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"Es la historia que me hubiera gustado leer al enterarme de mi problema"

Por Esperanza Calzado - Mayo 23, 2021
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Isabel Urbano Wrede (Asunción, Paraguay, 1985) estudia con ahínco las oposiciones para funcionaria de prisiones. Cursó Pedagogía en la Universidad de Málaga pero el desencanto le llevó a no terminar la carrera. Sin embargo, ahora se deja los codos en un proceso, el de opositar, que sólo los que han pasado por ello saben la esclavitud que supone. Horarios marcados, dedicación completa y concentración máxima para conseguir un futuro laboral estable. Un proceso que requiere tanta dedicación como su gran propósito de vida, ser madre.

Sin embargo, la maternidad no es un camino de rosas y esta jiennense de adopción lo sabe bien. Hoy, puede narrar su lucha contra la infertilidad, que no ha terminado y que casi le arrastra por el camino. Un tema con muchos tabúes del que no todas las mujeres quieren hablar. Ella, todo lo contrario, ha escrito un libro para compartir sus vivencias. 'Yo también quiero ser madre. Mi lucha contra la infertilidad' es su primera publicación.

—¿De dónde procede el apellido Wrede?

—Mi abuelo es alemán.

—Nació en Paraguay, te criaste en Málaga y ha acabado en Jaén. ¿Qué le ha traído hasta aquí?

—Nací en Asunción porque mi madre es de Paraguay y mi padre es español, de Nerja, donde me he criado. Por cuestiones de trabajo, porque mi padre ha estado siempre viajando, nací allí, pero he crecido en Andalucía y desde hace tres años estoy a Jaén, donde me vine por amor.

—¿Qué tal las primeras sensaciones con esta ciudad y provincia?

—Me gusta, porque es una ciudad pequeña, pero muy cómoda. Además, ahora con el centro comercial que están construyendo ya no hay necesidad de ir a Granada. Estoy muy contenta, la verdad, porque me gusta mucho la ciudad.

 Fotografías: Andrés García.
 Fotografías: Andrés García.

—En la introducción nos has comentado que tu labor profesional la quieres dedicar a ayudar a las personas y de ahí tus estudios para aprobar las oposiciones para funcionaria de prisiones. Tu libro es otra muestra de ello. ¿Qué nace la historia?

—Fue en la pandemia cuando mi pareja y yo decidimos buscar un hijo y dejar la boda de lado. En esos meses me doy cuenta de los desarreglos que tengo en mi menstruación y se lo achaqué al nerviosismo y estrés de la pandemia y a la preocupación porque las oposiciones se habían paralizado. Fui al médico para una revisión y fue cuando descubrí que tengo un problema muy serio de infertilidad.

—En medio de una pandemia en la que prácticamente no se podía ir al médico...

—Así es. En cuanto se pudo salir fui al médico directamente porque no me daban cita porque no era prioritario, al no ser una enferma de Covid-19. En el momento que conseguí la cita fui a mi ginecóloga y me informaron de este problema que no se había dado en mi círculo cercano nunca, ni familiares ni amigos. No conocía a nadie que hubiera pasado por algo así. Fuimos a otros médicos, a pedir segundas opiniones, y todos coincidieron. Pero seguía sin saber a qué se debía. Con el tiempo descubrí que se trata de un fallo ovárico precoz que me ha derivado en una menopausia precoz. Y todo ello cuando tenía programada una fecundación inminente pero ya con la variación de que no puedo utilizar mis propios óvulos.

—Estaba intentado quedarse embarazada con una fecundación in vitro.

—Exacto, y de eso sí había oído hablar más. De hecho, busqué información y mucha gente hablaba de ello y vi que no era la única. Pero cuando me dijeron que no podía utilizar mis óvulos y que tengo que acceder a los de una donante, ahí es cuando me encuentro con un vacío de información. La única persona que hablaba de ello y de pasada era la periodista Samanta Villar. No encontraba las respuestas que necesitaba y tenía un estado de desconocimiento total. Me asaltaban preguntas como, por ejemplo, si el bebé era mío o no si se trata de óvulos donados. Te entran todos esos miedos que son difíciles de controlar. A raíz de ahí hablo con una amiga que me presenta a una chica que ha tenido a sus hijos mediante esta técnica. Y ella es la que ayuda pero sigo sin encontrar las respuestas que necesitaba porque la sensación que da es que a las mujeres nos da vergüenza decir que nuestro hijo es de un óvulo de una donante. Al final, me someto a la ovodonación.

