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Detrás del día de El Vino

Por Fran Cano - Mayo 04, 2019
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Javier García es el encargado de los camareros en las últimas ocho ediciones de la Jornada Vinícola y Gastronómica; coordina a una treintena de vecinos que trabajan para servir a cerca de 1.700 comensales

Mayo es la excepción más destacable de la Jornada Vinícola y Gastronómica de 2019 en Frailes. La fecha dejó atrás abril por fuerza mayor, pero el resto es continuidad. La magnitud de la comida, por ejemplo, volverá a superar los 1.600 comensales. Es la edición número 23.

Ya han pasado las 13:00 horas del viernes 3 de mayo, y Javier García camina de un lado a otro del recinto, convertido en una carpa enorme, con el teléfono en una mano y en la otra una carpeta con los datos del banquete. García es el encargado de camareros desde el año 2012. Coordina a más de una treintena de vecinos que reparten sus tareas entre servir las mesas y el servicio de limpieza. Hoy, a menos de 24 horas para que el banquete sea una realidad y el gentío inunde la instalación, un puñado de vecinas y vecinos repasan las mesas. Hay situaciones que van en contra de aquel anuncio de televisión sobre un producto de limpieza: por más que avance la tecnología, el frotar no se va acabar. Menos en días como este.

Se esmera el grupo, y García recuerda que fue Lucía Serrano, concejal de Festejos, la persona que confió en él para dirigir a los camareros y formar tándem con Miguel Montes, cocinero emérito y autor de la olla podrida, el plato estrella de la cita. "Yo ya había trabajado en dos ediciones como camarero. Claro que fue un reto ponerme al frente, pero al mismo tiempo me motivaba", recuerda García, quien combina el sector hostelero con su empresa de aceites.

Dice que el volumen de la fiesta le había llamado la atención. No entraba en su planes ser el director de orquesta, pero dijo sí, y ya lleva ocho años. En la retina tiene la edición de 2012, la primera, que logró el récord de comensales: 2.200 personas comieron resguardadas de una lluvia de magnitud. El agua empujó a García tomar una decisión, dado que no había entrada como tal. "Todos adentro. Eso dije entonces y por suerte salió bien", cuenta.

Los camareros tienen asignado un rango y un espacio de trabajo. Javier García marca el tempo, siempre coordinado con Miguel Montes para dar salida a los productos. No puede faltar de nada. Y el vino hace patria en cada mesa.

 El recinto ferial, listo para la celebración.
El recinto ferial, listo para la celebración.

"ES UN DÍA DE ILUSIÓN PARA FRAILES"

Mercedes Martín, presente en el grupo que prepara las mesas, explica que ya lleva más de una edición aportando trabajo y tiempo en aras de la celebración. Hoy la acompañan Mercedes LópezJosefa Aceituno y Lourdes Cano, entre otras compañeras. "Siempre percibo ilusión en todo el equipo. Los trabajadores saben que es día especial para el pueblo", valora el encargado.

El momento de poner los manteles y ultimar detalles llega justo la mañana de la comida. Antes y después de que la masa de lugareños y visitantes bendigan los placeres terrenales, el trabajo continúa. En las últimas ediciones también se han agregado al menú los cafés y las copas, esto último para que el alumnado del colegio Santa Lucía recabe fondos para el viaje de fin de curso.

La fiesta siempre se alarga, y García recuerda aquella anécdota del año de los acordeones. La gente interpretó que la música suponía el final del festejo y los comensales empezaron a desfilar. "Nos tocó sacar el postre con prisa", dice. Como siempre, el personal tendrá su comida pasada la tormenta. La tormenta del vino frailero.

Fotos y vídeo: Fran Cano.

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