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"El papel se está transformando, pero no está desapareciendo"

Por Javier Cano - Mayo 21, 2023
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Desde el ventanal del despacho de José Manuel Blanca Angulo (Jaén, 1980), el singularísimo paisaje de su ciudad natal, rodeada de sierras, entra a saco y baña el edificio del polígono industrial desde el que este nombre propio de las artes gráficas intenta dar, cada día, la mejor de las impresiones, como si la presencia de lo entrañable se metiera también en las máquinas y dejase un toque jaenero en el producto final. 

Tanto es así que le pasa como a la calle Jesús, en La Merced, a la que desde antiguo se le apeó la tilde y es Jesus se quiera o no se quiera, y él Jose Blanca. Serio cuando se le encuentra de sopetón, pausado en el habla y elocuente en sus silencios, el impresor, emprendedor y diseñador gráfico jiennense abre las puertas de su larga trayectoria para compartir con los lectores de Lacontradejaén los intríngulis de su apasionante oficio y, también, su lado personal, ese menos conocido. 

—Un paseo por la historia de su negocio, señor Blanca, remite a treinta largos años atrás, a 1991. Por entonces sería usted solo un chavea, ¿no? 

—Correcto, yo era un niño, tenía once años pero llevaba mucho tiempo pegado a mi padre en el oficio, porque él trabajaba en Imprenta Cruz, en la Plaza del Pósito, y estaba siempre con él antes de ir al cole (luego me llevaba). Ahí empecé un poco a palpar y a querer el oficio, a interesarme. La verdad es que siempre me llamaba la atención. 

—Ahora que el conserje es 'janitor' y el cerrajero 'locksmith', ¿le llamo impresor o prefiere 'printer'? 

—Bueno, me defino como impresor, diseñador... Al final derivas en empresario, emprendedor... Pero me gusta el toque añejo de la palabra impresor. 

—Impresor entonces. Responde, unas líneas más arriba, que siempre le encantó el universo de las imprentas, que le llamó la atención desde chiquillo. ¿Qué le atrapó de este oficio, que en sus tiempos mozos implicaba muchas manchas de tinta en las manos y en la ropa? O sea, bullas de mamá. 

—Me gustaba mucho; en aquellos momentos las artes gráficas eran muy diferentes a lo que hoy en día son, porque era todo muy artesano; era un momento de cambio en el sector, de la tipografía al offset; en ese taller tipográfico era todo muy manual, con personas componiendo moldes tipográficos, con máquinas de tipografía de un color... Había linotipia también, chivaletes (de los cuales conservamos algunos), todo eso ya me interesaba a mí.  

—Pero con esa edad, ¿le dejaban hacer algo, o se aprendió usted aquella canción de Serrat, de tanto oírla? "Niño, deja ya de joder con la pelota...". 

—Eran máquinas que tenían su riesgo también, así que lo que podía hacer allí era estar pendiente de lo que mi padre hacía en su máquina y, como mucho, organizar algo, ordenar las imposiciones (que son espacios y piezas de plomo que, al final, eso sí era una especie de puzzle, y lo hacía). Luego empecé en el diseño, pero eso son ya otros tiempos un poquito más avanzados. 

—¿Aquella imprenta del centro histórico de Jaén fue su verdadera escuela, o lo suyo requiere una formación mucho más reglada?

—Es un oficio muy peculiar, y como las FP de todas las familias profesionales requiere de una experiencia: no hay universidad ni centro académico que te enseñe los conocimientos que en una imprenta tienes que desarrollar todos los días, este oficio se aprende día a día, con todo el trabajo que vas desarrollando, y sí puedo decir que aunque lleves treinta o cuarenta años, todos los días vas aprendiendo algo porque, además, la evolución que este sector tiene es continuada.

—Sabe de lo que habla, porque usted no se limita a sacar adelante su negocio sino que también pone a disposición de la administración sus conocimientos, se ha implicado personalmente en el futuro de su profesión, ¿verdad?

