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"Siempre que pinto necesito escribir a la vez"

Por Javier Cano - Octubre 21, 2019
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"Siempre que pinto necesito escribir a la vez"

Arqueólogo, investigador, novelista, poeta, pintor, escultor, funcionario... Luis Emilio Vallejo Delgado (Porcuna, 1967) es un hombre del Renacimiento, un artista comprometido que tiene en su tierra natal uno de los motivos principales de su obra. Una producción que abarca innumerables disciplinas y técnicas y de la que, hasta el próximo 10 de noviembre, puede contemplarse una buena muestra en el Museo Provincial de Jaén, bajo el título Paisaje del olivar de Obulco.  

—Se oyen comentarios muy elogiosos de su última exposición. ¿Qué impresiones le llegan a usted de quienes la han visitado?

—Bastante buenas, a la gente le gusta, incluso la hay que sale emocionada; hay personas mayores que me ven y me dicen que se han emocionado con el tema del olivar y que hasta se les saltan las lágrimas, y eso que es una cosa muy nuestra, estamos acostumbrados a verlo. Me ha sorprendido eso, no me esperaba la emoción que manifiestan cuando salen de la exposición.

—¿A qué cree que se debe esa emoción?

—Me dicen que les emocionan los colores, la expresividad que tienen los cuadros, eso es lo que más les llama la atención. También creo que influye que sea una cosa monográfica sobre el olivar, una reflexión a nivel de color de eso que estamos todos los días hartos de ver.

—¿Es esta su exposición más importante?

Sí, tanto en número de obras como en calidad técnica. Tengo cincuenta y dos años y a nivel técnico estoy en un momento muy importante.  

—¿Se sintió arropado por Porcuna en la inauguración?

—Sí, vinieron varios concejales y algunos poetas y pintores. Quiero decir que esta exposición está dedicada a Manuel Bueno Carpio, uno de los pintores más alucinantes de Jaén. Él fue el que me descubrió de pequeño, yo era un niño  rechazado por el sistema educativo, no sabía leer con nueve años y él, que llegó de Sevilla, que venía nuevo, me descubrió. A él le debo todo, es un gran estudioso, pintor e historiador.

—¿Cómo nacieron estos Paisajes del olivar de Obulco?

—Hace tres años hice, como técnico de patrimonio, un trabajo de investigación para el olivar impulsado por la Diputación, dentro de un programa dirigido por Marcelino Sánchez para presentar el olivar para su declaracion como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Yo hice el de Porcuna y, claro, me llamó muchísimo la atención. y entonces Recordé aquel trabajo de investigación, y también que yo no he dejado de pintar olivos. Empecé a sacar olivos de los últimos veintiséis o veintisiete años que tenía en la casa, pero eran de pequeño formato, y dije: "Este impulso que tengo ahora lo voy a transformar", y he estado tres años pintando en gran formato, sobre todo con esa idea de rescatar a nivel estético el olivar.

—Pero hay algo de reivindicación y de protesta en esas pinturas, y en los poemas que coforman el catálogo, ¿no es cierto?

—También hace un par de meses, con esto del aceite, de Trump, que ha sido la repera, con este problema que tenemos tan enorme. Incluso hice un manifiesto que gustó mucho a la gente, porque aunaba inquietudes a todos los niveles.

—Técnicamente, la variedad de esta exposición es muy amplia...

—Yo soy un pintor técnico, me gustan mucho las técnicas pictóricas y escultóricas, y empecé a tratarlo bajo muchos puntos de vista, por eso es tan variada la exposición. Estos cuadros tienen hasta piedra de Porcuna machacada, pesan muchísimo algunos, aunque no lo parezca; otros son más licuados, con otro tipo de procedimientos distintos.

—¿Qué ha sido lo más complicado del proceso creativo de la exposición, en la que el tratamiento del color es uno de los elementos más destacables a primera vista?

—Lo más difícil del color es componer y que haya armonía de color. En la inauguración, que hizo Paqui Hornos, directora del museo, decía yo: "Silbar una canción famosa es muy fácil, la silbamos todos, ¿pero alguien se ha parado a decir voy a hacer una canción que se pueda silbar?", eso es lo difícil. Por eso cada cuadro es como un sudoku en el cual tú tienes que sacar los números, muchos cuadros tardan muchísimo porque el último número no te sale. Hacer armonía a color es lo más difícil, porque conjugar un amarillo con unos verdes, con un violeta y que todo esté en su sitio... La verdad es que yo estoy agotado después de estos tres años, pero muy contento porque he cumplido un objetivo.

—Y la poesía, la literatura, ¿qué papel juega en esta muestra y en el conjunto de su producción?

—Siempre que pinto necesito estar escribiendo a la vez, no sé por qué; entonces, cuando se planteó el catálogo me dijeron: "Oye, ¿por qué lo que escribes de cada cuadro no lo incluyes? Todos estos cuadros los he ido publicando en Faccebook en los ultimos tres años, la gente ha podiod verlos, otras veceds el proceso, y a veces les meto el texto. MMis cuadros tienen mucho color, no buscan el realismo sino un poema del color.

