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"La lucha de brazos exige pensar todo el tiempo"

Por Fran Cano - Enero 20, 2019
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Leandro Fernández Quesada (Jaén, 1975) ha encontrado en la lucha de brazos un motivo para hacer deporte y, de paso, ser más feliz. El presidente del Club Ibero de Lucha de Brazos Auringis viaja, conoce a gente y aprende cómo mejorar. ¿Pulsos de toda la vida? En esta entrevista explica cuáles son las diferencias de una práctica que convocó en Jaén a aficionados debutantes y veteranos en un torneo que coincidió con la feria de San Lucas. Adivinen quién lo organizó.

Informático de profesión, Fernández espera que la provincia tome un vuelo diferente en materia de empleo. Entiende que hace falta más unión entre los partidos. "Menos críticas", resume. El jiennense abre a este periódico las puertas de su vivienda, en el barrio de Peñamefécit. La entrevista es en el dormitorio, donde además de una cama hay una mesa estupenda para que dos deportistas se batan en un duelo cuya duración es una incertidumbre.

—¿Cómo llegó a la lucha de brazos?

—Siempre me habían gustado los pulsos. Desde pequeño los echaba con los amigos. A través del chat de una web hablé con un amigo que a su vez me puso en contacto con la Asociación Española de Lucha de Brazos. Un día, el colectivo organizó un campeonato en Granada. Así conocí a los participantes y al deporte, que es totalmente distinto al pulso tradicional. Entrené con la gente de Domingo Pérez (Granada). Y progresé desde ese punto.

—¿Le había llamado la atención la práctica antes?

—Sí. Es normal que muestre interés y se inscriba la gente que viene de los pulsos o que han tenido algún contacto con el deporte. Esta práctica te tiene que gustar. Es muy técnica, y si la haces mal, puedes sufrir en los brazos. A la gente le apasiona la diferencia que hay con el pulso tradicional. La primera sesión es la que más dolor propicia en los brazos, pero si te enganchas, es muy bonito. No es demostración de fuerza sino de técnica y de resistencia. Hay combates muy largos y otros que apenas duran segundos.

—¿Cuál es la diferencia más notoria con el pulso de toda la vida?

—En la lucha de brazos hay diferentes formas de tirar. Se puede doblar la muñeca, por ejemplo. Es de pie, salvo para las personas con discapacidad. En el pulso tradicional la mano liberada puedes ponerla detrás, mientras que en la lucha de brazos sirve de apoyo. Aparte, hay una serie de reglas y normas que te invitan a pensar todo el rato.

"AQUÍ NO GANA SIEMPRE EL MÁS FUERTE"

—¿Cómo son los entrenamientos en el Club Ibero de Lucha de Brazos Auringis? ¿Qué parte del cuerpo hay que tonificar aparte de los brazos?

—Para coger fondo, con vistas a los combates que se prolongan, es conveniente hacer carreras, tanto para el cardio y para la resistencia. Fundamentalmente se entrena la parte superior del cuerpo: pecho, hombros y también muñeca y manos. Dependiendo de la fuerza en los dedos, puedes dominar la mano del contrario. Hay personas muy fuertes que pierden contra quien, físicamente, parece más débil, pero tiene mejor mano o muñeca.

—No gana el más fuerte.

—No, la fuerza es importante, pero no lo es todo. Este deporte radica más en la técnica, en la resistencia y en la capacidad de contrarrestar al oponente.

—¿Qué nos puede contar de su experiencia con el tantas veces campeón de España Damián García?

—Aprendemos técnicas, dado que él participó en competiciones europeas e internacionales cuando el presidente de la asociación española era Francisco Jové Feliu, un empresario que se volcó con este deporte. Incluso mandaba a competidores fuera de España. García nos guía en la forma de competir, y a mí me ha ayudado. Al principio, yo no tenía fuerza para tirar delante de la mesa. Me recuperé de una lesión, hice entrenamientos específicos y he mejorado. Es muy importante trabajar los tendones del brazo y de la mano. La ayuda de un preparador físico de Madrid fue necesaria para mejorar. Los entrenamientos semanales con Damián García también ayudan. Además, nos enseña todos los entresijos de este deporte para mezclar diferentes técnicas en un mismo combate.

LA TECNOLOGÍA: LIBERTAD O ESCLAVITUD

—¿Por qué estudió Informática?

—Llegué a la informática por azar. Terminé EGB e hice auxiliar administrativo. En segundo grado, podía seguir o cambiar a Informática. Nos pusimos de acuerdo unos cuantos alumnos para hacer el traslado, pero el día de sellarlo en papeles solo me presenté yo. Cuando retomamos el curso ahí estaba yo; nadie más se había pasado a Informática. Por algo sería, digo yo. La programación ahora me encanta. Tras pasar por varias empresas, fiché por Software del Sol. Gracias a ellos puedo compatibilizar mi vida profesional y deportiva, además de recibir el apoyo para eventos.