—Ahora estoy también como colaborador especializado en el Instituto Nacional de las Cualificaciones, que depende del ministerio, porque me preocupa mi oficio y que la gente joven se forme, que aprenda este oficio, que tenga unos conocimientos básicos para que, luego, las empresas tengamos la capacidad de poder desarrollarlos como profesionales.

—Curtirlos, vaya...

—Por mucha formación que demos (en la Escuela de Arte José Nogué, en el instituto Santo Reino —con quienes tenemos convenios de prácticas, de hecho ahora mismo tenemos aquí seis alumnos—), por mucha formación que les den, al final donde aprenden es aquí. Hay escuelas privadas también y cursos específicos que desarrollan el producto gráfico, pero al final dependemos de la empresa, de la imprenta por así decirlo, para que los profesionales desarrollen su labor. 

—Y esos jóvenes de la que habla, ¿se acercan en busca de trabajo a este sector, aparentemente tan atractivo, con un abanico de posibilidades profesionales tan variado?

—Es un sector muy atractivo; sus diferentes ramas hacen que tenga ese atractivo, pero no tan enfocado a la inserción laboral, es decir: hay mucha inquietud por el diseño gráfico, pero no la hay por los sistemas de impresión, el encuadernado o el manipulado del producto gráfico. Al final es verdad que vienen muchos diseñadores, pero hay falta para los otros procesos.

—Los procesos más tradicionales, por llamarlos de alguna manera...

—Los más tradicionales y los más problemáticos de cara al futuro, porque sí podemos decir que mi generación y la de empresarios como yo lo tenemos más o menos cubierto con muchas dificultades insisto que no solo en Jaén y en la provincia, sino en Andalucía y en España, con unos problemas grandísimos para encontrar profesionales, entiendo que en todas las familias profesionales.

—¿Cómo lo hace usted para afrontar esa carencia?

—Por ahí enfocamos un poco la formación de esos procesos que están más desatendidos, pero eso tiene un coste que además se aplica luego en el producto; es muy difícil realizar un producto de calidad cuando no tienes personal que esté cualificado. Imaginaos lo complicado que es eso. Este es un sector muy bonito, y también desconocido, pero en el momento que entra alguien aquí y ve lo que en una imprenta se hace, realmente se queda asombrado. 

—Asómbreme, José, por favor.

—Que tú entres por aquí y yo te diga que hacemos toda la línea de negocio del 'packaging', cajas desde farma hasta alimentos..., todos los sectores. Y dices: "Es que en una imprenta yo estoy viendo todos los productos que todo el día toco, libros, revistas, cartelería...". Es un oficio muy importante, al final todas las empresas, todos los sectores nos necesitan, por mucho que digan que el papel está desapareciendo. 

—Ante esta realidad, ¿se escucha a los empresarios del sector en los foros institucionales, se les tiene en cuenta a la hora de trazar un currículo formativo que abarque también esas funciones menos demandadas?

—Se nos tiene en cuenta, creo que porque están viendo que en la Formación Profesional hay más salida (también desde el Gobierno) para dar cabida a todos esos jóvenes que a lo mejor deciden no recibir una formación universitaria. Para ellos necesitan al empresario, de todos los sectores, y sí, nos escuchan, a lo mejor no se nos ayuda todo lo que necesitamos pero bueno... Otro tipo de formaciones, de inserciones o de prácticas subvencionadas ayudaría mucho.

—Retomo el final de una de sus respuestas: entonces, ¿el papel está desapareciendo, o no es para tanto? Nadie mejor que un impresor para arrojar luz sobre esta cuestión.

—El papel se está transformando, esa frase me gusta destacarla, pero no está desapareciendo; es verdad que sí hay productos que están desapareciendo. 

—¿Verbigracia? 