—¿Qué pasó?

—Me quedé embarazada a la primera, algo que no esperaba pero con tan mala suerte que a las seis semanas de gestación tuve un aborto retenido que me derivó a un problema muy grave. En la sanidad pública no me atendieron como debían y me mantuvieron con ese aborto retenido durante casi un mes. 

—Eso supone un importante perjuicio para su salud...

—Claro. El embrión se infectó y la infección me pasó a la sangre y me causó un fallo multiorgánico y con una asepsia que me dejó cuatro días en coma y a punto de morir. De un problema relativamente simple como es un aborto que se podría haber solucionado rápidamente con un legrado pasé a casi no poder contarlo ahí. Me dieron las pastillas para que lo expulsara pero después de quince días no pasaba y tenía unos dolores horribles. No me hicieron caso y me dijeron que el protocolo era mandarme a casa de nuevo, a pesar de que en las analíticas salía la infección. Me mandaron a casa con tan mala suerte que esa noche volví a urgencias prácticamente muerta. Con el tiempo yo he necesitado explicar todo esto, además de ir al psicólogo porque he tenido hasta miedo a la vida. Y a modo de terapia empecé a escribir. 

—¿Escribir como el que hace un diario?

—Sí. Lo hacía sin ninguna intención. Solo quería ver mi experiencia escrita, leerla en voz alta me facilitaba el proceso de asimilación. Fue entonces cuando empecé a leer blogs y veía a personas que se encontraban en situaciones similares pero no se atrevían a contarlo. ¿Por qué no cuento yo mi historia de una manera cercana y fácil de entender? Y así nació 'Yo también quiero ser madre. Mi lucha contra la infertilidad', un libro sencillo, entendible, rápido de leer y que la única intención es que llegue a mucha gente para poder ayudarlas. Son trece capítulos contando mi historia como si se la narrara a una amiga tomando un café.

—¿Cuánto tardó en hacerlo? Porque con una escritura casi automática, como me indica, debió ser en un abrir y cerrar de ojos.

—Salí del hospital un 14 de enero y el libro salió hace una semana. Esta disponible en todas las plataformas, en Amazon, en Casa del Libro o en El Corte Inglés lo puedes encontrar, entre otros. Se está moviendo mucho y estoy contenta con el resultado, no lo esperaba.

—Que te publiquen un libro no es tan fácil.

—En este caso es autoeditado porque es muy difícil que una editorial lo haga cien por cien. Pero es una inversión que yo quería hacer porque es la historia que yo hubiese querido leer cuando me enteré de todo lo que me pasaba.

—¿De quién son las ilustraciones?

—Me lo ha hecho una chica de la editorial pero la idea es mía. De fondo está el mar y el cielo que representan el sueño y el dejarse llevar, además de hacer alusión a mi pueblo, Nerja. El rojo del vestido representa la sangre, el corazón.

—¿Cómo ha sido la acogida de las primeras personas que lo han leído? ¿Qué ha dicho su familia?

—Se quedaron sorprendidos porque es un problema que no lo tiene nadie en la familia, por lo que no es genético. Eso ha sorprendido y es que todas las mujeres de mi familia son propensas a tener hijos. De hecho, mi hermana tiene tres y se quedó embarazada durante mi proceso de fecundación. Eso también duele porque observas que todo el mundo se queda embarazado y tú vives en silencio ese dolor porque te alegras por ellos pero, a la vez, te entristece. Es un proceso muy duro, que cuesta mucho hablarlo. La gente empatiza contigo, ponerse en tu lugar, pero si no has pasado por algo así, es muy complicado.

—¿Cómo se siente cuando le dicen 'no pasa nada, la próxima será'?

