque las solicitan, y de vez en cuando entran en los programas de las fundaciones de las cajas de ahorros. Pese a ello, el tesón y el cariño con el que trabajan sus voluntarios es digno de elogio. Además, ofrecen conferencias, cinefórum y los mencionados talleres, por lo que nunca falta actividad en la cuidada sede de la calle Peso de la Harina. María Cazalilla solo lleva una semana como presidenta. Toma el relevo de María José Martos, una de las alma máter de la organización. Por delante queda mucho camino por recorrer, muchas llamadas que atender y muchas personas a las que tender la mano, siempre desde una perspectiva positiva, porque con esperanza todos los problemas son relativos.

 Una orientadora atiende una llamada en la sede del Teléfono de la Esperanza de Jaén. Foto: Miguel A. Rodríguez Cárdenas
Una orientadora atiende una llamada en la sede del Teléfono de la Esperanza de Jaén. Foto: Miguel A. Rodríguez Cárdenas

PRESENCIA EN TODO EL ESTADO

A lo largo de estos 45 años de existencia, el Teléfono de la Esperanza se ha convertido en una entidad puntera de voluntariado social, con un alto nivel de formación y compromiso, y abierta a afrontar también los nuevos retos que presenta el siglo XXI. En la actualidad, la onegé mantiene un alto ritmo de crecimiento. Cuenta con sedes tanto en España como en otros países, fundamentalmente de Suramérica. La sede social y los servicios centrales de la asociación están en Madrid, en la calle Francos Rodríguez, número 51, chalet 44. Tiene unos treinta centros repartidos por todo el territorio nacional, como Albacete, Alicante, Almería, Badajoz, Cáceres, Castellón, Granada, Huelva, Las Palmas, León, Logroño, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Palma de Mallorca, Pamplona, Salamanca, Santiago de Compostela, Sevilla, Toledo, Valencia, Valladolid, Zaragoz, Vigo, Córdoba, A Coruña, Jaén y Santander, entre otras ciudades.

 

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