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"En la Economía del Bien Común redefinimos el modelo de éxito"

"En la Economía del Bien Común redefinimos el modelo de éxito"

Por Esperanza Calzado - Mayo 15, 2022
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David Hervás Sanz (La Carolina, 1975) es director técnico en Fundación Fulgencio Meseguer. Experto en Responsabilidad Social Corporativa y en  Mindfulness. Licenciado en en Ciencias Políticas y Sociología, hoy nos acercamos a la figura de este carolinense para hablar de Economía del Bien Común y conocer algo que mucha gente ya practica pero que ni tan siquiera lo sabe. 

—¿Cuáles han sido sus primeros pasos profesionales?

—Estudié Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de Granada y he trabajado en muchos sitios. He sido profesor de Secundaria, he sido como gerente en una empresa de Jaén, he trabajado por cuenta ajena en diferentes sectores y desde hace unos años hasta hace unos siete meses he sido consultor de las administraciones públicas en la firma Cooperacción. He pasado por muchos puestos y en tareas muy diversas y actualmente soy el Director Técnico de la Fundación Fulgencio Meseguer.

—¿Y cómo es su contacto con la Economía del Bien Común?

—Hace unos tres meses que fue elegido presidente de la Asociación Andaluza de la Economía del Bien Común, de la que hasta ahora era un asociado más.  

—¿Qué es la Economía del Bien Común?

—Es un movimiento social que surge desde el empresariado. Nace en Austria a raíz de un libro que escribe Christian Felber y se titula así 'La Economía del Bien Común'. A raíz de ese libro nace el movimiento de empresarios que quieren llevarlo a la práctica. Lo que viene a decir es que la economía es una creación que nos hemos inventado los humanos y la manera de gestionarla debería estar marcada por los mismos valores que tenemos los humanos y que hacen crecer nuestras relaciones. Es decir, que deben estar marcado por el cooperativismo, confianza, aprecio, amor, cariño, solidaridad, compatibilidad de caracteres... Pensamos que esos mismos valores deben imperar en las relaciones económicas.

—¿Cómo se lleva a la práctica?

—Muy sencillo. Lo que decimos es que en la economía lo que sobra es la competitividad descarnada y el ánimo de lucro por encima de todo si mirar hacia el respeto al medio ambiente o el respeto de los trabajadores y el respeto a los proveedores... Para ello fomentamos lo opuesto, la cooperación. Se consigue redefiniendo el concepto de éxito empresarial. Siempre pensamos que el éxito de una empresa es la que más dinero gana, pero en el mercado, el dinero no es más que una herramienta; algo que sirve para intercambiar valores. ¿Por qué una empresa que acumula más medios, más herramientas, en este caso dinero, es mejor que otra? Nosotros pensamos que una empresa es mejor que otra cuando contribuye más al bien común. Tiene que ser rentable, obviamente, y dar beneficios porque sino no contribuye al bien común. Estamos redefiniendo el modelo de éxito.

—El modelo cooperativista es Economía del Bien Común por definición...

—Totalmente. La economía social está totalmente alineada con la de Bien Común. Sin embargo, este último concepto trasciende a la economía social en tanto y cuanto que se puede aplicar a cualquier tipo de empresa, aunque su forma jurídica no sea el de cooperativa. Se puede aplicar a una sociedad anónima, limitada...

—Cuando nosotros damos charlas explicando nuestro modelo de negocio siempre argumentamos que en Lacontradejaén decidimos ser una cooperativa porque creíamos en el sistema de toma de decisiones de este modelo empresarial, sin conocer mucho más de sus valores y características. Tras cinco años de empresa, nos hemos dado cuenta de que en realidad es un estilo de vida. Es decir, si en tu día a día tienes los valores cooperativistas entonces se pueden aplicar a la empresa. ¿Está de acuerdo?

—Esa es la clave. Los valores que dirigen nuestra manera de trabajar son la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ambiental, la participación democrática, la transparencia. Todos están en las constituciones democráticas y están considerados como fundamentales. El problema es que el sistema económico y la manera de funcionar del mercado, en ocasiones, deja fuera y en desventaja a las personas que quieren aplicarlos y premia a aquellos que contamina porque les sale más barato, a los que no cuidan la dignidad de sus trabajadores, a los que gastan pocos, se saltan las normativas, ganan más dinero... Por eso, hay que redefinir el concepto de éxito y que imperen esos valores. Mucha gente los tiene y les cuesta dinero cumplir con ellos, por eso proponemos que una empresa que contribuye más al bien común para, por ejemplo, conseguir contratos públicos.

—Se ha adelantado a la siguiente pregunta. ¿Qué parte de responsabilidad tienen las administraciones para contribuir a este sistema más justo?

—No hacen falta subvenciones. Lo que pueden hacer es que la compra pública incluya cláusulas en las que el precio no sea el único elemento decisorio sino que se puntúen otros conceptos sociales, medioambientales, etcétera. Es algo que ya existe en la ley. Para eso, se puede incidir en los objetivos que el Gobierno, en realidad, tiene en sus políticas públicas, que es promover este tipo de valores. Qué mejor manera de gastar el dinero público que contribuyendo al bien común.

—¿Este movimiento puede cuajar en Jaén?

—No somos un movimiento que aspire a tener un crecimiento vertiginoso y rápido. Vamos lejos, por lo que vamos despacio. Somos más partidarios de ir creando una masa crítica, una base de pequeñas empresas y gestos de gente que de manera voluntaria defiende ese trabajo honesto. Sabemos que hay mucha gente, sobre todo en el ámbito de la pequeña empresa, que ya lo hace pero que no tienen la repercusión mediática que tienen otros empresarios y lo están haciendo muy bien. Ejemplos como el pequeño tendero que fía a la vecina porque sabe que pasa por un mal momento, o el empresarios que sabe que su trabajador tiene a un hijo enfermo y tiene que darle más horas aunque no estén previstas en el convenio... Esa es la solidaridad del bien común, que se encuentra en los pequeños gestos y que hay mucha gente que lo hace y ya ha calado. Ahora, queremos poner en valor esas actitudes y las empresas las incluyan en sus balances, igual que hacen un balance financiero y reflexionen sobre cómo contribuyen a su entorno. 

—¿Habrá quienes nos estén leyendo y se pregunten cómo pueden contribuir a este movimiento?

—Muy fácil. Entra en la web donde encontrará información no sólo para implementarlo en las empresas sino también al modelo de gestión de los municipios. De hecho, yo he colaborado con varias localidades de la provincia a incorporar la perspectiva de la Economía del Bien Común en sus políticas con bastante éxito. Sólo se trata de dar ese paso. 

—Lo que más complicado veo yo de llevar a la práctica es el balance anual. ¿Qué parámetros se utilizan porque a veces los gestos se hacen sin darse cuenta?

—En la web puedes descargarte el manual para hacer el balance e incluso ofrecemos modelos para descargarse para hacer tu propia autoevaluación. Hay toda una mecánica de mejora continua. Los principios son los que más cuestan, pero con el tiempo ya se queda integrado.

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