"Vencí al virus tras dos semanas de fiebre"

Pedro Aguayo, de origen alcalaíno, relata cómo contrajo el coronavirus justo antes del Estado de alarma y qué pasos dio para vencerlo

Quizá fue en la manifestación del 8 de marzo. Tal vez en el gimnasio. Pedro Aguayo —granadino con raíces en Santa Ana (Alcalá)— contrajo el coronavirus en Madrid, donde vive, y tuvo los primeros síntomas el viernes 13 de marzo, en el umbral del decreto del Estado de alarma. Hoy lo cuenta con la felicidad de estar de nuevo sano.

El joven, de 27 años, notó aquel día cansancio y llegó la fiebre. "Empecé con escalofríos y dolor de cabeza. Al día siguiente tuve tos, continuaba la fiebre y me costaba respirar", recuerda en conversación con este periódico. Todavía no tenía la prueba clínica, pero ya lo intuía: estaba infectado.

Pedro Aguayo ingresó en el Hospital Clínico San Carlos el sábado 21 de marzo. Le hicieron la prueba y dio positivo en Covid-19. Es cuando realmente lo pasó mal, porque la fiebre no remitía y se prolongó dos semanas. "Me provocaba mucho malestar. No había forma de bajarla", expresa. El primer día de ingreso le hicieron una radiografía que detectó neumonía en el pulmón izquierdo.

Cuando supo que tenía el virus, Aguayo llamó a su compañero de piso para que lo supiera. Después de un día y medio sin fiebre, el joven recibió el alta el viernes 27 de marzo. No le hicieron ni le han hecho aún un segundo test, pero los síntomas quedaron atrás. Regresó al piso y junto con su compañero activaron un protocolo para reducir el riesgo: "Estuve dos semanas en casa aislado. Si salía de la habitación, me ponía la mascarillas. Cada uno usábamos un baño y tomamos medidas como dejar siempre abierta la puerta de la cocina", ejemplifica.

Aguayo alaba la actitud de su compañero de piso, que lo ayudó con las compras y entendió la situación desde la humanidad; nada que ver con otros episodios que se han viralizado en las redes sociales. "Nunca tuvo un mal gesto. Si yo hubiese estado solo en el piso, todo habría sido más difícil", valora.

Tras dos semanas aislados y sin síntomas, el joven está en perfectas condiciones. Tiene ganas de volver a Alcalá para ver a la familia y amigos una vez pase el confinamiento. Espera, no obstante, un segundo test que certifique que todo ha pasado. "La experiencia no ha sido buena, pero con el aislamiento tuvo tiempo de pensar: no hay nada más importante que la salud", razona. "Nuestras quejas en la vida cotidiana son tonterías", concluye.