—Puede decirse que es usted un pintor poético, o un escritor muy visual, como se autodefinía Rafael Alberti?

—Claro, sí, porque yo, además, lo que estoy escribiendo lo tengo que dibujar tambieén, si no no lo veo. En el catálogo lo aclaro: "Nunca pinto sin escribir a la vez, jamás escribo sin colores y formas". Soy una mezcla muy rara que no sé ni cómo definir, lo que sí sé es que necesitio de una cosa y de otra siempre.

—El catálogo de Paisajes del olivar de Obulco es, además, un librito de poemas.

—Eso ha sido el remate, poder publicar un pequeño catálogo con las imágenes y las palabras.

—Algunos de esos textos, por cierto, son bastante duros.

—Hablo del olivar tradicional, pero también de por qué hemos llegado a esta situación, sí, hay algunos poemas duros. Los olivos se retuercen por algo, nos dicen algo, y cada olivo nos da a veces bofetadas a nivel estético pero también a nivel formal; no es todo estética, tambien tienen sufrimiento, dolor. Hay olivos que tienen rojos sangre, hay hasta un Crucificado en un olivar, un Cristo. Es una reflexión sobre nuestro mundo, algo que se nos puede acabar, un mundo sobre el que los poetas y los artistas tenemos que hablar, no solamente dejar a los políticos que se muevan y cumplan su se deber. 

—Volviendo a los cuadros, hay para todos los gustos, desde una marina olivarera hasta la superposición de piezas ibéricas en los propios olivos.

—Uno de esos cuadros es el guerrero de Cerrillo Blanc, que es la tumba principal, del siglo VII antes de Cristo. Tenía encima un olivo y hubo que cortarlo en la fase arqueológica, a mí me dolió mucho. Una de las cosas principales que tiene la provincia de Jaén es que bajo los olivos está ese icebeg que no se ve, chupando de esculturas, de la arqueología. El aceite que te tomas de los olivos de Cerrillo Blanco está cogiendo de las esculturas directamente, porque realmente sus raíces lo que hay debajo. 

—Y la bandera de España, ¿qué quiere significar sobre el tronco de uno de sus cuadros?

—Lo hice hace dos años, cuando se declaró independiente Cataluña, el 1 o el 2 de octubre. Estaba pintando el olivo y viendo lat ele, y es tremendo, lo pinté con la bandera de España, con rabia. Es un olivo hecho con una pintura especial fosforita, que se enciende con una especie de verde pistacho, está hecho con pintura metálica. Expresa cómo se esta rompiendo algo que sale de la tierra, un emerger de algo, es la imagen de la impotencia de la propia tierra. 

—¿Qué tienen que decir los artistas, a día de hoy, ante situaciones como el conflicto catalán? 

—Elvalor del artista es decir la verdad de lo que piensa, y en este caso yo, a través de los colores y de estos cuadros, lo he manifestado. Sobre todo mi reflexion es el marasmo humano, la capacidad del ser humano de ser manipulado, en un sentido y en otro, durante años, y el mito de las masas, que son tremendas: cuando nos metemos en la masa, cuando vamos por la calle, no somos iguales si vamos solos o en un grupo de diez o doce, es el miedo a uno mismo, a que emerja el monstruo que tiene uno siempre dentro.

—Su unión a Porcuna es muy honda, ¿verdad?

—Aunque no soy profeta en mi tierra, soy de los que, cuando se fue a estudiar, pensé que quería volver a trabajar por mi pueblo; de hecho, cuando vine en el 93 presenté un proyecto para gestionar el museo arqueológico, la cultura de Porcuna, las publicaciones... Me lo aprobaron, entré en el Ayuntamiento y pude estar dieciocho años como director del museo. Como técnico tengo muchísima ilusion. Porduna es un iceberg de la historia, es impresionante, esto que está saliendo ahora del afinteatro, de Cerrillo Blanco, lo conocía yo hace veintiséis años perfectamente. Ya me he hecho mayor, pero ha merecido la pena esperar tantos años, tropezar tantas veces, porque ahora todo se está poniendo en valor.

—Ha firmado usted varias colaboraciones con proyectos de investigación relacionados con su tierra natal, artículos y libros, ha publicado poesía con la editora municipal, hay pinturas y esculturas suyas repartidas por Porcuna y allí ha expuesto también varias veces. ¿Dice que no es profeta en su tierra?

—En los pueblos pasan esas cosas. Por ejemplo, yo he publicado un libro en Porcuna y, muchas veces, la gente no apoya estas cosas, sin embargo publicas en Madrid, como yo he publicado, y la gente no veas, te dicen que es buenísimo y demás. Aquí me ven trabajar todos los días y, muchas veces, las críticas por parte de otros técnicos, por ejemplo, son tan destructivas que realmente hay que ser de piedra para poder aguantar el día a día. Pero bueno, yo soy un corredor de fondo, yo lucho y me siento bien. Yo sigo luchando por Porcuna. 

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