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TRAZOS DE TERROR Y BONDAD

Por Esperanza Calzado - Febrero 09, 2017
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Ponerse delante de una obra suya no resulta fácil. Supone desplomarse ante la realidad de la condición humana. Una caída en picado a la realidad. Muestra una parte de las personas, la más visceral, que no estamos acostumbrados a ver. Sin embargo, es imposible apartar la mirada de sus cuadros. Preciso hasta el último milímetro, el espectador queda cautivado con sus trazos de terror y bondad.

En un humilde estudio en Navas de Tolosa, pedanía de La Carolina, Miguel Scheroff expande al mundo una pasión que le llegó de la mano de su tía. Exporta una pintura que mama de una de las esencias jiennenses, la caza. Estilo figurativo que en el momento menos esperado rompe hacia la abstracción sin que uno pueda darse cuenta.

—La convivencia con la carne, con la caza, con la matanza que hacía con mis abuelos ha condicionado la pintura que hago.

Aunque no comparte la práctica, sí que le ha servido para asentar unas bases. Las mismas que traslucen sus atrevidas obras, en las que las vísceras se convierten en belleza. Y todo por una obsesión. Así nació su estilo, con la obcecación de pintar una huella dactilar.

—Nos hace ver lo que realmente somos. Es el material que más nos identifica. Todos estamos hechos de lo mismo.

 Miguel Scheroff delante de una sus obras. Foto: Esperanza Calzado
Miguel Scheroff delante de una sus obras. Foto: Esperanza Calzado

Su arte se puede ver en Valencia, de la mano de la galería que le ha respaldado desde el principio, Kir Royal. Ahora trasladan la muestra a Madrid pero, mientras tanto, expone en su tierra natal, La Carolina. Sus trazos de terror y bondad también cuelgan de las paredes de la sala de exposiciones del Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud de Granada. Incluso en Australia están sus cuadros, porque las tres piezas que donó a la asociación Francesco Fagnoni se han vendido.

Y así es como un joven al que no se le daban nada bien las Matemáticas ha llegado a poder medio vivir de su pasión. Y a reinventarla con lo que tenga a mano. Si hace falta, miga de pan y carboncillo son sus herramientas.

—Me lancé a estudiar Bellas Artes, a pesar de que sabía que tenía pocas salidas. Todo el mundo me lo decía.

El tesón y la pasión es lo que le han hecho triunfar. Sin embargo, es complicado vivir del arte, sobre todo cuando se trabaja en un formato fuera de lo normal. Pero eso no le va a hacer virar el rumbo. Todo lo contrario.

—Hago lo que me gusta, porque solo hay una vida, así que seguiré para adelante.

Califica su estilo de figurativo, sobre todo porque se basa en imágenes en las que se reconoce lo que hay pintado. Trabaja con la carne, con un aspecto delicado, escabroso e, incluso, macabro de la condición humana. Pero, para sorpresa del que no le conoce, puede llevar su obra hasta el contrapunto.

—Me gusta contraponerlo con la sensación de alegría. Mezclar el terror y la bondad.

Y es así como, cuando menos te lo esperas, te encuentras cuadros con rituales cotidianos para celebrar la vida, como un cumpleaños. Los pinta por la necesidad de que perdure en el tiempo, como el que hace una fotografía.

HOMENAJE

 Mural pintado por Miguel Scheroff en Navas de Tolosa.
Mural pintado por Miguel Scheroff en Navas de Tolosa.

Pocos son los artistas que pueden decir que un mural suyo honra el recuerdo de un vecino fallecido en su municipio natal. Miguel Scheroff tiene ese privilegio. Es un homenaje a José María Marcos Rodríguez, que falleció en el Parque Natural de Cazorla en accidente laboral.

—Su padre me vio por la calle y me pidió si podía hacerle un homenaje a su hijo. Le propuse pintarle un retrato, pero él quería algo más significativo. Tenía una imagen de su hijo con sus perros en mitad del campo. Era algo triste porque estaba ambientada en otoño. Pero le dimos alegría a la imagen y la plasmamos en un mural. Ha sido muy valorado. La gente para los Santos le ha llevado flores y velas.

Un mural que aglutina la esencia de una joven promesa del arte. Un abanderado de Jaén en el mundo. Un mural que nace de la tragedia, del terror del accidente. Pero que deviene en vida, en alegría, en la bondad de que el recuerdo siempre perdure. Ahí está el corazón de Miguel Scheroff.

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