—Vivimos en pleno esplendor tecnológico. ¿Los cacharros nos hacen más libres o más esclavos?

—Nos están haciendo más esclavos. Estamos continuamente pendientes del móvil, ávidos de novedad. Perdemos el contacto persona a persona. Ahora es normal en una reunión que todo el mundo deje el móvil encima de la mesa. Si suena, lo cogemos como acto reflejo. Está muy bien la tecnología por los avances que nos trae, pero nos hace esclavos. Caemos en la contradicción de estar más conectados con gente que vive muy lejos que con nuestro propio entorno.

—¿Cómo le va en un gigante como Software del Sol?

—Soy técnico de Sistemas y de Seguridad. Nos ocupamos de los equipos de la empresa, protegemos la seguridad de la marca y de los clientes que nos piden ayuda en este ámbito. Mi departamento está especializado también en los servidores que hay.

—¿Qué ha aprendido en estos casi diez años?

—Comencé como responsable de Logística. A medida que la empresa crecía se abrieron más departamentos. Llegué cuando comenzó Logística. Hubo una reestructuración, con ampliación de personal, y pasé al departamento de Sistemas gracia a mis conocimientos sobre informática. ¿Qué me aporta la empresa? Confianza en mí mismo. Que a mi compañero le sirva el equipo me compete. Es algo que me ha ayudado tras una situación complicada que pasé. Tuve confianza plena desde el inicio. Tenía la seguridad de sacar el trabajo adelante. A Software del Sol le debo estar donde estoy.

"ME ENCANTA VIAJAR, CONOCER GENTE Y APRENDER DEL RESTO"

—Se define como una suerte de Willy Fog. ¿Por qué?

—Desde que estoy en la lucha de brazos he organizado torneos en Huelma, Alhaurín de la Torre (Málaga) y en otros municipios. La práctica me ha ayudado a conocer personas y lugares, al tiempo que entreno con gente de la que aprendo. Cualquier día te puede alguien te puede enseñar más sobre la lucha de brazos. Es algo que tengo presente. Me gusta moverme y conocer a deportistas. En el club tenemos de Córdoba, Jaén, Granada y de Málaga muy pronto posiblemente. Soy como Willy Fog por eso: viajo mucho.

—Vive entre Mengíbar, donde trabaja, y Jaén, su residencia de toda la vida. ¿Qué le gusta de cada municipio?

—A Mengíbar no voy tanto, porque me quedo en Geolit. Mis padres son de Ventas del Carrizal (Castillo). Mengíbar me gusta, y no veo mucha diferencia con Jaén, que es un pueblo grande. Quizá la gente de Mengíbar sea más abierta que la de capital. Y sé que me gano enemigos al decir esto (risas).

—Hemos hablado de trabajo. ¿Es optimista con las posibilidades de la provincia?

—Hace falta que Jaén se industrialice. No tengo la varita mágica, pero sí que veo caminos a seguir. Mi empresa nació en Jaén. Mi jefe se pilló un local, y tras años de alquiler, montó un edificio propio. Contempló varias posibilidades. Que Jaén no atrapara esta empresa es difícil de creer. Tenemos el edificio de Dhul, que no hay manera de echarlo a andar. ¿Comunicaciones? Ahora se habla de Extremadura, pero ¿y Jaén? ¡Son seis horas hasta Madrid en tren! No hay infraestructuras. Creo que en algunas provincias se debería repartir la riqueza para fomentar el trabajo. Aquí vamos a hacer un centro comercial en una zona donde, hipotéticamente, estaba destinada para un hospital. Otro centro comercial se quedó a medias por disputas políticas. Hay que mirar más por la ciudad y menos por el partido político. Somos la provincia con más castillos, y no se explota lo suficiente. Incluso salió en un programa de televisión, donde el concursante falló la pregunta. ¿Eso no se puede explotar? Úbeda y Baeza no están conectadas por tren de alta velocidad. Aquí, en la provincia, parece que no responde nadie. No veo que la gente se mueva, salvo para la San Antón. Por cierto, si la pasan a un sábado es para atraer más gente. Mejor que un día entre semana, ¿no?

—Menciona la política. ¿Tiene usted ideas definidas?

—(Risas). Sí, la verdad que sí. Pero prefiero no comentarlas.

Fotografías: Esperanza Calzado.

Vídeo: Esperanza Calzado Fran Cano.

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