—La publicidad ha cambiado, ya no hay publicidad física, por ejemplo no vemos buzoneo en el barrio o folletos en los parabrisas..., pero el sistema editorial está creciendo, se editan más libros que antes en papel, el packaying está creciendo también, porque cualquier producto de hoy en día va vestido con su estuche o caja, podemos decir que hay dos diferente líneas, la básica y la gourmet, en todos los ámbitos. Es decir, que al final una imprenta está presente en el día a día de la sociedad y de cualquier sector. 

—Transformación, evolución... Evoca sus comienzos, entre sistemas que entonces serían revolucionarios pero que, ahora, suenan vintage, retro. Usted ha vivido en sus carnes esa tremenda revolución que negocios como el suyo han sufrido, con la irrupción y la implantación de las nuevas tecnologías. Pero la evolución no se detiene, de un día para otro existe el riesgo de la obsolescencia.

—Inevitable en este sector es mantenerse al día, invertir en innovación y estar a la orden del día, y cada año que pase es más complicado, en cualquier industria te quedas atrás y corres serio peligro. Esto ya le pasó a la mencionada Imprenta Cruz, una empresa que no invirtió en tecnología en aquel momento y claro, los costes no los podía asumir, no podía producir lo que otros ya sí producían, y a nosotros nos pasa lo mismo. Hoy en día, todo el sector, quienes queremos mantenernos vivos, tenemos que tener una política de inversión fortísima.

—¿Cómo vivió esa revolución José Blanca?

—A mí me han pillado diferentes transformaciones, porque aunque soy joven estoy desde pequeño, y me ha pillado toda la evolución de las artes gráficas, desde la tipografía al offset; además he hecho de todo, he compuesto moldes tipograficos, he sacado planchas, he sacado filmación en poliéster, en película, he impreso cuatricomía en un color, luego de dos en dos, he diseñado, luego pasamos al sistema directo a plancha, que también ha revolucionado mucho las artes gráficas, y luego a la impresión digital. Era impensable que pudiéramos tener, en cinco minutos, desde unas tarjetas de visita hasta una revista terminada sin pasar por planchas. 

—Eso no se le hubiera pasado por la cabeza en su época inicial ni por asomo, le sonaba a magia potagia.

—No existía, no existía, era inviable, y eso ha revolucionado todo, no solo en lo que conocemos como producto de imprenta sino a cualquier nivel; por ejemplo, en producción a gran formato. Hoy en día vemos camiones rotulados, fachadas de edificios que están en obras con una lona de ciento cincuenta metros cuadrados..., eso ha sido gracias también a la imrpesion digital; sistemas de impresión en serigrafía, en camisetas, en bolígrafos... Ha evolucionado todo mucho. 

—Calidad/precio, solo precio... ¿Dónde está el quid de la competitividad en su sector?

—Bueno, yo creo que la primera barrera que un empresario tiene para competir con la competencia, valga la redundancia, es el precio. Es decir, el cliente quiere precio, pero la calidad es innegociable hoy en día. Como en todo, lo que queremos es comprar barato y que tenga mucha calidad. Y hay otro valor añadido...

—¿A qué se refiere?

—Al servicio, donde se están destacando ya las empresas que al final podamos mantenernos un poco más vivas. Par a tener un buen servicio, la clave es el personal, y es el gran problema del inicio de esta conversación: el personal y la maquinaria. Si no tienes personas y no tienes máquinas no puedes dar buen servicio y no puedes vender barato ni ofrecer cualquier valor que te diferencie de los demás. 

—Por elegir una fecha relativamente reciente, y mirando ya hacia los terrenos de los adentros, José. Cuando llega el tiempo de Cuaresma, por ejemplo, este edificio es un no parar, un constante entrar y salir de hermanos mayores y vocales de publicaciones. ¿Alguna vez ha pensado que le gustaría volver a aquella imprenta de la Plaza del Pósito, sin tanta briega, sin tanto estrés?