—Me siento muy impotente. Sé que lo hacen con buena intención pero cuando me dicen que las mujeres de hoy en día tardamos mucho en buscar a nuestros hijos, me indigna. Nadie sabe la historia de cada persona. Que a la gente le parezca que soy mayor con 35 años para ser madre, me duele. Soy consciente de que el sistema reproductivo de la mujer y la fertilidad tienen un tiempo, pero tampoco nos lo enseñan en el colegio. Nadie me dijo que congelara mis óvulos porque a partir de los 30 años iba a tener un descenso en picado de la fertilidad. Hay tanta desinformación que las mujeres no sabemos qué hacer. Vivimos otros tiempos y las mujeres estamos retrasando nuestra maternidad, por lo que debemos tener información sobre nuestra reserva ovárica y términos que yo no había escuchado nunca.

Por otro lado, en la sanidad pública hay un gran desconocimiento y la lista de espera es de tres o cuatro años para una fecundación in vitro. Es un despropósito cuando juegas contra el tiempo.

—¿Ha podido compartir su experiencia con otras mujeres que hayan pasado por situaciones similares?

—Tengo intención. He hablado con muchas chicas a través de las redes sociales. Se están poniendo en contacto conmigo y me cuentan su experiencias y me dicen que soy muy valiente por contarlo.

—Es que es un tema que siempre ha sido tabú.

—No estamos educados sobre esto y no sabemos qué es y lo que sufre una mujer que pasa por esta situación. Muchas de las chicas que me hablan es con seudónimo. Yo desde el primer momento supe que contaría que me quedé embarazada con óvulos donados porque no es una vergüenza. Es un problema más de salud, nada más. 

—¿Está preparada para el caso de que no pueda ser madre?

—Lo he pensado muchas veces. El problema que tengo es que tengo la maternidad muy acentuada. Lo estamos intentando otra vez. La gente me plantea la adopción, pero es muy complicado.

—¿Y la pareja, cómo lo habéis vivido?

—En nuestro caso nos ha unido más pero me consta que muchas han llegado a romper y a tener discusiones constantes. Nosotras estamos sometidas a mucha presión, al tratamiento hormonal... y muchas veces no se habla de la parte masculina, de cómo lo pasan ellos. Algunas pinceladas en mi libro doy también. Nosotras lo sufrimos en nuestro cuerpo, pero ellos en su corazón. Este tratamiento te paraliza la vida, te obsesiona y es complicado gestionarlo.

—Antes le he preguntado si estaba preparada para no ser madre, ahora le hago la pregunta a la inversa. ¿Está preparada para el día que le lea el libro a su hijo o hija?

—Sí. Creo que lo vamos a tratar como un tema natural. Quiero que se entere por sus padres y queremos darle normalidad. 

—¿Por qué cree que la gente no quiere decirlo?

—No entiendo ese tabú tan grande. Le he preguntado a gente y no sabe qué contestarme, algunas madres por fecundación in vitro. Yo creo que todo viene de la educación en la familia y de la escuela, donde te enseñan reproducción sexual pero no asistida. 

—¿Qué tiene que ver el hecho de que haya mujeres que piensen que algo no funciona bien en ellas, que no 'cumplen con su función' natural?

—Yo también lo he pensado, también ha tenido esa sensación de ser defectuosa. Pero, después, recapacitas y ves que todo es más natural, ser infértil puede ser por numerosas causas.

—¿Habrá segunda parte del libro?

—Mi intención es que sí y me gustaría que la segunda parte tuviera un final feliz. Todos los libros que he leído acaban con la imagen de las mamás con sus bebés en brazos, pero yo también quiero mostrar la cara de las historias que no acaban así. Es posible que llegue un momento en que se abandone la lucha, no solo por dinero, sino por agotamiento físico y psicológico. Controlar la regla, el ciclo... es agotador.

—¿Cómo es su día a día?

—Marcado por las horas dependiendo de los horarios de las pastillas e inyecciones. Llevo dos años de mi vida con 40 alarmas en el teléfono. Además de que te pasas la vida con miedo porque no sabes en qué momento puedes estar embarazada. 

—¿Qué consejo les da a las mujeres que estén o vayan a empezar este camino?

—Paciencia porque es lo que no sobra a las que estamos en el camino. Que no se rindan porque somos más fuertes de lo que pensamos. Nunca imaginé pasar por algo así y realmente te das cuenta de hasta dónde puedes llegar cuando quieres conseguir algo con tanto deseo.

Fotografías: Andrés García

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