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"Nos están tratando como si fuésemos delincuentes"

Por Esperanza Calzado - Agosto 23, 2020
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Jueves, cinco y media de la tarde, y hace los últimos encargos a uno de sus proveedores. Altramuces y patatas fritas. Toca abrir en medio de una semana de cambios normativos que, una vez más, toca de lleno a un sector que ahora está en el punto de mira. Pubs y discotecas ocupan espacios en los medios de comunicación porque su principal clientela son los jóvenes, aquellos que más se están contagiando en la "nueva normalidad". Pero no todos son iguales. No es lo mismo el ocio nocturno en Jaén que en Benidorm o Málaga. Siente que se les está tratando como delincuentes mientras muchos olvidan que son empresarios que generan empleo y riqueza. Saca pecho de la responsabilidad demostrada por el sector de la hostelería jiennense y reivindica su compromiso en la contención de la pandemia. Hablamos con Cintia Viedma Torres (Jaén, 1986), gerente de La Fábrica del Arte.

—¿Por qué La Fábrica del Arte?

—Al no encontrar trabajo de lo mío decidí dedicarme a este sector de la hostelería porque consideré que me resultaría más fácil. Al llegar a Jaén busqué una alternativa totalmente diferente y distinta a lo que había en Jaén. No quería que el local fuera sólo copas y música y de ahí que decidiera enfocarlo al ámbito cultural.

—Dice que no encontraba nada de su sector, ¿cuál?

—Soy ingeniera forestal. Me pilló la crisis de 2008 y los ingenieros medioambientales nos quedamos sin trabajo, además de que suprimieron todas las ayudas para este sector. Por eso me tuve que buscar la vida por otro lado, hasta que llegué a este mundo.

—¿Cómo fueron los inicios de La Fábrica del Arte?

—La verdad es que ha costado mucho pero ha sido, a su vez, una grata sorpresa al ver lo bien que ha respondido la gente. Muchas personas se han volcado conmigo y aquí hemos acogido todo tipo de propuestas. No nos hemos cerrado a nada y creo que eso es muy bonito. 

—Es que las actividades que se han acogido aquí son múltiples.

—Efectivamente. Todo lo que coja aquí, es bienvenido. Siempre me he centrado un poco más en los artistas de Jaén y aunque hay muchísimos artistas y buenos en esta tierra, también hemos acogido a gente de fuera. La más reconocida fue la actuación de Tennessee y fue muy destacada. Pero todas las disciplinas tienen su encanto, desde los jueves con el swing hasta los recitales de poesía, pasando por las exposiciones y la música en directo de todo tipo. 

—¿Considera que es cierto que en Jaén no se apoya suficientemente al sector cultural?

—Por un lado sí y por otro no. Creo que hay mucha gente que no está reconocida y, en muchos casos, ni los conocemos. Hay gente de gran validez que se tiene que marchar fuera porque aquí no se les reconoce. Y, en cambio, a lo de fuera se le da más valor que lo que tenemos en la tierra. 

EL OCIO NOCTURNO Y EL CORONAVIRUS

—¿Cómo recuerda el 14 de marzo y la declaración del Estado de Alarma?

—Recuerdo el día anterior, especialmente, el 13 de marzo. Tenía programada una exposición, que es la que está ahora, y hacíamos bromas sobre si se abriría o no. Era martes cuando montamos y el jueves ya nos cambió la cara a todos. Se inauguró y apenas vino gente porque la cosa empezaba a ponerse seria. El viernes tenía otra exposición de una artista de ilustración y ya no pudimos hacerla. Cambió todo en horas. El viernes, 13, se suspendieron todas las actividades y a las doce de la noche cerré.

—¿Y volvió?

—En junio, con la nueva normalidad. 

—¿Cómo fue la reapertura?

—Lo primero que tengo que decir es que estoy muy agradecida por la clientela tan buena que tengo y la gente que me apoya y que me ha mostrado su respaldo tanto mientras estábamos cerrados como cuando abrimos. Esto funciona por esa gente y la que me está apoyando. Vamos poco a poco porque ahora no estamos haciendo actividades, que es nuestro encanto, y eso se nota. Pero los clientes vienen, preguntan y reconocen que también les duele cómo lo estamos pasando. Pero me siento muy privilegiada.

—Muchos compañeros de su sector se han sentido en medio de un mar de dudas sobre las medidas y protocolos a seguir.