—Sí, eran otros ritmos y la verdad es que añoro mucho aquellos tiempos, porque al final el pasado te va dejando los momentos buenos. Ya que mencionas el tema de la Semana Santa en Jaén (que es muy importante para la cultura y para la economía también), yo he vivido grandes momentos y nos debemos mucho mutuamente, tanto José Blanca como Blanca Impresores (no por mencionarme a mí sino por el equipo humano que siempre ha acompañado a esta empresa).

—Ahora le toca descifrar esa afirmación: ¿qué se deben la Pasión y usted?

—La Semana Santa le debe a Blanca y blanca le debe a la Semana Santa. En nuestros inicios se nos apoyó, desde Leonardo Cruz cuando era hermano mayor en la Cofradía de la Buena Muerte pasando por Ángel Fuentes Lesmes, que recuerdo que fue el primer hermano mayor que estando en La Soledad también confió en nosotros para un libro; aquellos inicios con la Agrupación de Cofradías en los que estrechamos vínculos con Manuel López Pérez, que era gran amigo mío (y me emociono, porque he pasado muchas noches aquí con él y con mi amigo Antonio Jesús Morago); Pepe Paulano, con el cual hemos visto el inicio de la Hermandad de la Santa Cena y lo hemos apoyado tanto... Ten en cuenta que ahí ya tenía yo diecinueve años y me iniciaba, ahí también hacía mi función de diseñador, y eso era otra empresa, otros ritmos, otra dinámica.

—Una forma de tratar con el cliente que, quizá, los nuevos tiempos se han llevado por delante. ¿O no?

—Ahora vamos mucho más rápido, a otros niveles, pero también tengo que destacar (y me gustaría que esto se viera reflejado) que no perdemos la esencia, la humildad. La empresa ha crecido mucho, pero seguimos teniendo los mismos valores de cercanía al cliente. Es verdad que la velocidad a la que vamos ahora te impide llevar ese trato que a lo mejor antes sí te permitia, pero no perdemos el cariño que intentamos transmitirle a la gente. Y agradecemos que se nos reconozca. 

—Ha sido empezar a hablar de 'intimidades', sacar a flote sus querencias cofrades, y le ha cambiado el tono de voz, se ha soltado usted como las procesiones cuando van de vuelta por sus barrios. El suyo es un nombre muy conocido en Jaén, precisamente por esa trayectoria tan consolidada, pero seguramente hay un Jose Blanca menos conocido y es, acaso, ese que habla de su tierra con pasión. Se le ve un pelín jaenero... 

—Un jaenero de pro, me siento orgulloso de mi ciudad, me gusta cuando veo un Jaén lleno de gente, por ejemplo esta Navidad, cada vez con más turistas. Me gusta construir más que destruir al político que esté, sea de cualquier color; me gusta apoyar a mi ciudad, sus eventos, y bueno, yo soy un jaenero, he sido niño de jugar a la pelota, de llegar tarde a mi casa porque jugábamos en el barrio con los amigos.

—¿En qué barrio, arriba o abajo?

—En la Alcantarilla. 

—¿Qué queda de aquel niño?

—Conservo los amigos de aquellos entonces y luego, aparte de eso, mis tradiciones: he sido muy cofrade. 

—Ya lo habíamos notado, pero cuente, cuente... 

—Yo he salido de acólito en La Estrella, Estudiantes, de nazareno, he sido músico cofrade, he llegado a tocar en Sevilla con La Pasión de Linares, con la que he estado quince años tocando; fui uno de los fundadores de la banda de nuestra Cofradía de La Estrella de Jaén, he estado desde el inicio en la Cofradía de la Santa Cena, he sido miembro de junta de gobierno, he presentado también actos en la cofradía y me gustan mis tradiciones. ¡Y el deporte! He corrido mucho la San Antón, la media maratón de aquí la he corrido... Todo, sí, llevo a Jaén por bandera. 

VÍDEO Y FOTOGRAFÍAS: ESPERANZA CALZADO

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