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Urbano González, 101 años y todas las ganas de vivir

Por Javier Cano - Abril 02, 2023
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Urbano González, 101 años y todas las ganas de vivir
Urbano, ante la tarta que disfrutó por su 101 cumpleaños. Foto: Ayuntamiento de Orcera.

Siempre unido a su aldea orcereña de Trujala, el centenario mantiene un estupendo estado de salud y se siente "como en casa" en la residencia donde habita

"No ha querido irse nunca, siempre ha tenido claro que quería estar en su tierra". Quien no ha consentido que su sombra se aleje del terruño nada más que en contadas ocasiones se llama Urbano González Soto, nació en Orcera en 1922 y acaba de soplar las ciento una velas de una tarta de cumpleaños que pocos tienen el privilegio de contar (ni de cortar). 

Así lo explica su hijo Antonio, el cuarto de los siete hijos del matrimonio formado por el orcereño y María Berzosa Palomares, fallecida hace alrededor de dos décadas.

Una mujer de la aldea de Trujala que tiró de su marido hacia la pedanía hasta hacer de él un aldeano más, y donde le nacieron los vástagos de su gran familia, siete descendientes que andando el tiempo le han dado diecisiete nietos y catorce bisnietos.

Nació hace tanto que, por entonces, la Generación del 27 andaba en pañales y la Guerra Civil todavía no había ennegrecido la historia de la España del siglo XX; ni siquiera se había creado aún el DNI, que tendría que esperar 24 ejercicios para ser realidad. 

Hombre de campo pese a su nombre, que destila ciudad por cada letra, supo la dureza de trabajar de sol a sol tanto en su finca como "para fuera", y en cuanto la vista le dio problemas decidió colgar la azada y dedicarse a otros menesteres: 

"Se jubiló antes de tiempo y ya lleva alrededor de cincuenta años, que es la vida de algunas personas, casi media vida jubilado", exclama Antonio. 

¿Y cómo es la vida actual de Urbano? Discreta, tranquila, sin un sí ni un no... "Está en una residencia en su tierra, le dio un ictus cuando tenía 94 años y quedó mal, tuvo que empezar casi de cero. Pero antes estaba en casa, atendido por una de sus hijas, aunque dormía solo, se afeitaba, se duchaba...". 

¡Si se encontrará a gusto que tiene claro que la residencia es, ahora, su casa; cuando lo sacamos y lo llevamos a Trujala le hace ilusión, pero en cuanto pasa un rato dice que tiene que volver a su casa, que no vaya a ser que entre alguien y le quite algo".

Seguramente se acuerda, cuando dice eso, de las buenas escopetas que sustentaron su fama de gran cazador en la zona:

"Le gustaba mucho, era un experto. Yo me acuerdo de que iba con él a las olivas, por el camino, y me decía 'mira, allí debajo de aquella oliva está la liebre. Luego, cuando vayamos a la tarde, la vamos a buscar'. Yo le decía '¿va a estar ahí durmiendo todo el día? Efectivamente volvíamos, cogíamos la escopeta, me decía 'tira una piedra', y salía la liebre". 

Un hombre entrañable que a la edad en que dejó este mundo (por ejemplo) la Reina Madre de Inglaterra, se muere de ganas de vivir: "Muchas veces nos dice que todavía no se va a morir, y nosotros le decimos que eso es lo que queremos, que no se muera". A por los 102, pues. 

 Rodeado por parte de su gran familia, aunque no toda.
Rodeado por parte de su gran familia, aunque no toda.

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