—Efectivamente, así ha sido y sigue siendo. En el sector de la noche jiennense hemos estado más unidos que nunca. Hicimos un grupo para ayudarnos los unos entre otros porque todo era un mar de dudas entre lo que decía la Policía, la Junta, el BOE... De hecho, cuando abrimos no sabíamos muy bien si podíamos o no y cómo. Y vamos a ver la suerte porque luego viene la Policía y ellos no preguntan... 

 

—Esta semana con las nuevas medidas os ha pasado lo mismo.

—Lo mismo. Hemos habilitado una carta de platos fríos porque no podíamos estar abiertos si nos dedicamos exclusivamente a la bebida. Nos hemos adaptado y abrimos hasta la una de la madrugada. Pero no creo que funcione porque creo que es una medida vergonzosa. Nos están tratando como delincuentes. Ya estamos pensando cómo serán los conciertos, que serán con mesas y sillas y con un máximo de 50 personas. Lo estamos estudiando.

—El ocio nocturno está en el punto de mira.

—Al fin y al cabo vendemos copas y cuando la gente se toma dos o tres de más pierde un poco la conciencia y eso lo reconocemos. Pero no todos. Al final, estamos en Jaén y aquí no hay gente en el verano. Estamos sufriendo una segunda pandemia que la padecemos todos los años. Nosotros no somos culpables de los brotes en Jaén porque no hay gente en los pubs.

—¿Ese es el problema de hacer medidas para todos igual? No es lo mismo el ocio nocturno en Jaén en verano que en Málaga, por ejemplo.

—Exacto. No nos podemos comparar los negocios de Jaén de ocio nocturno con los de costa, por ejemplo, con una afluencia muy importante y que vende. Nosotros no vendemos por mucho que llenemos el local. 

—¿Cómo os sentís cuando os veis todos los días en las noticias y la ciudadanía pide vuestro cierre?

—Parece que somos delincuentes. 

—Para la gente que no ha venido todavía, ¿cómo son las medidas de seguridad?

—Por suerte, este local tiene muchos metros y resulta más sencillo organizarlo. Cuando viene a pedir nos cuesta un poco más trabajo pero conforme van llegando los clientes somos nosotros mismos los que los ubicamos por mesas o por zonas, en este caso, hasta un máximo de diez personas. En la barra hemos puesto separadores para mantener la distancia. Ahora está siendo sencillo porque no hay gente en Jaén pero cuando en septiembre se incremente la afluencia vamos a controlar mucho la distribución de los clientes para garantizar la seguridad y el bienestar. 

—No hay gente ahora en agosto pero cuando se abrió el 21 de junio sí.

—Sí, y ahí sí que fue complicado porque la gente era difícil de controlar porque tenía muchas ganas de salir tras el confinamiento. En todo momento hemos cumplido con el aforo y con las medidas pero ha sido complicado estar pendiente de la gente. Pero ya está muy concienciada la clientela.

—¿Qué pasaría con un segundo confinamiento?

—El primero se soporta pero el segundo sería fatal. Ya hay muchos negocios que han tenido que cerrar porque no quieren atarse a la nueva norma de la una de la mañana porque su negocio está justo a partir de esa hora. En mi caso particular, me supondría pasarlo bastante mal. Ahora mismo tengo una trabajadora dada de alta pero en septiembre suelo tener más. Si hay confinamiento no podré generar empleo.

—¿Un mensaje para el que quiera venir?

—Tengo un público con una media de edad más avanzada y es el que más miedo tiene. El público más joven es el que no es tan consciente. Pero yo animo a los jiennenses a que vengan porque, como el resto de compañeros de la hostelería jiennense, nos estamos esforzando para hacerlo lo mejor posible. Y así lo haremos hasta que nos dejen... El Ayuntamiento nos debería apoyar más, abrir un poco la mano y dar más facilidades. La Policía Local podría ser menos dura, son demasiado duros y fallos tenemos todos. Sólo pido que nos respeten y nos traten como merecemos. Tener un negocio es muy duro a día de hoy y nosotros también pagamos nuestros impuestos, creamos empleo y no somos delincuentes. Creo que ahora mismo nos merecemos, como mínimo, un respeto. 

—Y para el sector cultural...

—Si nosotros estamos mal, ellos están peor y no suenan tanto. Ellos me cuentan sus problemas y yo les cuento a ellos porque mi negocio compagina los dos. Creo que ellos son uno de los colectivos más castigados a los que menos se les está escuchando.

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