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Una tarde para la ira

Decenas de jiennenses se quedan sin butaca en el Teatro Infanta Leonor para ver el debut de Raúl Arévalo como director

Hay un hombre chiquitito y calvo, con unas gafas de pasta azules y cristales ovalados, que pide explicaciones y protesta enérgicamente mientras mueve los brazos como un personaje con vida de Ibáñez. Y una mujer a la que la ira la está consumiendo porque ha desperdiciado una clase de Photoshop por venir a ver "al tipo este". "Una clase de photoshop", repite un par de veces por si el de seguridad del Teatro Infanta Leonor no se ha enterado. "Una clase de photoshop". Y también hay doscientas personas esperando en la puerta del teatro para ver Tarde para la ira, el debut como director de Raúl Arévalo, nominada a 11 Premios Goya.

—Aquí, o la liamos o nos vamos ya.

Habla una joven y es el momento en el que casi todo el mundo decide abandonar la puerta como por inercia. Tan solo una veintena de irreductibles jiennenses sedientos de cultura continúa agolpado casi restregando la cara por la puerta de cristales del teatro. Mientras el resto se marcha, el hombre de seguridad vuelve a abrir la puerta. Solo escuchan sus palabras los de la primera fila, aunque se comienza a rumorear que ha dicho que para el coloquio se irá mucha gente, o, lo que es lo mismo, que da igual lo que diga Raúl Arévalo; un buen puñado de los espectadores tan solo quiere ver una peli gratis. 

Tarde para la ira es el título del debut como director de Arévalo y ha sido lo que también han vivido decenas de jiennenses que se han quedado petrificados a las puertas del Teatro Infanta Leonor, a la espera de una butaca para presenciar la película. Se supone que algo pasa con la cultura en Jaén, que dicen que no va o que no la dejan que vaya, y para una vez que viene y el pueblo responde, se lía una zapateta que casi hay que dar las gracias porque no ha habido heridos. 

MÁS IRA

—¿Y ni nos van a dejar hacernos fotos con el director? —pregunta una mujer morena y de pelo rizado, con una voz de pena que hasta emociona. 

Suplica al menos una foto hasta en cinco ocasiones y la cosa comienza a tomar un rumbo desconocido: hasta una chica llega a decir que lo que hay es "mucho machismo". A lo que un hombre le responde que no, que lo que hay son personas ineptas, "los que han organizado esto", sentencia. Y mientras dentro parece que Raúl Arévalo pasa por la recepción del teatro y la mujer vuelve a suplicar al de seguridad que deje al menos que se haga una foto con el director. "Si es solo una foto". Pero ha llegado tarde. Según dice el de seguridad, había gente a las 18:30 horas haciendo cola. Y un muchacho dice, casi con la desesperación del que tiene un filete de pollo descongelándose en el microondas, que tiene su asiento y sus cosas y a su familia en la quinta fila, en la puerta C, pero se pierde entre el alboroto hasta que una mujer lo señala y voz en grito suelta: "Ni al muchacho dejan entrar, que lo tiene todo dentro". Un horror en el Teatro Infanta Leonor.

De la película se puede decir que todos los jiennenses que se quedaron fuera se sienten como Jose, el protagonista de la cinta debut de Arévalo: jodidos y con ganas de venganza. Y otra cosa, que el director ha dicho que tenía ganas de que su thriller se pudiese ver en Jaén, "donde apenas se ha podido ver" porque los exhibidores no apuestan por este tipo de cine. La gente, en cambio, se amontonó a las puertas del sucio Infanta Leonor para mostrar que el pueblo apuesta por la cultura. Y, de una u otra forma, todos se llevaron consigo una tarde para la ira.

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